Martín Ruiz.- ¿Es posible combinar una economía en crecimiento (1) con la lucha contra el cambio climático (2) y el consumo energético y de materias primas (3) que mantenemos hoy en día?
Hasta ahora, el crecimiento económico siempre ha llevado consigo un aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero para controlar el cambio climático es necesario que las emisiones mundiales disminuyan (¡y rápidamente!).
¿ES POSIBLE CONSEGUIR CAMBIOS EN EL MODO DE VIDA A GRAN ESCALA?
La pandemia que sufre todavía todo el planeta nos llevó, tanto a los particulares como a las empresas y a las administraciones, a cambiar radicalmente nuestra vida. Hemos sido capaces de reaccionar ante una amenaza letal invisible. La Covid-19 ha causado pérdidas terribles en vidas humanas –ya vamos por 5 millones de fallecidos en el conjunto del planeta- y también ha generado tristeza, sufrimiento, penurias económicas. Pero la humanidad, con distanciamiento social, mascarillas, lavado de manos, confinamiento y vacunas, ha sido capaz de reaccionar y mitigar el impacto de la pandemia.
Otra amenaza letal se cierne ahora sobre los seres humanos: una crisis ecológica, económica y social sin precedentes, consecuencia de la quema de petróleo, gas y carbón que está sobrecalentando océanos y tierras, provocando un cambio del clima catastrófico. ¿Vamos a ser capaces de reaccionar adecuadamente para conservar nuestra supervivencia como especie?
¿CÓMO ACTUAR?
A estas alturas tenemos que comprender que el clima está cambiando de forma intensa y rápida, ya se observa a simple vista, no hay que ser científico para percibirlo. El telediario de TVE de la noche del 3 de noviembre lo expone muy bien. A partir del minuto 28 y 40 segundos la meteoróloga Mónica López explica el aumento de temperatura que ya estamos sufriendo en España y las previsiones de subir entre 2 y 5 grados más. Esto conlleva un aumento de la evaporación de la humedad del suelo, lo que implica mayor aridez del terreno, lo que a su vez hace que aumenten los incendios forestales que son mucho más difíciles de apagar, pues la leña está más seca y arde mejor. Así se cierra el círculo vicioso: aumenta la desertificación y vuelta a empezar. Mónica López explica muy bien la “regla de los 3 treintas”: Humedad inferior al 30%, velocidad del viento superior a 30 km, por hora y temperatura superior a 30 grados .. conducen a incendios forestales más frecuentes, más dramáticos y en cualquier punto de la península ibérica. El aumento de la temperatura del agua del mediterráneo, junto con otros desarreglos climáticos, están aumentando el número de tormentas de alta intensidad (DANAS).
El Banco Central Europeo ha analizado los costes de “no actuar” contra el cambio climático: disminución del 4,6% del producto interior bruto europeo en 2.030. El coste de “actuar tarde” hace que el PIB europeo se reduzca en un 3,7%. En los países del sur, donde será mayor el impacto del caos climático, habrá mayor reducción del PIB.
Raúl Salazar, jefe para las Américas y el Caribe de la Oficina de la ONU para la Reducción del Riesgo de Desastres: «Hay una conciencia muy clara de que si no se toman medidas claras para abordar el cambio climático en los próximos 10 años, los eventos meteorológicos extremos van a ser abrumadores, especialmente para los países en desarrollo» y para todo el área mediterránea.
El reto ahora es el de transformar estas reflexiones en acción para responder mejor a los desafíos que se avecinan, modificar el modelo social, económico y medioambiental para avanzar colectiva y voluntariamente hacia una transición verde y responsable.
La única “vacuna” para el cambio climático consiste en cambiar nuestra forma de consumir, de producir energía, de nuestros sistemas de transporte. Y asegurar al mismo tiempo que nuestros ecosistemas permanezcan intactos para continuar absorbiendo el carbono que emitimos. Debido a la Covid, en un período muy corto de tiempo, el mundo entero, 7.000 millones de personas, cambiaron radicalmente su comportamiento. Debemos pensar y actuar contra el cambio climático en la misma forma.
¿QUÉ ES EFECTIVO PARA REDUCIR LAS EMISIONES DE GEIs?
las acciones más importante a nivel individual tienen que ver con minimizar el consumo de combustibles fósiles, usar el coche lo menos posible, reducir el uso de recursos como electricidad o agua, elegir alimentos altamente nutritivos, que dejen una pequeña huella de carbono, fabricar electricidad con sol y viento…Ser más conscientes de nuestro impacto sobre el medioambiente«.
Pensando en los costes del mercado, la energía eléctrica fabricada con placas fotovoltaicas es muy competitiva. Ha llegado a unos precios mínimos impresionantes, lo cual, con los marcos de política adecuados, la hace una alternativa perfectamente viable. Hoy, en casi toda la península, con una inversión de poco más de 7.000 euros se pueden instalar más de 6000 watios fotovoltaicos, inversor, cableado, instalación y conexión a red incluidos. ¿Cuánto rentan en el banco hoy 7.000 euros? Casi nada. Pues 6.000 watios electrosolares, bien orientados, pueden reducir sustancialmente la factura de la luz y del gas. La inversión se amortiza en 7 ú 8 años y, lo más importante, se reducen las emisiones de CO2 desde el primer día que funcione la instalación.
