Las personas mayores presentan una deficiencia alta en los niveles de agua ya que al envejecer va disminuyendo la proporción de agua en el organismo. Normalmente tienen una menor ingesta de líquidos, por una disminución de la percepción de sed, consumo de fármacos, como diuréticos o problemas de movilidad, entre otros.
Esto hace de ellas personas especialmente susceptibles frente a la deshidratación, especialmente en la época estival, donde aumentan las necesidades de hidratación para todo el mundo ya que el calor, la humedad o la actividad, hace que se produzcan grandes pérdidas, especialmente a través del sudor.
Asimismo, también se ha observado un mayor peligro de padecer deshidratación en los pacientes mayores que consumen tratamiento crónico con diuréticos y metformina.
Desde la Consejería de Sanidad se recuerda la importancia de que las personas que se encargan del cuidado de los mayores les mantengan hidratados con el fin de reducir los problemas relacionados con una ingesta deficiente de agua y estimularles para conseguir mantener la ingesta mínima diaria.
Así, se aconseja que el anciano beba entre uno y medio y dos litros de líquido al día en forma de agua, zumo e infusiones. El umbral de sed es más alto, lo que supone tener más pérdidas de líquido para sentir la sensación de sed.
Es por ello que en personas dependientes y con deterioro cognitivo se recomienda estar especialmente atentos, ofreciéndoles líquidos de forma regular, sin esperar a que ellos la pidan, en pequeñas cantidades. Además de los líquidos, ciertos alimentos con alto porcentaje en agua pueden ayudar a mantener un buen nivel de hidratación, como frutas y verduras (melón, sandía, naranja, tomate, etc).
Asimismo, se recomienda pedir consejo a su profesional sanitario si se utiliza de forma crónica ciertos medicamentos (diuréticos para la hipertensión o insuficiencia cardiaca), que pueden afectar al estado de deshidratación.