Dice Michel Tournier en su excelente trabajo El espejo de las ideas y a propósito de la contraposición –una más a lo largo de todo el libro– El sauce y el aliso, que “La vegetación es la fiel imagen del medio en que crece, y más precisamente de su hidrología”.
Y aquí el maestro indaga en la prevalencia de las aguas en el régimen de las plantas: así las plantas grasas de los países de aguas tibias, en los matorrales espinosos de los desiertos y en los musgos de las regiones frías y húmedas. Ampliando la óptica de Tournier, podríamos aceptar que la vegetación –y por extensión el arbolado y sus acomodos urbanos de parques y jardines– no sólo serían ese reflejo implícito de las aguas visibles/invisibles con la vegetación. También, y en mayor medida, serían y son las imágenes del medio social en que crecen y se desarrollan. Y no digo esto desde el oportunismo de la COP 26 de Glasgow 2021, y a propósito del cambio climático. Circunstancias en las que todos demandamos más zonas verdes y mas arbolados y menos carga de CO2,sino desde la constatación de las deficiencias de su mantenimiento por parte de los organismo responsables.
Hay un largo recorrido en este diario digital sobre los problemas de las podas inconsecuentes y de las talas injustificadas que reducen el parque. En Puertollano en 2014 se nos informaba de un pérdida del 20% del arbolado urbano por diferentes razones. Baste aplicar el buscador con esas voces ‘podas’ y ‘talas’ para que resulte un tropel de noticias que se encadenan desde –por poner un fecha de referencia– 2013. Fecha del 5 de agosto, en que Eusebio García del Castillo publicaba una entrevista con la bióloga Pilar Ruíz López, que denominaba ¿Por qué mueren los árboles? Entrevista en la que se daba cuenta de la lenta extinción de los olmos del Parque de Gasset, de la misma especie de las rondas del Carmen y de Alarcos y de la Plaza del Pilar. Incluso se informaba de la saca de raíces de los jardines del Prado, con motivo de las obras de acondicionamiento de ese año. Una tarea, la de la muerte de los árboles –Puertollano y el paseo de San Gregorio, cuentan con un abultado listado de denuncias de Ecologistas en acción, desde 2014 a 2020– que se acompasa con las denuncias sobre podas excesivas a lo largo de 2017. En Ciudad Real, en el pleno de noviembre de 2018, y en el trámite de participación ciudadana, un ciudadano denunciaba las podas excesivas que se venía produciendo. También llegamos a saber, merced a esa información del servidor de Miciudadreal, el promedio de árboles podados en la campaña de 2013 (12.000 unidades) y de 14.000 unidades en 2018 y que se repiten en 2019. Podas que en 2014 tuvieron un importe de 300.000 euros y que al día de hoy esa cantidad se habrá incrementado. El tema de las talas se toca menos y se aduce, en ocasiones como en 2013, que las caídas de árboles se justifican por la presencia y acción de fenómenos climáticos. Aunque haya otras ocasiones, como la tala de las melias de 2014 en la calle Hernán Pérez del Pulgar, en que se aduzcan razones fitosanitarias muy dudosas. Otras melias, como las de la calle Calatrava, fueron taladas con motivo de las obras de peatonalización. Y avanzando que serían sustituidas por especies más ‘aptas’; sin que al día de hoy se haya producido la tal sustitución más allá de la colocación de algunos arbustos sobre maceta gigante.
Por ello ha llamado la atención que la concejalía de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Ciudad Real venga, en las páginas de este periódico, enseñoreándose con un serial botánico llamado Árboles singulares de Ciudad Real, y que acaba de llegar a la entrega XXXI. Puede que la intención de publicitar las excelencia botánicas locales tenga otras interpretaciones. Incluso cuando se propaga al orbe la elevada dotación de zonas verdes con las que nos regalamos se acerca a cierta imagen del propagandismo de ocasión. Como ha ocurrido con ocasión de la ampliación del Parque Forestal de la Atalaya. Y es que no todo es problema de cantidad, también lo es de calidad.
