Julián Plaza Sánchez. Etnólogo.- Hermanos mayores de la Hermandad del Silencio. En el ambiente cofrade son las personas que dirigen los designios de la cofradía un determinado número de años. Son las cabezas visibles, a veces con decisiones acertadas y otras no tanto. Protagonistas de restauraciones, de obras y de otras actividades que facilitan la vida de la hermandad.
En la Hermandad del Silencio la sección de mujeres, que hasta 1974 tenía una Hermana Mayor, solía ser la esposa o una hermana del Hermano Mayor. En dicho año, en el mes de noviembre, al unificarse las dos ramas de la Hermandad desapareció el cargo de Hermana Mayor. Desde entonces dicho cargo lo ostente la Virgen del Mayor Dolor y desde esa fecha, en la Junta Directiva forman parte de la misma cofrades femeninos.
Desde la fundación de la Hermandad, el Hermano Mayor ha sido elegido en Junta General. Solamente ha habido una excepción que fue cuando murió el doctor Chamorro, que el segundo hermano mayor pasó a ocupar el cargo, desempeñándolo hasta que en Junta General fue elegido otro. Una vez elegido, este nombraba su Junta, sin tener que ser refrendado por la Junta General.
Antes de aprobarse los actuales estatutos, se cambiaba de Hermano Mayor cuando la Asamblea lo decidía o él mismo lo pedía. Con los nuevos estatutos este cargo debe ser elegido cada cinco años, concretamente los años terminados en 0 o en 5. Una vez elegido nombra su Junta Directivo y puede aumentar o disminuir el número de componentes o bien sustituirlos, si así lo viese oportuno para el mejor funcionamiento de la Hermandad.
Con el cambio de estatutos en el año 1995, se continúa con la misma norma. La variante en la actualidad es que el aspirante o aspirantes al cargo deben presentar su candidatura al secretario de la Hermandad con 15 días de anticipación a la celebración de la Junta y en esa candidatura deben constar los nombres que presenta con la designación del cargo que cada uno tendrá si sale elegida la candidatura. De esta manera, la Directiva saliente puede comprobar que cumplen los requisitos que mandan los estatutos para desempeñar dichos cargos. La candidatura más votada debe presentarse al Obispo para que la ratifique. En la actualidad aunque el Hermano Mayor puede modificar los miembros de la Junta Directiva, debe hacerlo en Junta General.
La Hermandad del Silencio, desde su fundación ha tenido los siguientes Hermanos Mayores:
Don Elías Gómez Picazo, desde 1942 a 1947.
Don Angel Plaza Díaz, durante unos meses.
Don Ricardo Gómez Picazo, desde 1947 a 1953.
Don Ricardo Chamorro Rodríguez Salinas, desde 1953 hasta su fallecimiento el día 3 de febrero de 1961,
Don Alfredo Ballester Escobar, desde el 3 de febrero de 1961 hasta 1969. Ha sido el único Hermano Mayor no elegido en Junta General, pues era segundo Hermano Mayor, cuando falleció el que era en esos momentos, ocupando el cargo a su muerte.
Don José Fernández Pérez, desde 1969 a noviembre de 1974.
Don Rafael Ruiz Ruiz, desde noviembre de 1974 hasta el 2015, siendo reelegido en Junta General de los años 1980, 1985, 1990, 1995 y 2000.
En el año 2015 se votó a dos candidaturas que se presentaron para conseguir el cargo de Hermano Mayor, saliendo elegida la candidatura que encabezaba Pilar Ruiz García.
De los hermanos mayores destacar, aparte del fundador del que hemos hablado en otro capítulo, al doctor Chamorro. Este se instaló en la capital como Profesor Jefe de Cirugía en la Diputación Provincial, en junio de 1942 y destacó por su compromiso social y profesional para con Ciudad Real. Fundó en 1958 el Sanatorio Nuestra Señora del Prado en la calle Toledo, aunque tuvo una muerte prematura.
