Jesús Millán Muñoz.-En toda ciudad, pueblo, aldea está, heredada la sedimentación de siglos y milenios, generaciones de seres humanos que han rodeado sus límites, que han sido degustados por sus calles.
El viajero o los dos viajeros por unos motivos trascendentales o inmanentes han arado con sus pies estas piedras y arenas y plazas buscando la realidad. La interpretación de lo real. Cada pueblo o aldea o ciudad o megalópolis nos muestra y demuestra una o varias definiciones-descripciones-concepciones reales y posibles de lo humano, de la humanidad. Tomelloso también.
En este relámpago de pasos y realidad el viajero se acerca a los cuatro dólmenes, palos de ladrillos levantados horadando el azul de la meseta, como molinos escuálidos sin aspas y sin brazos, bolígrafos plumas clavados en el horizonte de la tierra junto al mar del azul cielo. Dicen, que en esta tierra hubo una compañía de unos cien, que eran los laberintos de la industria derivada del néctar de los redondos vegetales como ubres de la tierra, semiredondas y esféricas ofreciendo la síntesis de tierra y aire y espera y esperanza de los hombres a lo largo de siglos.
Los viajeros nadó-atravesó-horadó con su presencia la basílica-parroquia-iglesia de la Asunción de Nuestra Señora, combinación de piedras de la tierra, insertada en el aire viento por fuera y por dentro, mezclada y combinada con los vuelos del espíritu y los deseos del alma. La síntesis y reflejo y sinfonía de lo humano: carne y mente y alma inserto en la Naturaleza, Sociedad, Cultura eso es lo que somos, siguiendo a los maestros viejos, amados antiguos maestros: El Nazareno, Aristóteles, Tomás de Aquino, somos un ser substancial de cuerpo y mente-psique y alma-espíritu, en una galaxia de Naturaleza y Sociedad y Cultura. Eso es lo que somos y en lo que somos.
Los paseantes recorrieron las tierras y almas colectivas de este terruño del mundo, inserto y situado en un ovoide que en un enorme molino recorre millones de kilómetros cada día alrededor del centro de su galaxia. Dentro de este trozo de espacio y tiempo, pasearon por el vientre de la tierra, como un queso gruyer o gruyere con agujeros en el laberinto de la tierra, dónde se guardan y conservan líquidos de todos los colores surgidos de la planta verde y azucarada y la luz del sol y el hontanar del hombre/mujer horadando los surcos.
Lleno a reventar esta el subsuelo de agujeros grandes, bodegas, te suavizan la garganta y los ojos se abren/cierran un poco. El vivir es un trozo de queso/jamón y un pequeño vasito de este líquido de los dioses de la mitología griega, que ha ido atravesando los lugares, a caballo de todas las culturas-sociedad-ideologías-civilizaciones-interpretaciones de lo humano. Ciudad-Pueblo de las cien bodegas, podríamos autotitular a este lugar. Siempre me digo a mi mismo, con una decena o docenas de algunas de estos estómagos de la tierra, se podrían llenar de obras de arte. Convertirse en el primer museo subterráneo del mundo, dónde los colores y formas y esculturas y música podría besar los corazones cansados de los humanos. Que vendrían de otros lugares, a visitar este museo dentro de la tierra, colección de arte y música, para entender-comprender mejor el mundo. Aquí dejo esta sugerencia en forma de paloma con alas de viñedos.
Los viajantes, amantes de las formas y colores en lienzos y paneles, los viajantes atravesaron el dosel del Museo de Arte Contemporáneo Infanta Elena. Paredes con docenas de significados y temáticas y significantes. Siempre al enfrentarse a estos museos, medianos, de provincias que están clavados en los lugares del silencio, desparramados por montes o llanuras o mesetas, en recovecos esperando la voz y la mirada amiga que los entienda y comprenda.
Siempre que mi corazón se enfrenta a esos lugares de sabiduría y belleza y veracidad y buscadores de verdades, me llega desde lo más profundo del corazón-alma, la flecha que atraviesa mis carnes. Estos lugares museos tienen la misma categoría que los grandes centros internacionales mundiales de las grandes capitales culturales del mundo. Lo único que esas enormes naves que caminan por enormes megalópolis disponen de docenas de miles de obras, de todos los formatos, y, estos medianos contenedores de belleza, solo unos cientos. Pero en cuánto a calidad es semejante. Porque al final, el estilo internacional atraviesa todo el planeta occidental, desde la aldea más pequeña, con perros hablando a las estrellas, con gallinas picoteando el espacio del tiempo de su micromundo. Si no os fijáis en firmas y nombres os daréis cuenta de este aserto que atraviesa este vehículo de artículo de mil palabras es relativamente verdadero…
Los dos andantes, recordando a las eternas figuras arquetípicas, construidas por la mitología/sabiduría de un manco famoso, con muchas penas en su corazón, con mucha visión-percepción-inteligencia de la realidad, con un hambriento dolor de libertad, egregio manco, que desde entonces, millares de millares de escribientes-escribidores-polígrafos, intentamos imitar e imitarte, sea por fama o por notoriedad o por pasar a la historia o por vanidad o por soberbia. Los dos descansaron sus estómagos y sus posaderas en un recinto dónde se trufaba el líquido del lugar, con moderación y pan y galianos. Las miradas atravesaron la luz de la noche y los cuerpos-carnes-psiques-mentes-conciencias-almas descansaron sobre un rectángulo mullido de dos por dos metros…