Barreda: viaje de ida y vuelta

Manuel Valero.- Entre el viaje de ida y vuelta a la Universidad de Castilla-La Mancha hay todo un mundo. Y más que eso: una región. Fue el viaje que en 1983 emprendió el entonces doctor en Geografía e Historia, José María Barreda, sin dejar por ello la Historia. Simplemente pasó de enseñarla a hacerla. Su nombre será el de un hombre pegado a Castilla-La Mancha y su trayectoria un condensado informe para entender los acontecimientos que jalonaron el nacimiento de una región y el proceso de consolidación del PSOE regional para dejar de ser una vicaría de Ferraz y convertirse en un aparato, un fuerte aparato, intramuros del Tajo.

También es una crónica sentimental que nos da claves para conocer a la persona y su conversión al comunismo pese a haber nacido en el seno de una familia aristocrática. Ocurrió lo que escribe el propio Barreda en su Historia vivida, Historia construida: llevado por su carácter inquieto y predispuesto a lo social estudió en los Marianistas, tan abiertos al paisaje más allá del régimen franquista, que lo había, que su madre-dice- le soltó en una ocasión: los marianistas te han vuelto comunista. Resulta paradójico que un chico de su tiempo de cuna noble y de educación religiosa cayera seducido por el comunismo hasta que alumbró la idea de que dictaduras ni las del proletariado. Captado por dos históricos del socialismo ciudarrealeño, Manuel Marín y Miguel Ángel Martínez rompió el carné del PCE y se afilió al PSOE y desde ese momento se le abrieron las compuertas de la Historia para vivirla y construirla. Y escribirla.

Lo fue todo en Castilla-La Mancha. Y en el PSOE. Y para redondear su copioso y rico periplo lo completó con la primera derrota del partido de Castilla-La Mancha frente a los populares liderados por su mayor enemiga: María Dolores de Cospedal. Contra lo que pueda parecer fue la pérdida del poder bajo su mandato lo que completa su gran peripecia vital. Luego de su pase por el Senado y el Congreso de los Diputados se retiró de la política -no de la militancia- y treinta después regresó al lugar de donde había partido: la Universidad. Y de la Universidad a su rol de abuelo, una vez jubilado. Ya se lamenta el propio Barreda en Historia… de no haber estado más tiempo con sus hijos. Por cierto, el relato del nacimiento de Jaime que por poco lo hizo un 18 de julio de 1983 (nació el 19) pareció una escena de una película de Berlanga: bullicio, voces, quejas y reyertas.   

Historia vivida, Historia construida es el relato de su vida y de su obra, desde la niñez hasta las aulas universitarias. Lo que hay en medio de ese trayecto es tan frondoso como rica y excitante su trayectoria política e institucional. La aparente contradicción entre su origen y su marxismo juvenil lo resuelve con naturalidad, como escribe a lo largo de toda la obra con un estilo de sencilla fluidez: Hijo de vencedores, compañero de vencidos.  Es un repaso amable que reúne a cuantas personas estuvieron en su camino y participaron en su proyecto político y humano. Muchas. La Universidad regional, las infraestructuras escolares,  deportivas y culturales, y la Sanidad, forman parte de las etapas luminosas. La intervención de la Caja, la historia interminable del Aeropuerto y, sobre todo, el pavoroso incendio de Guadalajara jalonaron su mandato presidencial. Este último episodio fue tal vez el más doloroso para él.

Hay dos personajes en la vida política de José María Barreda, además de sus padrinos: José Bono y María Dolores de Cospedal. No me ha sorprendido la distancia con que trata al primero sobre todo en los últimos tiempos, ni tampoco la revisión exacta de las circunstancias que rodearon el incendio de Ribas y su perversa utilización política por parte de la que en un segundo intento logró sentar al PP en Fuensalida por apenas cuatro años. No lo digo ahora. En su momento (1 de julio de 2009) escribí en el diario digital Miciudadreal:  

Haría bien el PP en echar el freno al frente electoral del trágico incendio de Guadalajara. Es tan evidente el afán obsesivo de avivar políticamente aquel fuego fatal sólo porque está en la hoja de ruta hacia Fuensalida, que es difícil sustraerse a la sospecha de que para María Dolores de Cospedal  con tal de sentar los reales en el puesto de mando autonómico, cualquier cosa tiene validez en la brega política.