Podemos afirmar que el esplendor de la hermandad lo consiguió durante el mandato de Rafael Ruiz. Destacar el aumento de hermanos, la salida de sus titulares a hombros y la rehabilitación de tronos e imágenes, además de la adquisición de nuevos enseres. En el año 1974 se hizo cargo de la Hermandad del Silencio y estuvo al frente hasta el año 2015. Su mayor preocupación durante todo este periodo de tiempo fue el mantener vivo los fines de los fundadores: procesionar en silencio haciendo oración y penitencia, fomentar la amistad y compañerismo entre los hermanos, ayudar a los necesitados con actos de caridad.
Pilar Ruiz sucedió a su padre, y fueron sus padres los le inculcaron el amor por la Hermandad. Desde el primer momento trabajó para adaptarse a los nuevos tiempos. Implicó a los jóvenes y aprovechó la sabiduría de los mayores. Su deseo era vivir como hermandad durante todo el año, no reducir esa experiencia a unos pocos días durante la celebración de la Semana Santa. Pero la muerte no dejó que finalizara su primer mandato al frente de la Hermandad del Silencio.
Aunque su mandato fue corto por el inesperado fallecimiento, consiguió llevar a cabo todos los actos programados para celebrar el 75 aniversario de la Hermandad. El último de ellos se llevó a cabo el 30 de diciembre del año 2017, Pilar inauguraba un mosaico conmemorativo del 75 aniversario de la Hermandad. El lugar elegido para ubicarlo fue la fachada de la casa propiedad de la familia Notario. Un lugar emblemático frente al Camarín de la Patrona, donde los hermanos del Silencio rememoran en su salida de madrugada del jueves Santo, la estación de la muerte del Señor. Este fue el último acto que cerraba la conmemoración del 75 aniversario. Nadie podía suponer que dos años después, concretamente el uno de diciembre de 2019, Pilar nos dejaba.
Pilar había tomado el relevo generacional, se hizo cargo de la Hermandad cuando lo dejó su padre. La tradición es lo que identifica a la Hermandad del Silencio. Las generaciones conviven durante años: los abuelos, los padres, los hijos y los nietos. Así lo inmortalizaba el abuelo de Pilar, Juan José García Cabrero, en una poesía que tituló: la oración del abuelo.
Ante el Cristo se arrodillan
con la cara desnuda
y, el más viejo de los cuatro,
el hombre de la cayada,
la voz rota en mil temblores,
los ojos llenos de lágrimas
dice a su Cristo adorado
al par que al niño levanta.
“Hace muchos años ¡ muchos!
mi abuelo trajo a tus plantas
a este viejo, que era entonces,
un niño, todo esperanzas
y yo vengo aquí, a pedirte,
que él, con la cabeza cana
traiga también a su nieto
y te ofrezca sus plegarias”.
En su última circular se dirigía a todos los hermanos del Silencio, desde la personalidad franciscana que caracteriza a la Hermandad. Afirmaba que es una Hermandad singular y única, conformada por hermanos seguidores de Cristo y de su Madre la Virgen del Mayor Dolor. Entre las señas de identidad tenemos por un lado el aspecto externo de la túnica franciscana, la cruz de Jerusalén, el cíngulo con sus cinco nudos recordando las cinco llagas de Cristo o las sandalias. Por otro lado aquello que no se ve pero se siente, la austeridad, la minoridad franciscana y la sencillez.
El actual Hermano Mayor, Ángel Ruiz Moyano de la Torre, fue elegido en asamblea extraordinaria celebrada en los salones parroquiales de San Pedro, el 19 de septiembre de 2020. Posteriormente fue confirmado oficialmente por el señor Obispo de Ciudad Real y juró su cargo como Hermano Mayor, tras la lectura del nombramiento por parte del consiliario don Alfonso Cabezuelo el 15 de noviembre de 2020.
LA HERMANDAD DEL SILENCIO INICIA SU CAMINO. Una vez constituida y elegido al Hermano Mayor, el siguiente objetivo es procesionar por las calles de Ciudad Real. Para esto se necesita que los hermanos obtengan las túnicas y adquirir las imágenes titulares de la Hermandad.
