Julián Plaza Sánchez. Etnólogo.- Uno de los personajes con mayor grado de participación en las fiestas navideñas, son los pastores. Seguramente su protagonismo se deba a que fueron los primeros en ir a ver a Jesús y en difundir la noticia del nacimiento del Mesías. Este oficio era muy conocido en Palestina y en las regiones limítrofes y su figura aparece frecuentemente en el Antiguo Testamento: Abel ofreció a Yahve los primogénitos de sus ganados.
Abraham recibió del Faraón ovejas. Isaac y Jacob cuidaban ovejas. Job poseía rebaños de miles de ovejas y camellas. También Moisés, David y Amós fueron pastores, y todos ellos estaban equipados con un cayado, una honda, un bolso para llevar alimentos y otro para las piedras de su honda. Además tenían una tienda para protegerse de las inclemencias del tiempo.
Por esto tradicionalmente han sido los pastores los principales protagonistas en la celebración de la Navidad. Lo manifestaban entonando alegres y populares cánticos, acompañados de sencillas danzas. Todo ello en alabanza al Niño Dios, rememorando aquel hecho de tanta transcendencia como fue el nacimiento del Mesías.
Según el evangelio de San Lucas en relación a los pastores ante el pesebre en donde estaba Jesús: por allí cerca había unos pastores, que pasaban en vela y al raso las horas de la noche, guardando sus rebaños. Un Ángel del Señor se presentó ante ellos y la Gloria del Señor los envolvió con la luz, quedando todos sobrecogidos de espanto. Díjoles el Ángel: no tengáis miedo. Mirad, vengo a comunicaros una grata noticia que será motivo de alegría para vosotros y para todo el pueblo. Os ha nacido hoy en la ciudad de David un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Esta será la señal para reconocerlo: encontrareis a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre…
Según las fuentes parece ser que eran tres los pastores a los que se les apareció el Ángel, conocidos como Josefo, Isiaco y Jacobo. Estos abandonaron sus rebaños y fueron los primeros en adorar al recién nacido y llevarle sus regalos: un cordero, requesón y almendras.
Desde época medieval los pastores montaban escenificaciones para representar durante los días navideños, cuyo argumento giraba en torno al texto evangélico. Las Pastoradas o autos de Navidad, es una costumbre que aunque se ha mantenido en alguna localidad, ha perdido su esencia pues ya no son representadas por pastores, a causa de su progresiva desaparición de la sociedad actual.
Normalmente los pastores se colocaban alrededor de la lumbre para cantar las canciones típicas de estos días.
San José llegó a pedir
limosna a unos ganaderos,
y le dieron de almorzar
y la mitad de un cordero.
Los pastores no son hombres
que son Ángeles del cielo
que en el parto de María
ellos fueron los primeros.
Pastores alegres
venid a Belén,
veréis que ha nacido
el Niño Manuel
veréis ¡que chiquito!
y ¡qué lindo! Es.
Junto a los pastores, en estas fiestas aparece un instrumento musical con cierto protagonismo. Estamos hablando de la zambomba. En las zonas rurales manchegas, cuando se acercaba la Navidad, era habitual fabricar una zambomba para cantar villancicos. Esta era incorporada al resto de instrumentos musicales como el almirez, la botella de anís, algún cencerro sin badajo para golpearlo con un palo, las castañuelas y la pandereta. Al acercarse las fiestas de Navidad y en la práctica totalidad de nuestros pueblos se comenzaban a oír los extraños sonidos producidos al tocar un curioso instrumento musical. Estamos hablando de la zambomba, instrumento musical tan popular que estaba extendida a todas las clases sociales.
En la actualidad hay un intento de recuperación de este instrumento caído prácticamente en el olvido. Los más viejos del lugar recuerdan como lo hacían en su juventud y se preocupan por transmitir los conocimientos. Es un instrumento membranófono frotado de forma indirecta. El sonido lo produce la vibración de una piel por fricción, sobre una caño o cuerda unida a ella. Consta de tres partes: el cuerpo, la caña y el parche.
Como cuerpo se emplea cualquier recipiente que tenga una boca suficientemente ancha. Quizás el más común sea el barro y de hecho los alfareros se dedicaban a fabricar este instrumento. El recipiente tiene que estar abierto por la parte inferior para evitar que la vibración del aire encerrado provoque el estallido de la piel, además de mejorar considerablemente su volumen pues actúa como caja de resonancia. En algunos lugares se emplearon viejos cangilones de noria hechos en barro, es el caso de Villafranca de los Caballeros en Toledo.
La caña normalmente se elabora a partir de un cañizo seco de los que crecen en las riberas de los ríos. Hay que procurar que tenga un tramo largo, sin nudos para mejorar la fricción, este tramo se denomina diente de la zambomba. La parte inferior tiene que estar engrosado para colocarlo en el centro del parche y poder atarlo con una cuerda, sin atravesar la membrana. En Portugal se sustituye la varilla por una cuerda que atraviesa el parche por un agujero central y se ata a un palo de unos cuantos centímetros. La cuerda sobresale por la parte inferior de la zambomba.
El parche se fabrica con piel animal y se coloca lo más tenso posible sobre la boca de la zambomba, sujetando en su centro la caña. Si la boca no es muy grande se puede emplear piel de conejo, también es muy apreciada la piel de gato. Lógicamente después de pelarla y secarla. La vejiga del cerdo era de lo más utilizado para este menester. En esta época del año era normal asistir a las matanzas, y como del guarro se aprovecha todo solían guardar la vejiga. Para ello se introducía por la abertura un canuto y se hinchaba poco a poco, al mismo tiempo que iba sobando con cuidado de que no se rompiese. De esta forma se quedaba del tamaño de un globo. Este proceso se tenía que llevar a cabo recién extraída la víscera para facilitar su manejo. Antes de que secase, se colocaba la caña en el centro y se tensaba sobre el recipiente, dejándola secar unos días antes de ser utilizada. Si la boca de la zambomba era muy grande se requería pieles más fuertes y grandes, como la de cabrito u oveja. Estas tenían que ser más trabajadas para quitarlas el pelo y dejarlas elásticas.
Cuando habían terminado la elaboración de la zambomba, para tocarla se colocaba bajo el brazo izquierdo, con la caña hacia delante o hacia un lado. Después frotar la caña hacía arriba y hacia debajo de forma rítmica con la mano húmeda por lo que era necesario proveerse de un recipiente de agua, un trapo húmedo o bien simplemente escupir en la mano. También se podía frotar sujetando una hoja de berza, verdura que conserva su humedad.
La zambomba está asociada a la época Navideña. De hecho se fabrica solamente para el momento sin pretensión de conservarla para otros años. Es normal que el instrumento no resista más que una Navidad, aunque se guarde lo normal es que se deteriore. Este sonido, según algunos musicólogos, en las culturas arcaicas están relacionados con lo sobrenatural, y de ahí que se asocien a ritos iniciáticos y religiosos.
En la sociedad moderna es cada vez más difícil encontrar alguna localidad que siga con la tradicional fabricación de la zambomba. Es habitual localizarlas en los mercadillos navideños, aunque no están fabricadas artesanalmente. Muchos son los villancicos que hacen referencia a este instrumento.
La zambomba tiene un año
y el carrizo tiene dos,
y el que la está tocando
tiene más de treinta y dos.
Zambombita, zambombita
hoy te tengo que romper,
porque a la puerta de mi novia
no has querido tocar bien.
Ciudad Real a 24 de diciembre de 2021