La aljama de Ciudad Real

Julián Plaza Sánchez. Etnólogo.- Desgraciadamente la capital no ha conservado todo el patrimonio histórico que debía de haberse guardado a lo largo del tiempo.  Aunque esto es un hecho, no debemos permitir que caiga en el olvido su memoria histórica.


Arco perteneciente a la puerta de la Sinagoga Mayor de Ciudad Real. Foto: Jorge Sánchez Lillo

En este mes de enero se va a presentar en Fitur la red de juderías de España, en donde se recogen veintiuna ciudades. Es un buen momento para recordar que Ciudad Real, conocida en su fundación como Villa Real, tuvo una aljama de cierta importancia y que en la actualidad no queda el menor signo de su existencia.  Ni siquiera contamos con placas en las calles que conformaban la aljama, para dar a conocer el nombre original de la calle y el trazado de la misma. La desidia municipal en este caso, como en tantos otros, ha sido absoluta a lo largo de los años. Pero nunca es tarde para corregir errores.

Tenemos que recordar que cuando Alfonso X fundó Ciudad Real, un contingente bastante nutrido de población judía se trasladaría a ella. En el llamado padrón de Huete de 1290, ya se revela la aljama de Villa Real como una de las más importantes del territorio de Castilla. Atendiendo al número de judíos que tributaban se estima que lo harían 8.828, a lo que habría que añadir mujeres y menores. Respecto a esto el profesor Villegas opina que la cifra es excesiva, aunque el contingente de población judía si tenía bastante importancia. Constituyeron una aljama, denominada así porque el grupo de población judía disponía de instituciones necesarias para llevar su propia vida: sinagoga, rabino, cementerio, mikvé (baño ritual), Talmut, Torá (escuela religiosa), carnicería, horno y hospital para pobres.

El problema al que se enfrentaron los judíos, desde su aparición, era el préstamo con usura. Por este asunto, en 1292 Sancho IV se dirigió a ellos para que no llevasen a los cristianos más del 3% de interés de sus préstamos. Estos préstamos usurarios parece ser que motivaron el rechazo de la población cristiana. Por eso su situación comenzaba a estar amenazada. En 1298 la reina doña María mandó que se guardasen a los judíos residentes en la ciudad los ordenamientos hechos por los monarcas sobre sus logros y otros privilegios.

Delgado Merchán afirma que la población judía de la ciudad pagaba ella sola más tributos al erario público que el resto. Aunque efectivamente la cantidad con la que contribuía la aljama realenga era de una cierta consideración, hacia 1371 el declive de dicha aljama ya había iniciado su curso. La revuelta de 1391 la afectó fuertemente y como consecuencia de ello fue el despoblamiento de la misma. A la mayoría de los judíos se les forzó a tomar el bautismo.

En 1393 Enrique III hizo donación de la sinagoga mayor a su maestre-sala, Gonzalo de Soto. La vendió en 1396 al tesorero real Juan Rodriguez de Villarreal y este a su vez la donó en 1399 a los dominicos, con la condición que hicieran una iglesia bajo la advocación de San Juan Bautista. La reina doña Beatriz cedió en 1412 al fonsario, a su criado Juan Alfonso y posteriormente se lo pasó a la cofradía de Todos los Santos, San Juan y San Miguel. La ruina de la judería de Villa Real, más tarde elevada a ciudad, supuso un trasvase al concepto de cristianos nuevos. Sin embargo seguiría existiendo un número reducido de judíos, según consta en documentación de 1485 en donde se menciona a alguno de ellos que se dedicaban al préstamo usurario.

