“Las medidas tomadas en la Unión Europea impiden que Rusia vaya a gastar el dinero que pagamos por su gas para alimentar la guerra”, estas fueron las palabras de Josep Borrell, ensalzando las medidas no bélicas para frenar la guerra en Ucrania, y tras la votación en la ONU, días después, de declarar como agresión el ataque de Rusia a la soberanía de Ucrania, la abstención de China, Corea del Norte, Irán, Iraq, India, Cuba, entre otros, o la ausencia de Marruecos y Venezuela en esta votación de intenciones, hace que estas medidas económicas tomadas por la Unión Europea y OTAN, ralenticen o dificulten la compra para alimentar la guerra, pero no la imposibilitan, al ser ésta en sí misma un negocio.
Un negocio donde muchos querrán ganar sin salir en la foto. Por lo que el conflicto seguirá con dos bloques mucho más marcados y con la dicotomía, sí dicotomía, de que un bloque, el nuestro: la Unión Europea, por una dependencia energética como el gas, acaba financiando a su opositor.
Es frente a esta dicotomía, contra la que tenemos que actuar. Por desgracia, en el corto plazo es prácticamente imposible, pero las democracias liberales estamos obligadas, en el largo plazo a no depender energéticamente de países, democracias, federaciones, contrarias a nuestros principios y valores democráticos y liberales que nos dimos tras la segunda guerra mundial. La tan conocida transición energética, ya no es una cuestión sólo de desarrollo sostenible, se ha convertido en un objetivo estratégico de defensa para la sostenibilidad territorial y de los valorares occidentales tal y como los conocemos. Si a la planta no se la deja de regar, y más si es una mala hierba, no dejará de crecer.
Europa, y en nuestro caso España por posibilidades reales en la capacidad de generar energía, somos el país del sol, lo que debemos hacer es almacenarlo. Debemos trabajar en este concepto, en el medio-largo plazo, para romper esta dicotomía energética y dependencia con países que no comparten nuestros principios y valores y que, en algunos casos, manifiestan abiertamente el querer suprimirlos o abolirlos. Pero debemos actuar desde ya, como han hecho desde hace pocos años por estrategia económica las grandes compañías privadas del sector energético al reducir paulatinamente su dependencia con Rusia como proveedor, British Gas, BP, Shell, Galp, Repsol desde enero del 2022, Endesa, son ejemplo de ello. Pero seguimos dependiendo del gas, como país, y en nuestro caso casi un 9% del mismo es de Rusia. O dejamos de comprar gas a países abiertamente contrarios a nuestros valores y que además los atacan, con soberbia, y jugando con esta dicotomía, como es ahora el caso en Ucrania con Rusia, o el riesgo de pobreza energética por no tener energía o por no poder pagarla será continuo y latente en todos los países, no sólo en Ucrania.
La crisis energética que vivíamos por los precios de la electricidad y gas, y ahora, la guerra en Ucrania, y esta dicotomía de financiar a quien combates, Rusia, nos ha de impulsar a realizar el cambio energético que tanto necesita nuestro país y Europa, y además de los objetivos para garantizar nuestra biodiversidad y su desarrollo sostenible, también debemos añadir los objetivos estratégicos de defensa por mantener nuestra independencia energética de países contrarios a las democracias liberales, y a nuestros principios de concordia, respeto y libertad occidentales.
Señores de la Comisión Europea, señor Josep Borrell, aplaudo y apoyo las decisiones tomadas la semana pasada, para el ahora, pero también para el ahora y sobre todo para un futuro, impulsen aún más, el cambio en el modelo estructural, sistémico y cultural, de la generación, compra a terceros y consumo de energía en Europa.
Por Israel Marco Tejón
Portavoz de Cs en el Ayto de Guadalajara
Concejal de Gestión Energética