Luis Miguel Ortiz ha pronunciado este viernes un castizo y simpático pregón de la Feria de Mayo de Puertollano. Quien fuera concejal de Festejos y en la actualidad ingeniero y profesor asociado en la Escuela de Minas de Almadén ha cautivado a las numerosas personas que ocupaban el patio de butacas del Auditorio Municipal con su cercano gracejo y socarronería.
Tras recibir el testigo de manos del anterior pregonero, el veterano escritor y periodista Manuel Valero, que durante tres años ha asumido ese honor, Ortiz ha basado su discurso en los recuerdos de anécdotas vinculadas a los momentos más gloriosos de las fiestas de Puertollano. Desde que de pequeño se le quedó la cabeza encajada en las barandillas de Fuente Agria hasta las tribulaciones de la peña Cuenca Minera, el exconcejal ha rememorado episodios como el concierto de Los Suaves y la mítica confusión del cantante, que se creía que estaba en Talavera, o la preparación de 1.001 huevos fritos «para echarle huevos a la crisis», así como un sinfín de divertidos sucesos.
Se nota que lleva a Puertollano en la sangre, y por momentos no ha podido disimular su emoción al recordar a decenas de personas y colectivos que han contribuido a engrandecer las fiestas y el nombre de Puertollano.
Al sonido de un cornetín, ha pronunciado un pregón muy personal en el que también ha recordado los años en los que su padre trabajaba en el recordado bar Macías, la noria infantil, la actuación de Teresa Rabal, el olor a porro en el Palacio Azul, aquel concierto de Camela en el que conoció a su actual pareja o aquella vez que concedió una segunda oreja en una corrida de rejones por culpa del viento.
Antes de la intervención del pregonero ha actuado la Asociación Cultural Etnológica «Nacido de la Tierra», que ha llevado a las tablas un emotivo montaje escénico, audiovisual y musical, culminado por la magnífica interpretación de un mayo manchego.
Finalizó el acto la actuación de las alumnas del Conservatorio Profesional de Danza José Granero, quienes arrancaron los aplausos del público con la plasticidad y belleza de su embrujo flamenco.
Entre el patio de butacas del Auditorio se encontraban la viceconsejera de cultura, Ana Muñoz; los delegados provinciales de Fomento y Sanidad, Casto Sánchez y Francisco José García; el alcalde, Adolfo Muñiz, y una amplia representación de la Corporación, empresas, colectivos y Fuerzas de Seguridad del Estado.