Después de probar la importancia que tuvo la aljama de Villa Real, nos queda ubicarla en la actual Ciudad Real. La judería se extendía desde la puerta de Calatrava a la de la Mata y hacia el interior estaba limitada por las calles Calatrava, Paloma, Lanza y la Mata, siendo el eje central la actual calle Libertad. Esta calle conocida originariamente como la calle Judería, dividiría la aljama en parte Este y parte Oeste. La actual calle Cañas limitaría el barrio por el Este, y desde esta calle a la muralla estaría seguramente despoblado, aunque posiblemente ocupado por huertas. Es lógico pensar que este barrio estuviese separada del cristiano por una cerca, pues como señala el profesor Villegas la cerca estaba abierta por la calle Barrera, actualmente Compás de Santo Domingo, y por la calle Judería a la actual Paloma. La calle Judería mantuvo su nombre hasta 1391, después de las revueltas que acabaron con la aljama, se conoció como Real de Barrionuevo. Sería una cosa nueva y bajo protección real. A partir de 1483 se llamó de la Inquisición, pues en ella se situó el tribunal del Santo Oficio para perseguir la herejía judeoconversa. En tiempos modernos se denominó Libertad.

Los nombres originarios de las calles que conformaban la judería, además de las descritas, serían los siguientes: la actual calle Paloma se conocía como Leganitos, la actual Cardenal Monescillo era conocida como Tercia que llegaría hasta la calle Libertad y desde aquí hasta la actual Lanza, se conocía como Culebra. La calle Conde de la Cañada era la de la Sangre, la calle Lobo es la actual Alcántara, Peña a Delicias, Combro o Cohombre es Corazón de María. La calle del Lirio era conocida como Loaysa, la del Refugio conserva su antigua nombre, que tomó de un hospital para mujeres indigentes.

Sería un atractivo más para la ciudad delimitar su antigua aljama y ya que no se ha conservado nada de su patrimonio, impedir que quede en el olvido su histórica. Los gobiernos municipales tienen una extraordinaria labor para enriquecer la cultura de una ciudad que necesita de estos proyectos para que permanezca viva. También, aunque no hemos hablado de ello, habría que delimitar el barrio de la Morería y el barrio Cristiano.

                                   Ciudad Real a 19 de enero de 2022

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8 COMENTARIOS

  1. En primer lugar corregir al autor, ya que la antigua calle de la Peña no es Delicias sino Sancho Panza. La calle Delicias se abrió a finales del XIX, antes no existía.
    Y en segundo lugar, creo que delimitar la antigua judería a día de hoy, cuando no queda absolutamente nada y sólo hay bloques modernos de viviendas, no tiene ningún sentido.

  2. Lo que se debería hacer es recuperar para el entorno urbano y la ciudadanía la puerta de la sinagoga en algún espacio público.
    Hay que democratizar y hacer accesible esa identidad y memoria. Y no encerrarla en un museo.

  3. -<>: no deja de ser curioso que desde el punto de vista judío la herejía primigenia donde está es en el cristianismo. Respecto el antiguo ayuntamiento, que fue casa de un judío expulsado, quizás merecería llamarla por lo que fue originariamente y servir de rechazo a la intolerancia católica de aquellos tiempos, más que albergar unos autómatas sin interés alguno de sonido estridente para los vecinos y transeúntes.

  4. Un saludo desde la atalaya que supuso la torre de Sancho de Ciudad, al que se calificó como heresiarca.
    Lástima que la casa-tienda de Alvar Díaz el lencero, esposo de la sobrina de Sancho, no tenga un cartel que lo mencione, sino que su historia comienza cuando fue confiscada por la Inquisición a su legítimo dueño para acabar siendo durante varios siglos la sede del concejo municipal.
    Buenas noches a todos

  5. Con un buen número de judíos residentes la vida comercial y cultural de Ciudad Real se enriquecería mucho.

    Israelíes bienvenidos si en Oriente Medio os asfixiáis.

  6. Todo este desastre fue bajo la alcaldía del señor Lorenzo Selas, para darle terreno a sus cuñados para construir y hacerse de oro, y lo increíble de todo esto, es que lo saben todo el mundo y nadie dice nada

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