El argumento que usan algunos políticos, relacionados con las petroleras, y altos ejecutivos de esas empresas es que no siempre hay sol y no siempre hay viento. Pero hoy ya hay disponibles sistemas de almacenamiento de energía. Por 2.000/3.000 euros pueden instalarse baterías que permiten la autonomía energética de la vivienda. La amortización será mucho más rápida.
Algunas personas (quizás las de más edad) pueden opinar que para qué hacer sacrificios, mejor disfrutar de las comodidades de la vida moderna y olvidarse del asunto. Al fin y al cabo ¿Qué puede hacer uno solo frente al poder de gobiernos y multinacionales?
Los humanos tienen la terca costumbre de pensar en sus hijos, en sus nietos, en sus congéneres. Y la ciencia nos indica que la ventana de tiempo se está cerrando, pero también nos indica que es posible el cambio, que hay cosas que se pueden hacer sin caer en la desesperanza, en la “ecoansiedad”. Sí, como ciudadanos, como consumidores, como votantes… tenemos poder. Como individuos podemos hacer algo y ese algo no es marginal, es muy potente«. Boicotear el consumo de un producto determinado (una vez comprobado que su proceso de fabricación y su uso son altamente emisores de CO2) hará que la empresa cambie su proceso de producción. Sí, como consumidores los humanos tienen mucho poder.
EL PAPEL DE LOS GOBIERNOS
Nuestros líderes políticos, empresariales y de la sociedad civil deben acordar rápidamente una definición concreta y común de la recuperación ecológica.
Son necesarias muchas políticas públicas, a todos los niveles, para impulsar estos cambios. La tecnología y los «mercados» por sí solos no bastan para detener el cambio climático, Para resolver el Trilema del principio de este artículo la actividad económica debe desvincularse de las emisiones de gases de efecto invernadero. Este último parámetro es clave para nuestro control -o no- del cambio climático.
Los gobiernos, sean nacionales, regionales o locales, deben legislar, introducir obligaciones en el código de la construcción, sancionar a las empresas que no reduzcan sus emisiones, subvencionar a aquellas que se esfuercen en reducirlas, ayudar a las familias en los cambios necesarios de los sistemas de calefacción y refrigeración… tomar la delantera, dar ejemplo. Un compromiso de 55% de reducción de emisiones en 2.030 (y cero emisiones netas en 2.050) significa para los países cambios significativos en sus sistemas de energía y transporte.
EL PAPEL DE LAS EMPRESAS
Hasta hoy la economía globalizada es un sistema que básicamente destroza el resto de la naturaleza, pues la considera, así como a un gran número de personas, desechable y menos importante.
Luchar para mitigar el cambio climático precisa un gran replanteamiento de nuestra economía. Va a ser precisa una revisión de los modelos empresariales en la que el medio ambiente y las cuestiones sociales se consideren al mismo nivel que las económicas.
Pero una transición ecológica que se concentre exclusivamente en la reducción de las emisiones de carbono es insuficiente. ¿Qué valor tendrá el Mar Menor de Murcia si sus aguas son escasas y salobres, los suelos cercanos son incultivables, contaminados con residuos tóxicos y la biodiversidad ha desaparecido? Lo mismo puede decirse para el planeta, donde hay que sumar residuos radioactivos, océanos acidificados y rebosantes de plásticos.
Las empresas son claves para resolver los retos ecológicos, sociales y económicos. Si no se movilizan, en un periodo en el que la cuestión de la vida y la muerte será cada vez más importante, si no hacen nada para adaptar los procesos, repensar los modelos de consumo… las empresas no sobrevivirán, sea cual sea su sector de actividad.
Del mismo modo que la humanidad debe actuar contra el cambio climático por su propia supervivencia y no por la del planeta, que sobrevivirá a nuestros excesos, también las empresas deben reinventarse económica, social y medioambientalmente, poniendo su capacidad de adaptación al servicio de la transición ecológica por su supervivencia a largo plazo.
Las acciones individuales son muy importantes, pero no basta. Tan importante como los cambios en nuestras acciones, en nuestro consumo, son las decisiones concretas que realicen los gobiernos y las empresas. Como dice Inger Anderser (directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente) también debemos pensar a quien le compramos sus productos, a quién votamos, a quién le damos el poder ¿A los partidarios del «viejo mundo», que no dudan en utilizar el chantaje del empleo o de la soberanía nacional para frenar cualquier desarrollo, o a los partidarios de la protección del clima y la justicia social?
La próxima semana se tratará de la relación entre emergencia climática y agricultura.
El 77,94% de la energía consumida en España es importada. El sátrapa de Marruecos nos vende la de sus centrales de carbón, y Francia la de sus nucleares. No me extraña nada que paguemos mucho, lo que me extraña es que no paguemos dos o tres veces más. Es el precio de ser progre.
¿Esos datos de dónde los ha sacado?
Bueno, la acción individual es parte del colectivo. Por lo tanto, aunque uno no salvará el mundo por su cuenta, podría ser parte de la solución……