Después del calor veraniego y otoñal han llegado las esperadas lluvias y, al parecer, para quedarse según los meteorólogos. En Puertollano hay un medidor infalible que no es muy original pero indica el estado real de las cosas: el río Ojailén a su paso bajo el puente que hay en el camino senderista cerca de la pequeña ermita de piedra, abandonada y sucia.
Según se camina hacia el sur, o sea, hacia los pinos, a la derecha, el cauce está seco pero limpio. Sin embargo, en la margen izquierda aparece el cauce con pequeñas balsas de agua producto de las lluvias caídas estos días, pero completamente tomado por la vegetación. El camino se ha visto mejorado, asfaltado y pintado, pero hay algunas perlas del abandono que devalúan el cuidado del asfalto.
La pequeña ermita de piedra sigue ahí hecha una ruina- si no se adecenta, ¿no sería mejor quitarla del lugar?- y el puente sobre el río necesita una limpieza en condiciones. No es que el tren de borrascas que se avecina vaya a causar inundaciones… pero ¿y si sí? Lo mejor es la prevención como casi siempre. Dicho y fotografiado queda.
El mejor medidor de lluvias son las goteras de mi chabola.