En Septiembre de 2012, el entonces presidente del Real Instituto Elcano, Emilio Lamo de Espinosa, hizo algunas afirmaciones dignas de ser recordadas. Las efectuó en una conferencia en Civismo.
“En el nuevo mapa del mundo, China es el centro y Europa el extremo Occidente”
Tales palabras son evidentes a los ojos de cualquiera, salvo para quienes gustan de esconder la cabeza bajo el ala porque la realidad les perturba.
Una de las reflexiones más importantes fue, a mi entender, cuando relacionó poder con demografía:
“La potencia de un país depende sobre todo de la demografía”, especialmente cuando la productividad per cápita tiende a converger, como es el caso de la China actual.
La aseveración viene a reforzar el inevitable declive, consentido y planificado, de Europa. Llamar a nuestros gobernantes torpes o incompetentes es igual que piropearlos. Son cómplices necesarios de un suicidio asistido desde el poder. No es de extrañar su gusto por convertir al aborto y a la eutanasia en una ideología.
Recordó que EE.UU. “ya no ejerce el liderazgo absoluto”, el cual “pivota hacia Asia” y que es imposible entender a China sin advertir lo que para ella significó el “siglo de la humillación”.
Es muy importante recordar qué entienden los chinos por siglo de la humillación: La etapa en que su país fue sometido al imperialismo de las potencias occidentales, Rusia y Japón (1839-1949) Los españoles deberíamos hacernos una pregunta: ¿Quiénes fueron las potencias occidentales que saquearon China? Veamos: Inglaterra y Francia no pueden faltar, llegaron a saquear hasta el Palacio de Verano; hay que añadir al Imperio Alemán, EE.UU. e Italia. España no formó parte de esta ignominia, sin embargo, el rótulo Occidental lo abarca todo y en una lectura rápida cualquiera pudiera pensar que nuestro país andaba peleando con los boxers chinos; sin embargo, nuestras élites, desnaturalizadas por un cosmopaletismo servil, presumen de ser occidentales, como si hubiera un único Occidente, algo absolutamente falso, asumiendo con gusto la historia más abyecta de franceses, ingleses y estadounidenses; al parecer, a los cosmopaletos acomplejados les da caché.
Otra afirmación de gran calado fue la siguiente: “No va a haber una política exterior comunitaria en mucho tiempo y debemos desarrollarla si queremos jugar un papel en el mundo”.
Los sucesivos gobiernos españoles han renunciado a jugar algún papel en la esfera internacional. Piensan que pertenecer a la UE y a la OTAN lleva aparejado automáticamente un sitial en el Olimpo de la geopolítica, y no. La inexistencia de política exterior asumida por nuestros gobiernos, ha convertido a España en un actor extra de la esfera internacional.
“A EE.UU. ya no le importa Europa, porque no supone ni un problema ni una ayuda”.
La consecuencia será que cuanto más pivote el poder hacia Asia, mayor será el riesgo de que EE.UU. utilice a Europa e Iberoamérica como su patio trasero, al objeto de asegurarse, al menos, la hegemonía del mal llamado mundo occidental.
En cuanto a España, volvió a meter el dedo en la llaga: “La principal tarea es que España recobre su autoestima”. Asevera que hemos retrocedido en nuestra “autoimagen”; que la política exterior basada en el consenso saltó por los aires, debido, en parte, a la “degradación del proyecto europeo”. Por eso, es clave repensar la política exterior, buscar mejores aliados y establecer con ellos sólidos acuerdos multilaterales.
La política timorata hacia China es irracional, incomprensible y perjudicial. La única potencia que no tiene cuentas pendientes con ella es España y el conjunto del mundo hispano, sencillamente por no formar parte del siglo de la humillación; si Francia o el RU tuvieran esa posición estratégica de partida no dudarían en utilizarla. Las acomplejadas élites españolas y la subordinación cultural de las élites de medio pelo, siguen hablando de Occidente, es decir, del mundo anglosajón, dando gracias por que les acepten de comensales en la mesa destinada al servicio.
Han pasado 10 años desde la conferencia de Emilio Lamo de Espinosa. Sus palabras siguen vigentes, si cabe, con más fuerza que cuando las pronunció. Los acontecimientos posteriores las han realzado aún más ¿Hemos aprendido algo? Absolutamente nada. Nuestras élites no quieren ni oír hablar de otra cosa que no sea someterse al proyecto globalista de la anglosfera, así sea como meros peones de brega.
Excelente artículo, no puedo estar más de acuerdo.
Profundo razonamiento. Es necesario que los Estados se autorevisen a fin de terminar de barrer con tantos males que hacen infeliz la vida. Hay un poco de todo y de todos para borrar los vestigios que va dejando la indiferencia y las justificaciones.
Las palabras de Lamo Espinosa son como el mafioso que te rompe el escaparate, y al día siguiente te pide dinero para protegerte de los que te rompen el escaparate. Si «Occidente», en el sentido que usted lo utiliza, es culpable, afirmar que la OTAN y la UE son la solución, es como decir que el problema es la solución. Es más, usted mismo en su anterior artículo (y otros previos) da buena nota de lo que ha significado para España la entrada en la UE. España tiene que recuperar la autoestima, según Lamo Espinosa, y para eso hay que ceder toneladas de soberanía a una institución supranacional, cuyos dirigentes no son elegidos democráticamente. También hay que pertenecer a la OTAN, para participar en guerras que no afectan a nuestros intereses como nación o los perjudican gravemente. Me parece un auténtico despropósito. Para recuperar la autoestima no hay que entregarse al capricho de potencias extranjeras ni de sus organizaciones instrumentales. Simplemente hay que defender los intereses de la nación y el bienestar y la seguridad de sus ciudadanos. Y esa política la entienden en todas las cancillerías del mundo. El amor bien entendido empieza por uno mismo.
Permítame desearle una feliz Navidad, don Marcelino, y animarle a seguir escribiendo.
Un cordial saludo