El Requiem de Mozart sonará en la iglesia de San Antonio de Padua como homenaje a todos los difuntos de la parroquia a lo largo de su historia

La Misa de Réquiem de Wolfgang Amadeus Mozart sonará en todo su solemne esplendor en la iglesia de San Antonio de Padua el Dia de Todos los Santos del Año del Señor de 2022, a las ocho de la tarde. Posiblemente sea el plato fuerte en lo que concierne al apartado musical del amplio programa de actividades que la comisión organizadora ha desarrollado y está desarrollando a lo largo de este año con motivo del 50 aniversario de la fundación de la Parroquia. Y posiblemente uno de los actos más importantes en todos los órdenes por varios motivos: el primero porque con esa magistral partitura del genial músico se quiere rendir homenaje a cuantas personas han fallecido a lo largo de las cinco décadas de vida de la parroquia ahondando y contextualizando así el profundo acento religioso de la obra de Mozart, y porque será la primera vez que el Réquien suene en Puertollano en un marco idóneo para su ejecución como el templo parroquial. El trabajo de don Alfonso Morejudo y sobre todo del organista oficial, Angel Luz Martín ha conseguido reunir para tal evento a la Orquesta Sinfónica de La Mancha (OFMAN) que obrará el milagro de liberar las notas de tan impresionante partitura, a la Coral de Vinalopó de Alicante y a la soprano Alicia Hervás, la mezzosoprano Daniela Baldimirova, perteneciente al Coro Nacional de España y al tenor y barítono Miguel Borrallo y John Heath, respectivamente. La orquesta estará dirigidas por Francisco Antonio Moya y la coral por José Antonio Pérez.

La gran cita que suscitará sin duda el interés también de los melómanos será el día 1 de noviembre, martes, a las ocho de la tarde.

El más famoso Réquiem de todos los tiempos es también una de las obras maestras de la Historia de la Música. No exento de leyenda y misterio fue compuesta por un Mozart ya enfermo por encargo de un desconocido que según los registros documentales fue el intermediario entre el conde Franz Von Walsegg, que le encargó el réquiem por la muerte de su esposa para hacerla pasar como suya y el músico. Como es sabido, Mozart no llegó a terminar la Misa porque le sobrevino la muerte y fue Franz Sussmayr, un discípulo suyo el que redondeó la obra en parte basándose en las múltiples anotaciones del músico de Salzburgo.

De hecho la octava y última parte, Communio (Lux Aeterna) es una repetición de fragmentos del Introito y el Kirie íntegramente mozartianos pero con texto diferente. El Confutatis Maledictis y la Lacrimosa de la Sequencia, la parte más larga, son momentos estremecedores, aunque toda la obra está tocada de una luminosa tenebrosidad. La obra es una perfecta comunión instrumental y vocal con pasajes de místico arrebatamiento que profundiza en el sentido de la vida (y la muerte) del hombre y un rezo sublime que apela a la misericordia de Dios en el día postrero.

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