VESTIMENTA
Como las personas que fundaron la Hermandad se inspiraron en los padres franciscanos, tanto en su estética como en su espiritualidad, para confeccionar la túnica tomaron como modelo la que utilizaban los miembros de dicha congregación. Por lo tanto, los penitentes saldrían a procesionar con túnicas de estameña y sandalias franciscanas. Con el paso del tiempo se irán perdiendo las líneas originales, al ir sacando copia de dichas túnicas las modistas y zapateros.
Como nota curiosa las primeras túnicas costaron 140 pts., las confeccionó Juana que cobraba un duro por cada una de ellas. Respetaron las formas del hábito franciscano, salvo el color. En la Hermandad se eligió el negro para la túnica como expresión del luto por la muerte de Cristo. El negro significa al mismo tiempo, la oscuridad en que vivían los espíritus, antes de que amaneciera un nuevo día, previo a la Pasión, muerte y resurrección del Señor. Por eso se buscó que el recorrido procesional comenzase de noche y finalizara al amanecer, ya que a través de la cruz de Cristo amaneció el día de la Nueva Ley. Se consideró que no hay nada más trágicamente bello que la Pasión y Muerte de Cristo. Nada más profundamente cristiano que un relato dramático, por lo que decidieron incorporar a la Hermandad la dramatización litúrgica del Viacrucis.
Una vez elegido el color y forma de la túnica, el tejido sería de estameña o paño negro, zapato negro que pronto se cambió por sandalias franciscanas sin calcetines, guantes blancos, cíngulo de seda con dos colgantes con tres y dos nudos en cada uno de ellos y terminados en borlas amarillas. En el pectoral del capillo, se llevaría el emblema de la Hermandad, que es la cruz de Jerusalén rodeada de cordón amarillo. En la parte delantera de la túnica se llevaría una fila de botones blancos que llegaría hasta el borde inferior de la túnica. Los hermanos alumbrarían con velas eléctricas.
En el transcurso del tiempo la túnica y sobre todo sus complementos han sufrido algunas modificaciones que son las siguientes:
1.- A los cofrades que portan atributos y colaboran en la procesión del martes Santo de la virgen, se les cambió el capillo negro por otro blanco, de la misma forma con la cruz central de Jerusalén en rojo, ribeteada con un cordón blanco.
2.- El cíngulo primitivo, debido a la dificultad para obtenerlo, fue sustituido por un cíngulo de pita o cáñamo rematado en dos colgantes en el lado derecho, manteniendo los dos y tres nudos en cada uno de ellos.
3.- El zapato negro se sustituyó por sandalias franciscanas y sin calcetines, hasta que en una Junta General un cofrade de edad avanzada propuso que se pusiesen calcetines blancos, aceptándose la propuesta.
4.- El alumbrado fue al principio velas blancas eléctricas, hasta que ya siendo hermano mayor don Alfredo Ballester Escobar, en el año 1967 se cambiaron estas velas por los actuales hachones, también eléctricos y con tulipas de cristal. Estas tulipas se tuvieron que suprimir, pues se rompían con facilidad. En el año 2002 se comenzó a cambiar el alumbrado eléctrico de los hachones por el de cera líquida.
5.- Se añadió una cruz metálica en el lado izquierdo en el año 1964, como control distintivo de las bajas de la Hermandad. Posteriormente, también como control, se implantaron a partir de 1976, unos adhesivos que se pegan sobre la cruz metálica, con el número de cada hermano y que cambia de color anualmente.
Año tras año, en las filas de penitentes cuando la Hermandad procesiona, resalta el negro de sus túnicas que anuncia la tragedia y la luz de sus hachones que recorren las calles que comunican un tiempo de esperanza. Es costumbre bastante generalizada que la túnica sirva de mortaja a los cofrades fallecidos y si los familiares lo comunican con tiempo, el Hermano Mayor ayuda a la mortaja.
LAS IMÁGENES Y LOS IMAGINEROS
Después de constituir la Hermandad se hacía necesario encargar las imágenes que iban a ser sus titulares. Don Emiliano fue el que encomendó a Rausell y Llorens la realización de las imágenes. Para realizar el Cristo de la Buena Muerte, el párroco envió a los escultores una viga procedente del derribado convento de San Francisco. Este convento se construyó en la Edad Media, por lo que el Cristo está tallado en una madera a prueba de corrosión que, a su vez forma parte de la historia de Ciudad Real.
