Jesús Millán Muñoz.- Umbral y muchos, expresaban que toda la literatura española, que es una manera de expresar el sentir de España, está dividido entre Quevedistas o Cervantinos…
Pueden pasar los moldes estéticos y de las teorías de la literatura y de las Artes, de las sensibilidades humanas, y, de la historia y todos sus vericuetos, con sus jardines y sus tapias y paredones, pero puede que esta afirmación o enunciado o concepto, que no sé cual será su origen primigenio, puede que sea cierto y verdadero y, que esté dividida entre estas dos grandes sensibilidades los que producimos sombra en nuestros viñedos/olivares. En definitiva, es el humor (de personalidad y de comicidad), tanto humor lleva en su corazón-alma-carne los escritos de Quevedo como los de Cervantes.
La verdad que algunos, con razón, indicarían, que también tendríamos la sensibilidad de Góngora y su barroquismo, también Lope de Vega y su arborescencia creativa, la de Calderón un poco posterior y su metafísica cristalizando palabras en diálogo… Quizás, podríamos indicar, que todos los que hemos venido después de ese siglo llamado de oro, hemos ido mezclando y combinando con nuestros pasos y biografías, con los quehaceres de nuestro tiempo y sensibilidades y circunstancias, a todos esos prohombres: Quevedo, Cervantes, Lope de Vega, Góngora, Calderón y otros anteriores, siempre con la ascética y la mística de la de Ávila y el de Fontiveros… Al final, tenemos que aceptar que somos un cocido madrileño y manchego de todos ellos y de todas ellas.
Pienso y opino y percibo, que a nivel de presencia en el mundo de hoy y de ayer, a Quevedo se le ha olvidado, quizás, no tuvo el enorme talento de realizar-construir-materializar una gran obra como el Quijote de Cervantes, quizás le faltó tiempo, quizás, si hubiese reunido todos sus libros -me digo a mi mismo-, en solo uno, diferentes capítulos, a veces, así lo leo-releo en mi caso, como si toda su obra, de diversos géneros solo fuese un solo libro, un solo título. Así, pienso Quevedo está y estaría a/en la gran altura de Cervantes, Shakespeare, Dante, Homero, Dostoievski, Proust, Joyce… Si sentimos toda la producción de Quevedo que se ha conservado como un único libro o título, los vientos nos ofrecen una obra genial y maestra para todos los siglos y para todas las culturas…
Pienso y opino y siento, que no se han construido suficientes entidades e instituciones de y sobre Quevedo, de y sobre la producción cultural de Quevedo, de y sobre su vida y sus políticas y sus cárceles y sus exilios y ostracismos interiores. Quevedo tiene muchas facetas y perspectivas que no hemos explotado. Una obligación de la Mancha es elevar a Quevedo a la categoría, similar o un paso-peldaño por debajo del gran Cervantes-Quijote-Sancho-Dulcinea. Quevedo nos enseñaría mucho a los humanos de hoy, de poesía, de política, de periodismo, de humor y de mil facetas. Quevedo está por descubrir –no se rasguen las chaquetas académicas, tantos que llevan décadas y siglos analizando y estudiando…-.
Hoy recordamos y homenajeamos a esta Fundación de y sobre Quevedo, inserta en la Mancha de la Torre de Juan Abad que con medios modestos, están intentando levantar cañones de fuegos artificiales, para que nosotros los que habitamos esta Piel de Toro, nos percibamos del enorme valor de la literatura de este personaje-persona. Puede tener sus claroscuros, qué persona-personaje no los tiene, de los famosos y famosas, y, de nosotros, que somos desconocidos en el mundo. Pero tendremos que aprender y aprehender en el árbol de la historia y de la Historia, plagiar-copiar-imitar lo bueno, no hacerlo con lo menos bueno. Cierto es, que tenía sus obscuridades.
En ese siglo, siempre he pensado, que es lamentable-triste-trágico, que las diez grandes figuras, que nos han creado mucho de las sensibilidades y percepciones que nosotros, pequeños hombre y mujeres, que hemos ido viniendo a esta rueda del mundo detrás de ellos. Es triste y trágico, que esos diez grandes figuras, pueden ser doce o veinte, los que ustedes quieran, muchos se entendieron y se conocieron y se estimaron y se valoraron, pero también, hay hechos y datos, que tuvieron una inquina y rencor y maledicencia entre algunos de ellos.
Cuestión que siempre, en mi modesta existencia me ha ocupado/preocupado. Porque esa lucha cainita en el foso de las cinco de la tarde del toreo nacional, ha continuado. Unos intelectuales-escritores-pensadores-artistas contra otros. Y, y, yo siempre me acuerdo, que salimos al campo de la Mancha, y encontramos distintas especies, que existen, cada una con su hueco, cada una con su ecología y su naturaleza, y, todas forman y conforman el mundo. Pues cada escritor o pensador o pintor es lo mismo, cada uno continúe su camino y su andar y su hontanar… ¡Y, después, ya vendrán después los presentes o los del pasado y los del futuro, y dirán, si uno y su obra, si una y su obra, es genial o notable o solo bien…!
Decían los viejos maestros griegos, que no sirve ninguna filosofía que no intente curar algún mal humano. Sugiero, con todo respeto a mis coetáneos, que visiten esta Fundación sobre Quevedo, los distintos lugares de y sobre Quevedo de/en la Mancha, por ejemplo, la famosa Celda de Villanueva, y, también sugiero a los que están realizando esta labor encomiable y de gran valor, que analicen y estudien, si podrían empezar a coleccionar diversas ediciones de las obras de Quevedo, algo semejante, a como han hecho en El Toboso, con el Quijote.
Un gran escritor es como un espejo, que nos muestra algo de nosotros mismos, algo de nuestra carne, algo de nuestra mente, algo de nuestra alma, algo de nuestro tiempo y circunstancias e historias. Quevedo es un enorme espejo en el que podemos vernos reflejados y retratados. Paz y bien.