¿Hay que soslayar a VOX?

Es difícil cambiar a partir de una edad, muy difícil. Dicen que hay casos; yo no los conozco. Que los partidos tienden a comportarse como máquinas electorales es de sobra conocido. El globalismo busca, además, convertirlos en fuerzas de choque de ideologías y, por tanto, de intereses supranacionales.

Hoy, todo tiende a ser global: “piensa en global y actúa en local”. El globalismo es totalitario. Tres pilares caracterizan al totalitarismo: Una estructura de poder, titular del monopolio de la fuerza; una sola ideología y un partido único encargado de controlar coactivamente las relaciones sociales.

La sola ideología -pilar número 2- está representada por la nombradísima Agenda 2030. Puesta al servicio de un entramado políticofinanciero plutocrático, tratan de imponerla de manera hegemónica, tanto en los valores antropológicos dominantes como en las condiciones para prosperar en la comunidad -desde abrir un pequeño negocio y hacerlo crecer a, simplemente, ascender en la pirámide socioeconómica- Su metodología y efectos son ya palpables: acorralar al pequeño productor agropecuario, al pequeño comerciante o al pequeño empresario, mediante exigencias incompatibles con la obtención de un mínimo margen de beneficio para mantener a su familia y crear puestos de trabajo, lo que conducirá al cierre en cadena de pymes y autónomos; desempleo y un encarecimiento de los bienes y servicios accesibles, hasta ahora, para una gran mayoría de la gente: es el estrangulamiento de la clase media; la pauperización buscada de la sociedad.

El partido único -3er pilar- se manifiesta mediante una ficción de pluralidad, a través de unos partidos que se autoproclaman de izquierdas o derechas cuando son meras franquicias o sucursales de la misma superestructura plutocrática con sed de hegemonía mundial. Sí, meras franquicias, cuya única singularidad está en la marca comercial y en el discurso falaz, engañoso, adaptado a las características del segmento del mercado electoral al que pretenden seducir. No se discute el fondo de la cuestión; tan sólo matices poco importantes y, a lo sumo, diferentes ritmos de implantación. Todos a una, en pro del mismo objetivo, aunque por distintos senderos y velocidades.

El pilar Nº 1: La estructura de poder, titular del monopolio de la fuerza, actúa en diferentes niveles: El legislativo, el cultural, el institucional, el económico-financiero y el militar.

La transformación antropológica del ser humano sería una quimera sin la intervención activa del Estado. Sin la coerción de unas leyes capaces de imponer el absurdo como norma de convivencia, sería imposible la ingeniería social en marcha.

Por ley, se desindustrializó España. Por ley, se prohíbe la prospección y explotación de nuestros recursos del subsuelo. Por ley, el sector agropecuario se enferma. Por ley, se quebró uno de los principios fundamentales del derecho: la presunción de inocencia. Por ley, los autores de un intento de golpe de Estado han sido, de facto, exculpados. Por ley, se produjo la subversión reiterada de la ley superior, la Constitución……No hay un instrumento más violento que la ley al servicio de la destrucción. La ley como herramienta de traición.

Para normalizar el absurdo es fundamental el adoctrinamiento directo -en las aulas, por imposición del Estado- e indirecto – en los medios de comunicación y en la cultura- Una cultura regada con dinero público. El dinero de la Nación empleado para deconstruir a sus integrantes y a ella misma.

Las instituciones supranacionales son claves en la implantación de la Agenda 2030: La ONU, la OEA, la UE, la OMS, la OMC, el BCE, el FMI……actúan como superestructuras que aligeran la responsabilidad de los Gobiernos-franquicia, quienes se limitan a encogerse de hombros como diciendo: “Son cosas de la ONU y Cía”. Curiosamente, la ciudadanía suele aceptar esta exculpación creyendo que los planteamientos de tales organizaciones son sagrados e irrefutables.

El penúltimo escalón del monopolio de la violencia está en el ámbito económicofinanciero. Todo fondo proveniente de alguna institución supranacional suele ser condicionado con la promoción del nuevo modelo antropológico; por ejemplo: la incorporación de la ideología de género en las escuelas o la implantación del aborto, como un derecho, en la legislación. Hay que aclarar que estos fondos son de obligada devolución, salvo casos excepcionales.

Las sanciones económicas o el bloqueo de préstamos son una vuelta de tuerca más para domeñar a los díscolos. No se admiten disidencias ¿Qué lugar ocupa la soberanía nacional en toda esta madeja totalitaria? Un espacio menoscabado, con la complicidad de ese tándem de ficción llamado izquierda-derecha.

En los intersticios de esta estructura de intereses nada filantrópicos surgió Vox; un partido prácticamente incompatible con la superestructura dominante y sus franquicias -PSOE, Podemos, IU, separatistas y el PP; sí, también el PP; incluido el de Ayuso y, por supuesto, el de Feijoo.

¿Es el presidente del PP un pseudo cacique? ¿Acaso un cosmopaleto?

¡Que gobierne la lista más votada! -dijo.

La sentencia es tan categórica que resuena a exclamación. Cuando la escuché me vino a la mente la escena de Sancho Panza entrando en la ínsula Barataria a lomos de un pollino y la orden dada por uno de sus sirvientes: ¡Atiendan al rucio del señor gobernador! Me imaginé a Núñez Feijoo; no me pregunten en el pellejo de cuál de los tres personajes. Les daré una pista: no era el gobernador; quedan dos, el sirviente y el pollino.

Su cacicazgo alcanzó el cénit cuando pretendió imponer la “vacunación” obligatoria en Galicia, compitiendo con otro prócer de la asnería patria: “hay que vacunar por las buenas o por las malas”- palabra de Revilla “el Grande”.

Rajoy era un tipo de atracción fácil. Para no decepcionar, aceptó la propuesta de Zapatero para cambiar la Constitución y dar prevalencia al pago de las deudas. Se trataba de no contrariar a Merkel; la misma que tiempo después medió en los acuerdos de Minsk, no para facilitar la paz, sino para engañar a Rusia y asegurar la guerra. No es de extrañar que Rajoy adhiriera al PP a la Agenda 2030; corría el año 2015. El problema es que estos viajes son de difícil retorno.

Estamos en un momento de inflexión donde cada cual se ve impelido a quitarse la careta. El PP es tan vende patria como el PSOE – ¿Acaso trató de revertir la desindustrialización? – El PP es tan partidario de la ingeniería social como Podemos – ¿Cómo explicar leyes como las de la CAM? Hablo de leyes vigentes, no de discursos a la galería.

La principal preocupación de Feijoo, en cuanto presidente de un partido franquicia o sucursal del globalismo plutocrático, es que Vox pueda llegar al poder.

A Vox debería preocuparle el riesgo de integrar un Gobierno de la mano del PP., ya que la superestructura globalista dominante y Vox son incompatibles y el PP es un miembro destacado de aquélla. Esa es la realidad para quien la quiera ver.

A mi humilde entender, Vox debe desembarazarse de limitaciones mentales y entender que el PP no es, ni será nunca, un aliado, sus obligaciones internacionales se lo impiden; es un sicario político, que sólo buscará el acercamiento, si cree que con ello podrá asestarle una puñalada por la espalda para finiquitarlo, tal y como desean sus mentores transnacionales.

¡VOX! ¡Vuela!

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2 COMENTARIOS

  1. Marcelino, en breve le llegará cita a su casa con el día para la realización de una ecografía 4D cerebral con el fin de poder valorar de donde viene esta tara. Por supuesto completamente gratuita. Un saludo.

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