La razón social “Rausell y Llorens” estaba formada por los escultores Don José María Rausell Montañama (1898 – 1984) y Don Francisco Llorens Ferrer (1902 – 1964). Tenían su taller en la plaza del Pintor Pinazo, 1 de Valencia, y del él salieron para Ciudad Real, además de las imágenes titulares de la Hermandad del Silencio, las tallas de algunos apóstoles del retablo de la Catedral, la Virgen de Alarcos, el paso de misterio de la Hermandad del Encuentro y la Virgen del Prado. Aunque tenían el mismo estudio, cada uno tallaba su escultura y todas ellas eran decoradas por Don Juan Castellanos, el mejor decorador imaginero de Valencia y uno de los más acreditados de España, que tenía su talle en una pequeña travesía de la calle Alboraya, en la ciudad levantina.
La Hermandad ha logrado obtener unas fotocopias del libro de encargos de estos imagineros y con el número 116 está el encargo de la Virgen del Mayor Dolor, adquirida el dos de abril del año 1944, con un precio de 5.000 pts. Posteriormente se encargó la escultura del Cristo del Silencio, este encargo figura en el libro con el número 151. Su coste fue de 8.000pts. Salió en procesión por primera vez el tres de abril de 1947.
Pero la Hermandad utilizó para procesionar en los primeros años de su vida, desde 1943 a 1946, la imagen del Cristo de la Misericordia, que se encontraba en el convento de los P.P. Misioneros de Corazón de María y que había sido regalado a estos por la familia del fundador de la Hermandad. En la actualidad este Cristo se encuentra colocado sobre el Altar de la Parroquia de San José Obrero. Hasta que los Claretianos estuvieron afincados en Ciudad Real, el Cristo estaba en la capilla de su iglesia de la calle Corazón de María. Después pasó a la capilla de la Escuela del Rosario del barrio de Larache, hasta llegar al altar de la iglesia de San José Obrero que es el lugar que ocupa actualmente. La última vez que dicha Imagen estuvo expuesta al público fue en la exposición monográfica que en el año 1992 se celebró en el Ayuntamiento con motivo del cincuentenario de la fundación de la Hermandad. En la procesión extraordinaria que con dicho motivo se llevó a cabo ese año, en la madrugada del Domingo de Ramos, del tres al cuatro de abril el Cristo de la Misericordia formó parte de la misma y fue portado al estilo legionario por mujeres de la Cofradía. La nueva imagen de Cristo crucificado desfiló por primera vez el tres de abril de 1947.
El Cristo de la Buena Muerte, se trata de la imagen de un crucificado en el momento de expirar. Cuando se encargó la escultura, el fundador de la Hermandad pidió a Rausell que se inspirara en el Cristo de Velázquez, por entender que la severidad que emana de la figura realizada por el pintor era la que más se asemejaba a la idea de la advocación “Cristo de la Buena Muerte”. Su estilo puede clasificarse de Neoclásico. El estandarte guión de la Hermandad, pintado en óleo sobre seda, fue confeccionado por uno de los fundadores, don Pedro Contreras Grande, es fiel reflejo del Cristo de Velázquez.
Es el único de Ciudad Real que no lleva potencias ni corona, aunque hasta hace unos años las llevó. La corona la quitaron porque al ser superpuesta se movía y las potencias se suprimieron al pensar que Cristo murió como hombre y las potencias son atributos divinos. Tanto unas como otra se conservan y están expuestas en la Casa Hermandad.
Desde que se fundó la Hermandad ha estado instituida canónicamente en la iglesia de San Pedro. La imagen del Cristo estuvo en primer lugar por dentro de la puerta del Perdón, sobre cortinas de color rojo; posteriormente se colocó en la capilla que antiguamente se conocía como “la capilla del Cristo del Perdón”, más tarde, cuando las obras de San Pedro, se trasladó por el plazo de un año al convento de las Concepcionistas Franciscanas (Terreras), hasta que al terminar las obras de San Pedro fue colocado en el lugar que actualmente ocupa, justo al final de la iglesia en su parte izquierda, mirándolo de frente. Con las nuevas obras de la iglesia durante el año 2009, el Cristo fue trasladado a la iglesia de San Ignacio, en su pared derecha, siendo acogido por los Salesianos hasta finalizar dichas obras.
