Martín Ruiz.- Presidentes de diputación, alcaldes o alcaldesas, concejales, además de tener ideas propias deben ser “ladrones de ideas”. Copiar, mejorar, ampliar las buenas ideas que salgan de la comunidad científica, de asociaciones, de ciudadanos particulares… Así lo afirma Bart Somers, antiguo alcalde de la localidad flamenca de Malinas (Bélgica). Sommers ha sido el artífice del LEKP (Pacto Local por la Energía y el Clima del gobierno flamenco) presentado el mes de junio de 2021, que establece una serie de medidas «claras y sencillas» para los municipios que deseen actuar en materia de clima. Frans Timmermans, vicepresidente de la Comisión Europea y artífice del Green Deal apoya entusiasta el enfoque: el Pacto ha sido ratificado ya por casi todos los municipios flamencos (293 de 300).
Objetivos claros, concretos, que todo el mundo pueda entender
Hoy Bart Somers es Ministro flamenco de Interior y Asuntos Administrativos (lo que demuestra que los alcaldes sin miedo, con ideas, ambición e inteligencia pueden subir en el escalafón político). Su Pacto actúa en cuatro ejes: «movilidad, ecología, agua y renovación”. Los objetivos de cada una de las cuatro áreas son sencillos. He aquí algunos de ellos para 2030:
– plantación cada año de un árbol por cada habitante de cada localidad,
– Instalación de una estación de recarga de coches eléctricos por cada 100 habitantes de cada localidad,
-recuperación de un metro cúbico más de agua potable por habitante y año,
-renovación energética de, al menos, 50 viviendas por cada 1.000 hogares cada año…
Hay que tener en cuenta las últimas declaraciones del Grupo de Expertos que estudian el clima (GIEC): o generamos una movilización sin precedentes en los próximos 3 años o ya no se podrá cumplir el objetivo de limitar a 1,5ºC el calentamiento global del planeta. El proceso de desertificación y agotamiento del agua en embalses y acuíferos que sufre el centro de la península debería impulsarnos a actuar con urgencia.
Hay más objetivos sencillos que se pueden integrar en el Pacto:
-Creación de un kilómetro de carril-bici cada año en cada localidad,
-Instalación de autoconsumo fotovoltaico en instalaciones municipales, colegios e institutos para que todos estén en autoconsumo fotovoltaico antes de 2030,
-Convenir, con la entidad bancaria donde cobran su nómina los empleados municipales, la concesión de préstamos, avalados por el consistorio, a cualquier vecino que solicite la instalación de autoconsumo solar en su domicilio. Las cuotas del préstamo serán el rendimiento mensual de la instalación fotovoltaica. De esta manera el vecino no desembolsa ni un euro, convirtiéndose en propietario – y perceptor del beneficio económico que genera la instalación- pasados los 5 ó 6 años que tarda en amortizarse (o antes si siguen los actuales precios de la luz).
-Integración de la comida sostenible en los comedores escolares de la localidad,
-Rebaja de impuestos municipales y prioridad en la contratación de las empresas (sobre todo industriales y agrarias) que reduzcan de forma verificable su huella de carbono y respeten los derechos laborales de sus empleados,
-Creación de una línea de transporte público cada año, preferentemente gratuita…
-Generar espacios de debate, informando periódicamente a la ciudadanía de los avances y de las decisiones que deben tomarse con carácter urgente,
Los gobiernos regionales tienen que apoyar a sus municipios
Ante proyectos así los gobiernos regionales no están teniendo más remedio que apoyarlos: por cada euro invertido en los objetivos anteriores el Gobierno Flamenco (el gobierno regional) pone otro más. En Francia, Bélgica, Holanda… los alcaldes son un poderoso grupo de presión que empuja a sus gobiernos para tomar decisiones que ayudan a los municipios en general. En nuestra región los alcaldes son más bien sumisos al poder regional.
Los objetivos antes mencionados son tan claros que ayudan a movilizar a las comunidades locales, que a cambio, reciben subvenciones. La popularidad del Pacto Local por la Energía y el Clima se debe a la accesibilidad de las medidas propuestas. Habla Somers: «La Comisión Europea encontró este plan muy inspirador porque estos objetivos adoptan un lenguaje sencillo que todo el mundo entiende. La gente se está movilizando, preguntando: ¿dónde vamos a plantar estos árboles? Hoy se puede ver a los ayuntamientos y organizaciones ecologistas planificando plantaciones, lugares para colocar estaciones de recarga, por donde van a ir los carriles bici adicionales, etc.».
