Eduardo Muñoz Martínez.- Este jueves se cumplían 410 de la fundación de la Hermandad del Santísimo Cristo de la Caridad de Ciudad Real, que cada Jueves Santo procesiona por las calles de la capital, siempre que las circunstancias lo permiten. Con tal motivo, en la Parroquia de Santiago, donde se encuentra canónicamente enclavada, se celebró una Eucaristía de Acción de Gracias, presidida por Rafael Melgar Martín-Fontecha, uno de los sacerdotes que atienden la comunidad parroquial «perchelera».
Tras la Liturgia de la Palabra, con textos tomados de la Carta de San Pablo a los Gálatas, y del Evangelio de San Lucas, respectivamente, el presidente hizo la correspondiente homilía, comenzando con la lectura, extractada, del Acta Fundacional, redactada en Toledo el seis de octubre de mil seiscientos doce.
De la alocución de Melgar Martín-Fontecha, entresacamos las siguientes ideas: lo más importante no es empezar, sino mantener el carisma, las actividades… Por eso, decía él, es por lo que hay que dar gracias a Dios.
Las hermandades se han renovado, se han redescubierto, y han superado la crisis sufrida por la religiosidad popular.
Han crecido en todas las dimensiones, y por ellas muchas personas han entrado en la Iglesia.
Cómo pide el Papa Francisco, han de ser activas, piedras vivas, un tesoro de la Iglesia. La religiosidad popular es muy importante.
Tienen que favorecer el acercamiento a Jesucristo, tienen que ayudar a fortalecer la fe…, ese debe ser el principal objetivo de las hermandades.
Y el presbítero nos lanzaba una pregunta. En qué ha crecido la Hermandad del Santísimo Cristo de la Caridad? No sólo tiene que producirse un crecimiento externo, que también, sino espiritual. Tiene que crecer nuestra vida interior, que hemos de manifestar de cara a los demás. En definitiva, las hermandades, las cofradías…, no pueden ser «hermandades de museo». Terminó con el deseo de que se cumplan muchos más aniversarios.
Al finalizar la Santa Misa, ante la capilla antiguamente conocida como de San Benito, donde se venera la imagen, se rezó la oración al titular de la hermandad, compuesta en su momento por el tamaño sacerdote, Antonio Guzmán Martínez.