Frente a la imagen decorosa y mimada de las piezas arbóreas excepcionales que aparecen retratadas y biografiadas en el serial de Miciudadreal, hay que contraponer la otra imagen de una concejalía que practica talas indiscriminadas sin fundamentos, sin información y sin prescripción. Y podas –por llamarlas así, pero resultan ser inhabilitantes para la planta– que exceden de los requisitos fitosanitarios.
En la mente de todos tenemos casos que no son una simple anécdota, sino una respuesta sintomática al crecimiento de los árboles y a los problemas de su desarrollo. Aquí se quejan mucho algunos colectivos animalistas del mal trato dado a las palomas, pero no he visto a nadie equivalente –salvo puntuales denuncias y quejas– pronunciarse del mal trato dado a los árboles urbanos. Con la ventaja añadida, de que éstos últimos no acarrean los problemas de limpieza y de higiene de las palomas. Piezas urbanas que se suprimen, sin constancia de enfermedades previas, sin extracción del tocón y sin reposición alternativa. Así la supresión de la línea de árboles de la Avenida de Europa, por una supuesta ordenación del tráfico y de los aparcamientos, que carecía de toda lógica botánica y nadie ha movido un músculo más allá de las quejas por los problemas que acarrean las obras en los alrededores. Igual que se suprimió, el verano pasado un ejemplar excelente de pino en el recinto de las dependencias de la Administración del Estado de la Puerta de Santa María. Sin justificación y sin reposición. O la última por mí conocida, que es la supresión del ajardinamiento de las calles peatonales –perpendiculares a Camino de Sancho Rey– para dar paso a un ‘jardín seco’ de espíritu zen y de minimalismo botánico, pero de escaso arraigo. Lo peor ha sido la supresión de piezas de aligustres en perfecto estado de salud, para dar salida a un capricho ¿estético? del responsable de turno. Dicen las malas lenguas que se suprimen los árboles para evitar tener que recoger las hojas caídas en el otoño y que plantean un problema que se tarda en resolver.
Periferia sentimental
José Rivero
Bueno, es de creencia popular que no hay que hacer caso a lo que digan las malas lenguas. Teniendo en cuenta que no son lo mismo las ‘lenguas malas’ y las ‘malas lenguas’…..
No se escandalice usted porque algunas defiendan las palomas y no las plantas. ¡Son unas pájaras!
Y para pájaro, Iñaki, el camello de la Plaza Puerta de Alarcos. Por si los lectores del señor que escribe estas líneas no saben una palabra del asunto, aquí va el resumen:
Iñaki es un traficante de droga que tiene su base en la Plaza Puerta de Alarcos, en un portal al lado de una frutería. A los vecinos los tiene acojonados y es bueno que se sepa cómo las gasta este menda. Lo mejor es que se vayan directamente a este vídeo,
https://www.youtube.com/watch?v=6Z4TsAJura8
en el minuto 2,19 se oye la voz desagradable de Iñaki, un camello de droga que vino de Lardero (Logroño), lugar donde hace poco asesinaron a un niño (descanse en paz), y se estableció en 2009 en Ciudad Real, en ese bloque de edificios donde hace de las suyas. Se cree que es un CHIVATO de la Policía y por eso le dejan VENDER DROGA EN EL CENTRO DE CIUDAD REAL.
Gracias al señor Rivero por permitirnos expresar nuestra opinión y gracias a este periódico por apoyar a los vecinos de Ciudad REal que hemos decidido plantar cara a los DELINCUENTES… ya que quienes tienen que hacerlo tienen las manos atadas por las leyes que dictan esos que mandan para proteger a los DELINCUENTES.
La POLICÍA no puede hacer su trabajo con las LEYES que gobiernan este país.
¡Qué le vamos a hacer!