Manuel Valero.- Qué subidón. Va un modesto pero grande colegio, Calderón de la Barca, de una ciudad pequeña pero grande, Puertollano, y le dice a don Florentino Pérez a través de los cauces establecidos que en la soberbia arquitectura que se levanta sobre un estadio histórico hay un error.
No es un fallo técnico en el intercambio de césped o un atasco en la maquinaria que lo entoldará por completo. Algo más sencillo, que sin embargo, sería como una mota sobre una sábana blanca impoluta: al apellido del laureado presidente del mejor club del mundo le falta una tilde tan grande como el mismo estadio que bautiza. Así, Bernabéu aparece sin el acento visible sobre el sombrero casi galáctico de la estructura. Me enternece pensar en ello y me alegra. Unos chicos y chicas componentes del Comando Ortografía se percatan de la enorme metedura de pata y lo hacen saber mediante correo a los responsables del departamento de Atención al Público, quienes sabedores de la falta responden al comando que subsanarán el error.
No es baladí. Una obra que será puntera, supongo, (en esto tiene mucho que decir el amigo José Rivero), multifuncional, centro neurálgico comercial, lugar obligado de visita, parada y fonda de ocio y yantar, le va a deber su perfección total (bueno, casi que la perfección total no existe) a unos humildes escrutadores de provincias que rastrean como sabuesos las patadas que solemos darle, sí, yo también, a la correcta escritura según las reglas de una ortografía bien aplicada. Basta con mirar la foto. Ese Bernabéu, sin el pedazo de tilde ausente canta mucho más que los hinchas en el campo.
Lo extraño es que nadie se haya percatado de ello, desde el último operario al factótum don Don Florentino, pasando por supervisores, arquitectos, especialistas, delineantes, jugadores o simples curiosos. Ni quienes colocaron la palabra errónea. Menos mal que ahí estaban nuestros escolares paisanos para hacerle llegar al poder económico del fútbol su fallo. Supongo que los medios de comunicación se harán eco de la anécdota por cuanto tiene de paradójico: lo modesto y pequeño corrige a lo imperial y factuoso.
Gracias chicos por lo que a uno respecta y por dos razones: por ser de Puertollano y por simpatizar con los colores del Real Madrid. Hasta la ministra Isabel se alegrará de ello y se engallará por haber gobernado brevemente, eso sí una ciudad que cuenta con un colegio que tiene unos sabuesos que le ha corregido una palabra a la soberbia obra del Paseo de la Castellana.
Y uno que creía todo perdido por la presencia del móvil, por el ahorro en la escritura al que te obligan las nuevas herramientas de comunicación, por la supuesta escasez de lectura en los más jóvenes… Pues, no. Chavales, enhorabuena de nuevo.
Y os lo digo porque uno se ha ganado la vida escribiendo en un periódico y a ratos escribiendo libros. Y sé lo que es, cuando después de repasar el texto de una novela cientos de veces hasta que la propia lectura te produce tedio, siempre tienes el corazón encogido por si se escapa algún gazapo. Y vive Dios que se escapan. Yo, a veces le digo al editor que es que florecen solos por alguna razón.
Hay varios errores entre los escritores: las palabras mal escritas por desconocimiento, las que lo son por un tic disléxico que consiste en escribir mal la palabra que piensas correctamente, por fallo al escribir rápido… en fin. De ahí que es imprescindible escribir con un diccionario a mano y como eso ya pertenece al siglo pasado, con la RAE minimizada en la pantalla del ordenador para recurrir a ella a la menor duda. Aunque, lo sé por experiencia, estás tan embebido en la historia que cuando te llega la inspiración como un borbotón te dices que luego lo consultarás cuando se vayan las musas. Y lo olvidas, claro.
Ahora, uno respira más tranquilo, paradójicamente, al saber que existe un policía del lenguaje ortográfico en la ciudad y me hago la firme promesa de pasar al comando mi próxima obra con la garantía de que saldrá (casi) perfecta… ortográficamente hablando. De momento me quedo con el subidón que me ha producido leer la noticia por su contraste. Pensar que cuando se corrija, ese pedazo de monumento no va a bizquear del ojo que lo denomina por que el fallo ha sido detectado por un colegio de Puertollano, es como tomarte una buena vitamina ante tanta zurra y autoflagelación anónima que pululan por las redes.
Bravo, chicos y chicas. Don Santiago BERNABÉU y seguro que don Florentino PEREZ, perdón PÉREZ, os estarán más que agradecidos.
Y ya puestos, ¿No le faltan las comillas al nombre del prócer?
Lo cierto es que el uso del corrector de ortografía y gramática en dispositivos electrónicos como el móvil o el ordenador ha producido que cada vez prestemos menos atención, y por lo tanto, cometamos un mayor número de errores……
Manolo ¿ me tientas por gramático, por ciudadrealita, por arquitecto o por madridista? Todo por una tilde.
cojamos la parte por el todo o el todo por la parte o el todo por el todo o… yo que sé