Jesús Millán Muñoz.- Existen viajes del y en el exterior, y viajes del y en el interior, viajes para conocer humanos, viajes para comprender percepciones, viajes para redactar escrituras. Existen infinitos caminos del viaje.
Atravesamos espacios, porque somos limitados, por necesidades interiores y exteriores. Cerca o lejos. Sé, que dentro de unas generaciones, andaremos por el sistema solar, sé, que durante cientos de milenios los humanos, en sus distintas especies, hemos atravesado Eurasia y otros lugares. Siempre buscando algo, siempre huyendo de algo, siempre…
En la Mancha, nos deberíamos querer y amar y estimar más, pienso que tenemos un complejo de inferioridad con y frente a nosotros mismos. Pienso que debemos sentir, que en algunos temas, estamos por debajo de la media de esta Península Ibérica y debajo de la media de la Península de Europa, pero en otras variables, estamos y estaremos de/sobre la media.
Los de la Mancha, tenemos que vencernos y convencernos a nosotros mismos, tenemos que aceptar, que si alguien va a viajar dos semanas al año, una se la deje para recorrer los caminos de la misma Mancha, y la otra, su cabeza y su mente, vaya al lugar que desee. Pero al menos la mitad de sus días de descanso, atraviese este rectángulo de Mancha, con un cuadrado en el lado, superior derecho, que es Guadalajara. Tenemos que convencer a los de la gran metrópoli, Madrid, que no solo tomen estas tierras de paso, sino que duerman algún día, y tendrán, quién sabe otros sueños, se sentirán y conocerán mejor. Al fin, señor Azorín, que es Madrid, sino un enorme poblachón manchego…
Podemos recorrer aguas y aires, piedras en forma de palacios y casonas, recovecos con repositorios de historia, que denominamos museos: Museo del Viaje a la Alcarría, Museo del Arcipreste de Hita, ambos edificios que presentan y representan dos libros, dos autores. Porque al final, como el maestro Cela indicaba, un libro es más duradero que una catedral, puede permanecer con nosotros siglos y milenios, al final, la Odisea y la Biblia siguen existiendo, y no tenemos un edificio completo de la antigua Grecia, ni de la Antigua Israel…
Dos libros, que modificaron la forma de percibir el hombre, el de Hita y el de Padrón. Un escritor de hoy, tiene que enfrentarse-confrontarse a estas, ambas realidades, si los anteriores fueron capaces de escribir de otro modo, porque pensaban y percibían el mundo de otra manera. Los actuales escribientes tendrán que imitar, ampliar la mirada de la percepción del mundo. Si va usted a uno o ambos museos, tiene que hacerse esta pregunta. Percibir nuevos modos de ver el mundo –en legalidad y moralidad-, igual que usted no viaja ahora como hace treinta años, no viste de la misma manera, ni siente lo mismo, ni piensa lo mismo. Los escribidores de realidades, eso es lo que hacen, es lo mismo el género literario o filosófico, sea teatro o novela o cuento o aforismos o artículos periodísticos. Su realidad, es como Shakespeare, es intentar expresar la esencia de lo humano, en pensamiento/s y en deseo/s y en acto/s de palabras-imágenes-conceptos-ideas…
Redacto artículos, no solo como regalos de información, sino buscando la obra maestra en el artículo. Algo así, como cuando el maestro Umbral, indicaba, leía y releía cientos y miles de columnas periodísticas, para intentar entender y comprender la esencia del artículo. Algo semejante hace este modesto escribiente, rellena artículos para intentar expresar algo de la esencia y de la accidentalidad de lo humano, expresado en mil palabras.
Viajamos por Guadalajara, expresando en palabras-vocablos-términos de verbos/substantivos/adjetivos/adverbios, acordándonos de lugares y paisajes y personajes y recipientes arquitectónicos, como grandes ollas de historia para ser y estar mejor en este mundo: Museo de la Miniatura, Museo Diocesano de Arte Antiguo, Muso de los Tapices, Museo de Arte contemporáneo de Santo Domingo –en el que un conocido mío, envió en donación un libro de artista…-, Museo Saleta de Jovellanos, Museo Teresiano, Museo de Guadalajara…
Unir con sabores de comidas, unir con olores de campos y tierras y piedras, unir con piedras e historia, unir con seres vivientes que crecen buscando el sol, unir con aires y soles, unir con espíritus y almas. Ir y visitar y visitarse el Monasterio de Santa María de Buenafuente del Sistal, donde existen piedras, existen árboles, existen historia, existen almas que buscan al Buen Dios, al Eterno Misterio… dónde hay garbanzos y viandas y chorizos, dónde la carne y la mente y el alma humana puede descansar y sosegarse la mente. Dónde el ser humano siente y presiente y percibe y prepercibe. Siglos han habitado personas de carne y hueso y nervios y alma, que buscaban deseantes al Buen Infinito –si no recuerdo mal, en un viaje del Pontífice, hubo una monja, la más mayor en años de esta península, y, si no recuerdo mal, era de esta congregación…-. Aunque el futuro de los monasterios, es irse uniendo monjas de la misma congregación, para que algunos sigan siendo vivientes, -dicen que un monasterio se cierra cada mes en esta Celtiberia actual…-
Guadalajara, tan cerca y tan lejos, Guadalajara que duerme siglos en el centro de esta Península, Guadalajara que espera su príncipe azul, que le done un beso para que despierte. Guadalajara, que como la Mancha, tiene que ser consciente, que ella misma tiene que despertar de la somnolencia de siglos, porque de las doscientas regiones que forman y conforman el sueño de los futuros Estados Unidos de Europa, no somos más que ninguna, pero tampoco menos que ninguna. Para eso, tenemos que llamar a todas las puertas, para que cada ojo colabore con su mirada, unos creando empresas, otros creando cerámicas, otros creando perfumes de lavanda, otros preparando degustaciones de platos, otros rezando al Infinito Ser, otros rellenando hojas con palabras… Otros, como usted que…