Esbelta te levantas mirando, desde tu sobresaliente torre, al cielo azul de las tierras rojas de la Mancha para señalar allá arriba, en las noches estrelladas, la luz del lucero de la mañana y el devenir de la vida de los valdepeñeros que, subiendo por la calle de la Virgen, miran tu esplendor y tu luz reflejada en las piedras calizas de tu fachada.
Situada en el centro del pueblo de Valdepeñas, eres el lugar más visitado, más añorado y querido por lo ilustres habitantes de esta heroica ciudad que, un día, supo defender sus tradiciones y tu imagen luchando, con valentía denodada, contra el invasor francés. Coronando la plaza de España te sitúas como la más cotizada joya que poseen sus habitantes. En tu plaza se pueden oír, constantemente las alabanzas, los alegres griteríos de los niños y el murmullo silencioso de mil palomas que pueblan tu tejado.
Allá por el sigo quince los reyes más insignes y valientes de España, los Reyes Católicos, Don Fernando V de Aragón e Isabel I de Castilla te mandaron construir sobre otras nobles ruinas que nos recuerdan tiempos en los que la población era exigua y dependiente. Hoy desde tus alturas dominas la llanura y, majestuosa te levantas sobre la libertad y la paz de tus sueños.
Grande, hermosa y suntuosa, tus arcos se elevan al cielo en ese estilo gótico que sirvió para que el clamor popular, de las almas repletas de creencias subiera hasta la gloria y allí encontraran la respuesta a sus dolores y penas que este mundo, a los mortales, nos hace sufrir. Tu torre octagonal, coronada por un chapitel con reloj nos hacer mirar hasta las estrellas para contemplar tu altura y el sonido de las campanas, volteando sobre sus ejes, llaman a la oración y al recogimiento de un pueblo que sabe vivir en paz.
El viento y el sol te vienen azotando desde hace muchos años pero tu mantienes tu esbeltez y tu arrogancia de tal manera que las administraciones te han declarado monumento histórico artístico de carácter nacional con status de Bien de Interés Cultural. Orientada de este a poniente, con dos naves, una central, dividida en cuatro tramos de bóvedas estrelladas por arcos góticos y de unas altas dimensiones, y en su cabecera se sitúa el altar mayor con un gran retablo nuevo, porque el viejo fue quemado por los enemigos de la fe y de la religión allá en 1936, eres sin duda una gran catedral hecha de piedra caliza para dar calor a todos los que diariamente te visitan.
Parroquia de la Asunción, como todos los valdepeñeros te conocen y te honran, luz de Valdepeñas y refugio de las almas que a ti llegan. Virgen de Consolación cuya imagen ocupa la parte más importante del retablo del altar mayor, patrona de Valdepeñas, rescatada del valle de Consolación cuando estabas en peligro de caer en manos del invasor y el grupo de valientes valdepeñeros te colocó donde hoy sirves de consuelo y de paz a todos los que a ti levantan sus ojos solicitando ayuda. Has sabido ganarte el corazón de la ciudad y el cariño de sus moradores.
Te veo salir por la puerta del Sol, fachada principal orientada a la plaza de España, hoy tremendamente deteriorada y ayer una hermosa puerta de estilo gótico isabelino, ligeramente apuntado y abocinado, bellamente adornada con las doce hornacinas verticales coronadas por la que sería el conjunto iconográfico de la Asunción de la Virgen y pasear por las calles de la ciudad donde se hospedaran los Reyes Católicos y floreciera una de las mayores industrias agrarias que ha tenido España. Sus calles huelen a mosto y fermento y tu bendices a todos los que te acompañan y aquellos otros que desde las aceran te veneran y recogen tu aliento.
Hoy eres el centro de la gran plaza, porque tus muros han sido liberados de edificios por todos los puntos cardinales de tal manera que al norte mira tu otra nave llamada de San Lorenzo cuya imagen nos recuerda al grandioso edificio del Escorial dedicado por Felipe II a San Lorenzo, mártir quemado en las parrillas y que el santo sostiene en sus manos. Desde allí contemplas la amplia plaza donde reposa Juan Alcaide con un libro entre sus manos, un maestro humilde pero grande por su producción literaria, poeta de la Mancha, educador de generaciones y hombre bueno.
El recuerdo a las personas que han hecho grandes a los pueblos y que tuvieron un nacimiento humilde parece que debe ser un elemento importante para permanecer en la mente de todos, por eso cuando entro en la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Valdepeñas siempre miro hacia la lápida del Ilustrísimo y Reverendísimo Bernardo de Balbuena, insigne obispo de Puerto rico y creador de uno de los más notables canticos épicos españoles “El Bernardo”. Grande entre los grandes del Siglo de Oro español y generoso predicador en tierras americanas. Desde esa lápida del recuerdo a tu persona y a tu entrega miras a la Virgen y te unes a los corazones que elevan a Dios su oración.
Los avatares del tiempo han ido cambiando algunos de los elementos que adornaban tu fachada, como contrafuertes de sujeción de la nave principal, construidos de tal forma que en su parte superior estaban coronados con columnas terminadas con bolas doradas y soportando esculturas, algunas desaparecidas. No cabe duda que, en estos momentos, las administraciones te han embellecido eliminado las humedades y alguna de las piedras gastadas por la erosión pero tu puerta del Sol sigue sin las figuras de los once apóstoles y las hornacinas vacías tal vez por los odios de personas que destruyeron la cultura y los bienes de todos cuando voceaban por las calles, que tu pisas, falsas libertades y promesas baldías.
No es fácil terminar estas palabras de reconocimiento a una gran iglesia que, desde el centro del pueblo, preside la vida de todos los valdepeñeros sin recordar que en tu plaza el pueblo se congrega entorno a la patrona de Nuestra Señora de Consolación donde se celebran las fiestas del vino en los primeros días del mes de septiembre. Bendita sea Virgen de Consolación y bendito sea tu templo luz y resplandor del valle de las peñas de la heroica ciudad de Valdepeñas.
En el pasado estaba dedicada a la advocación de la Piedad……