Este Cristo ha tenido, desde su venida a Ciudad Real, tres cruces. La primera era de sección ovalada que se cambió en el año 1952 por una arbórea, siendo necesario sustituirla en 1980, pues se había curvado un poco y se corría el riesgo de que se dañara la imagen. La nueva cruz de 4,60 de largo y 2,02 de crucero, se confeccionó en los talleres Lara de Socuéllamos y costó 70.000 pts. La cruz que llevó el Cristo desde el año 1953 hasta el 1980, que se conserva en la casa hermandad ha cerrado durante muchos años el desfile penitencial del Silencio, portada por hermanos al estilo legionario.
El Cristo además de presidir la procesión del silencio, también lo ha hecho en el Vía Crucis que terminaba en la plaza Mayor. En la actualidad lo sigue presidiendo el Lunes Santo, aunque ahora finaliza en la Catedral. También presidió el Vía Crucis de la Juventud de Misiones 1965. La noche de oración de la juventud en San Pedro, año 1980. Ante el altar mayor en la misa celebrada por la tarde, el día que volvió de su restauración de Almagro. La misa del centenario de los Cursillos de Cristiandad. La procesión extraordinaria del cincuenta aniversario de la Hermandad en la madrugada del domingo de Ramos del mes de abril del año 1992.
La Virgen del Mayor Dolor es la imagen de una Dolorosa en ademán de caminar.
Tiene las manos entrelazadas en actitud orante y es de talla completa. Estuvo colocada hasta que se realizaron las obras del año 1967, en un altar que había en la entrada del coro, entonces situado al final de la iglesia de San Pedro, justo tapando la puerta del Perdón. Este altar antes del conflicto armado de 1936 pertenecía a la Virgen de la Guía. Cuando comenzaron las obras de remodelación de la iglesia decidieron llevarla a casa del Hermano Mayor. Por ese motivo estuvo en casa de Rafael Muñoz y en la de José Fernández, pasando a la de Rafael Ruiz que es donde se encontraba hasta el fallecimiento de su hija Pilar Ruiz García. Actualmente se puede ver y visitar en la sede de la Hermandad.
Para realizar la escultura de la Virgen, el fundador indicó y sugirió al escultor, todo ello por indicación del párroco don Emiliano, que tomara como modelo la Dolorosa de Juan de Juni caracterizada por la dulzura de sus expresiones y el revuelo de sus hábitos. A este artista se la considera el padre del Barroco castellano. Aunque los autores son valencianos, las imágenes presentan un estilo castellano.
Esta imagen luce en los desfiles procesionales, una concha de plata rodeada de once estrellas y con piedras preciosas. Don Emiliano Morales recordó que en la bóveda de la iglesia, se había encontrado una concha con una nota que indicaba que, la misma, había pertenecido a una virgen del Mayor Dolor que había estado venerada en dicha parroquia, por lo que decidió donarla a la Hermandad cuando decidieron incorporar una Virgen. La única condición que puso es que esa Virgen estuviese bajo la advocación del Mayor Dolor. Esta concha ha sido restaurada, plateada y limpiada. También lleva la Virgen, clavado en el pecho un puñal. El primitivo con el que vino fue sustituido hace años por el que tiene en la actualidad, de plata y con piedras. Este es copia del que lleva la Virgen de la Amargura de Sevilla y que fue regalado por un matrimonio, hermanos de la Cofradía. En el dorso del puñal lleva las iniciales de los nombres de ambos.
La Hermandad posee una pequeña imagen de Cristo crucificado, realizada por don Faustino Sanz Herranz, firmado en el año 1964. Esta escultura durante muchos años perteneció al fundador Elías Gómez Picazo. En la actualidad es propiedad de la Hermandad, al donarla su propietario y como así consta en un escrito que envió en el año 1986.