Y más adelante:

 Ahora hay un proceso en curso. Lo mejor que podría hacer el PP es dejar de soplar sobre los rescoldos y que la justicia actúe en consecuencia. Un silencio prudente ante un caso tan doloroso como el de la Riba, una espera paciente y sin alharacas a la conclusión final de los jueces, daría al PP una imagen más políticamente humana que el rosario de ruedas de prensa que organiza casi a diario con el fin de hacer creer que fue Barreda el que prendió la cerilla de la barbacoa, o casi.

El libro, pues, es un documento para entender el vértigo de aquellos tiempos en los que todo estaba por hacer a través de la mirada no solo de un testigo sino de un hacedor de las cosas.

La parte personal y familiar tiene algunas anécdotas y descubre a un buen tipo, muy amigo de sus amigos (tuvo muchos, especialmente la tristemente fallecida Carme Chacón y Miguel Barroso, su marido) que destila autenticidad: la suerte de salir indemne de una redada policial cuando pegaba carteles del PCE en Madrid usando la misma estrategia que cuando fue sorprendido por un enjambre de avispas que atacó a su hermano Fernando y a su amigo Talete y él se quedó quieto como una estatua. También resulta imperdonable que en un viaje a París… ¡se quedara dormido durante la proyección de la película El último tango! Lo exonera el trajín activista de aquellos días.

Un buen libro de lectura ágil, con decenas de nombres de la vida política, social, deportiva y cultural con evocación a su familia original, su enamoramiento de Clementina Díez de Baldeón y su familia propia, los veranos infantiles, el colegio marianista y sus gratuitas, que compendia también la música y los libros que muchos compartimos. La banda sonora de la vida de Barreda fue la de muchos y sus libros de cabecera, también. El capítulo del vagabundeo de cómicos en galera de mulas que componían la compañía La Cueva organizada y dirigida por su hermano Ramón es una delicia y trae a la memoria La Barraca de Federico García Lorca. Tal vez la imitaran. Seguro. ¡Qué gran idea!

No hay revisión sangrienta en su viaje por la memoria salvo la referida a la “catadura moral” de Cospedal y sus socios de estrategia. Cada cual escribe su propia vida desde la experiencia de haberla vivido. Pero el hecho de que quien esto escribe haya sido tangencial, en parte, a la vida pública de Barreda por mi tarea de periodista hay un pasaje que habla del periodismo (él mismo dirigió un periodiquillo en los Marianistas) como una profesión tocapelotas. Desde luego que lo es. Y también lo es que ese toqueteo trae consecuencias. En una de las ocasiones que lo entrevisté titulé: EL PSOE es el partido de Castilla-La Mancha. Era un titular críptico y crítico que desconozco si captó o captaron sus colaboradores porque me pareció una idea peligrosa identificar un partido con un territorio al uso del PRI mexicano. Y aún me lo parece. El trabajo realizado por socialistas a lo largo de la historia autonómica es indiscutible e impagable pese a los pocos gozos de algunas sombras, pero un partido y un territorio si son inseparables el uno del otro sugiere la indeseable sensación del partido único, y el PSOE aún con su hegemonía durante casi tres décadas, no lo era. El propio Barreda tuvo ocasión de comprobarlo ante una adversaria desafecta y cruel, sin que aquella derrota merme un ápice la calidad y cualidad de un personaje definitivamente histórico en nuestra tierra común.    

Historia vivida, Historia construida

Autor: José María Barreda Fontes

Edita: Biblioteca Añil

Tapa blanda: 477 páginas.