Los alcaldes tienen que ser “ladrones de ideas”
Como explica Rahm Emanuel (ex-alcalde de Chicago y ex-jefe de gabinete de Obama) en su libro The Nation City “los buenos alcaldes son ladrones de ideas”. Somers lo reconoce: el Pacto Local proviene del programa «Yes we plant» (sí, nosotros plantamos) lanzado por Valonia en 2020: “Después de más de veinte años como alcalde, esto es lo que yo también creo: como alcalde, no se te pide que inventes la escritura, sino que encuentres o “robes” buenas ideas. Nuestra idea también puede ser copiada muy fácilmente… Copiar a otros es también inspirarse en ellos».
En la Comisión Europea existe un “Pacto Europeo de Alcaldes por el Clima y la Energía” que es un primer paso para difundir este plan local entre los municipios interesados. Y esto, sea cual sea su tamaño. Todos los municipios, pequeños, grandes, medianos, pueden adherirse. Los firmantes del Pacto se comprometen a adoptar un enfoque integrado para la mitigación del cambio climático y la adaptación al mismo. En los primeros dos años de su adhesión deben presentar un Plan de Acción para El Clima y la Energía Sostenible, con los objetivos de recortar las emisiones de CO2 en al menos un 40 % para 2030 y aumentar la resiliencia al cambio climático. En cuanto a la recompensa económica, la regla es que se obtiene una suma proporcional al número de habitantes. Somers añade que «se trata de dejar de lado la planificación climática abstracta, o al menos de trasladarla al ámbito local».
Además de premios habrá “castigos”: La Asamblea Ciudadana sobre el futuro de Europa ha recomendado al Parlamento Europeo que las ciudades reciban sanciones o subvenciones en función del rendimiento de su transporte público respecto al medio ambiente y la contaminación (vehículos eléctricos, transporte público ecológico, peatonalización, fomento del uso de la bicicleta, etc.). Las sanciones o subvenciones dirigidas a las autoridades locales deberán aplicarse, en particular, sobre la base de los cambios introducidos por las ciudades en materia de transporte ecológico, teniendo en cuenta cuál es su punto de partida.
Más ambición y visión a largo plazo
Pero ayuntamientos y diputaciones pueden ir mucho más allá, sobre todo en el campo de la vivienda. La ciudad del mañana debe ser sostenible, una ciudad en la que no se aumentan los límites y apenas se construyen nuevos metros cuadrados en beneficio de la renovación de viviendas y solares vacíos. Las grandes empresas de la construcción han entendido el reto de la sostenibilidad: Bouygues Construction (una de las mayores empresas constructoras de Europa) prevé dedicar el 95% de su actividad a la renovación de aquí a 2030.
El modelo de declarar urbanizables nuevas zonas alejadas del centro, desprovistas de espacios públicos y dependientes del automóvil, es un disparate ecológico, económico y social. No es sostenible y nos lleva a un callejón sin salida, además de hace aflorar sospechas de clientelismo y malas prácticas. Sobre todo cuando hay miles de viejas viviendas en deterioro, solares vacíos y locales comerciales desocupados dentro de la ciudad. Esto ocurre en casi todas las localidades medias de nuestra región.
Dejarlo para más tarde será demasiado tarde
La escasez energética y la aceleración del cambio climático ya están aquí (ya están aquí, sí: el diesel escasea ya en la costa Este norteamericana; la Agencia Internacional de la Energía acaba de anunciar que este verano escaseará el diesel en Europa). Ayuntamientos, diputaciones y gobiernos regionales no pueden eludir sus compromisos, no pueden esconderse transfiriendo al gobierno central las decisiones menos agradables. Retrasar las decisiones solo conseguirá que el sufrimiento que trae el cambio climático y la penuria energética sea mayor. Provincias, pueblos y ciudades intermedias son el nivel más importante para movilizarse a favor de la transición ecológica.
Porque las cosas a veces se atascan a nivel nacional o internacional. Trabajar en el ámbito local evita la verticalidad de los planes elaborados desde la cima de la pirámide de Bruselas o de Madrid. Y los gobiernos nacionales se construyen a menudo sobre coaliciones complicadas, que sólo se mantienen con mucho compromiso. En los ayuntamientos la gente se conoce, puede organizar las cosas más rápido. Para conseguir una transición ecológica justa y luchar contra el cambio climático, las ciudades, de todo tamaño, son esenciales. Necesitamos diputados, alcaldes o alcaldesas, concejales… atrevidos, ambiciosos, inteligentes y con las ideas claras frente al cambio climático. Pasar la iluminación pública a bombillas Led está muy bien. Abordar de forma urgente la lucha contra el cambio climático, con unan visión global y tocando todos los ángulos del problema es mucho mejor.