Pilar Zamora.- Hoy otra más. Otra mujer asesinada, otra mujer que ha quedado en silencio para siempre, otra mujer a la que se le arrebata el derecho a la vida.
No soporto escuchar expresiones del tipo: “se casó muy joven y con el hombre equivocado”, “ella ya sabía con quien se estaba juntando”, “no hizo caso a nadie y se fue a vivir con él”…
Yo quiero gritar: “Él es un asesino”, “ÉL es un violador”, “Él era un putero”, “ÉL es el único culpable”.
No acabamos con la violencia contra las mujeres, los ataúdes se suceden en una cadena insoportable. Y sigue, y sigue. Un rastro lleno de muerte.
Da igual si es culto, si ostenta cualquier profesión, del país que es o la edad que tenga. Para ellos la mujer no es ni tan siquiera un ser humano. Es un objeto que ellos colocan en el lugar que quieren y que en cualquier momento estrellan contra el suelo.
Y, entonces, ¿qué? Perpetuar la desigualdad es perpetuar la concepción de las mujeres como seres inferiores, manejables, dóciles y serviles.
No tengo la solución, pero sí una propuesta. No dejemos pasar ni un solo día sin educar a nuestros niños y niñas. No dejemos pasar ni un momento sin que hablemos del problema. No dejemos que lo vean en la televisión como una noticia más, o que lo escuchen en la radio o lo vean en las redes tan solo como algo más.
Hay que hablar de ello en los colegios, institutos y en la Universidad. Y, por supuesto, en nuestras casas. No debe ser un tabú, tan solo algo triste que sucede. La información y la formación deben estar presentes en nuestro día a día al igual que lo están los asesinatos. Más que los asesinatos.
No es algo que pasa y de lo que nos da pena. Es algo que está, que mata, que anula y que te rompe. Es algo que acaba con el derecho a la vida, de la mujer y en ocasiones de sus hijos e hijas.
No quiero silencios, quiero gritar, porque el dolor se grita, se llora y se sufre.
Porque la rabia no es silenciosa y porque la lucha no se esconde.
Pilar Zamora