La Semana Santa de Puertollano ha vivido este Miércoles Santo uno de sus momentos emotivos: la salida de la hermosa talla de Jesús de Medinaceli desde la ermita de la Virgen de Gracia, acompañado por su cofrades de raso azul y la Agrupación Musical Pasión y Muerte de Sabiote (Jaén). En esta ocasión la imagen ha sido portada a ruedas y no a costal, como se venía haciendo desde 2015 desde la adquisición del nuevo trono, y el acto ha deparado momentos de incertidumbre: un breve chubasco ha deslucido la salida, aunque finalmente la imagen ha proseguido camino.
Este año, y por primera vez, el cuerpo de Policía Nacional de Puertollano ha acompañado al paso, con el comisario Manuel Domínguez al frente. De este modo, y al igual que se ha hecho en otros municipios de la provincia, la Policía Nacional consolida e incrementa su presencia institucional en los desfiles procesionales, con la participación de los máximos responsables de cada una de las comisarías y sus agentes vistiendo uniforme de gala.
La cofradía de Nuestro Padre Jesús de Medinaceli fue constituida el 13 de enero de 1957. La imagen fue donada por Modesto Menasalvas Recuero y María Caballero Rosa en 1948. Fue restaurada en 2006 por el sevillano Jesús Méndez Lastrucci.
Bueno, la asistencia de militares y policías uniformados a las procesiones es estrictamente voluntaria y no es incompatible con la aconfesionalidad del Estado según la Sentencia 34/2011 del Tribunal Constitucional…….
Está muy bien que vayan. Nada que objetar. Pero a título personal y sin uniforme.
España es un estado aconfesional desde 1978.
Cualquier religión debe ser respetada, como bien dice el 14 de la Constitución. Pero de ahí a que se mezclen las cosas hay un trecho.
Deberían ser las autoridades religiosas las que pusieran las cosas claras. Y, como dicen, esto dejará de ser un espectáculo en el que las FSE, el ejército y los políticos hacen el paseíllo para que les vean.
Ninguna administración puede retratarse sumisa a una doctrina, sea la que sea. Es la ley la que lo dice: El artículo 16 de la Constitución, que garantiza la libertad religiosa y de culto, prevé también que »ninguna confesión tendrá carácter estatal», así como que »los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones».
Pues el alcalde sale con el baston de mando.