Miguel González Caballero, diputado Nacional del PSOE. España, Alemania, Suecia, Finlandia, Noruega, Dinamarca tienen una característica en común: cuentan con gobiernos socialdemócratas. Una lista a la que nuevamente se ha vuelto a sumar con fuerza Portugal, con una mayoría absoluta incontestable.
Hay vientos favorables para las ideas socialdemócratas. Los efectos devastadores de la pandemia han mejorado la opinión de la ciudadanía en torno a la importancia de los servicios públicos, en el rol de lo público para proteger la economía, en la necesidad de cooperar en momentos críticos, todos ellos valores de la socialdemocracia. Un cambio de ciclo que también se indica en nuestro país, como demuestra que hoy ya son mayoría los ciudadanos que piensan que el PSOE gestiona mejor la economía que el PP.
Las urnas y las opiniones mayoritarias indican que las recetas neoliberales de austeridad y “sálvese quién pueda” ya no funcionan. Es el momento de la socialdemocracia.Al fin y al cabo, hasta el más ingenuo de los liberales mira al Estado cuando la situación económica se pone crítica.
La respuesta socialdemócrata se encuentra avalada por la pandemia, bien minimizando los despidos con los ERTES, ya sea con acuerdos avalados entre patronal y sindicatos, bien apoyando la transformación de las economías con el Mecanismo de Reconstrucción, Transformación y Resiliencia. La actitud socialdemócrata, en la crisis sanitaria y ante los retos de futuro, es adecuada y visible, como muestra el récord de trabajadores afiliados en España con el gobierno de Pedro Sánchez.
Pero los vientos favorables no nos deben hacer caer en el triunfalismo. Esta oportunidad debe ser utilizada hábilmente para dar respuestas a los cuatro grandes retos que afrontamos como sociedad: compatibilizar la transformación de las economías con bienestar social, afrontar la transición ecológica de forma justa, avanzar en el desarrollo demográfico de las zonas rurales, consolidar derechos en sociedades abiertas frente a la amenaza del autoritarismo.
Para que los gobiernos socialdemócratas tengan éxito no deben perder de vista la dimensión europea, incidiendo en la cooperación en la toma de decisiones. En un mundo en el que hemos globalizado todos los riesgos, desde las finanzas hasta los virus, es fundamental europeizar las decisiones políticas, avanzando en la democracia y la transparencia de las decisiones. En ello también nos va la supervivencia de nuestro modelo social de bienestar.
Como nos recuerda Jonás Fernández en su libro “Volver a las Raíces” el reto de europeizar la política es comparable al que los partidos obreros realizaron a principios del siglo XX, cuando aceptaron el Estado-Nación como campo de juego político. Una decisión difícil pero que transformó la cara del Estado liberal en un nuevo rostro más social y humano. Hoy comprobamos los éxitos de tal determinación en forma de escuelas, hospitales públicos y redes de protección social.
El tablero de ajedrez se ha tornado global, los retos son distintos y aun más peligrosos, pero los afrontaremos con valentía. La acción y la pericia de los gobiernos socialistas de hoy será clave para mantener ese paisaje de progreso económico y cohesión social que caracteriza al continente europeo. Es hora de aprovechar el momento socialdemócrata.