Santos G. Monroy.- Los gatos se relamen los bigotes en la ventana tenebrosa, porteros perezosos del antiguo juzgado de Puertollano en la calle Hospital. A veces, en las noches de invierno, las desoladas habitaciones proyectan hacia la calle maullidos terribles con un eco espectral que pone los pelos de punta, y uno se pregunta cuánta historia se habrá vivido aquí, cuánto drama, cuánta felicidad.
Dicen los cronistas que el solar estuvo ocupado por un hospital entre los siglos XVII y XVIII, y que más que hospital quizá fuera casa de caridad para pobres y errantes, diletantes en una pesadilla de llagas, bubas y excrecencias drenadas por médicos de mascarillas picudas contra la marea de la peste.
Tras la desamortización de Mendizábal, en el siglo XIX, la manzana pasó a manos del Ayuntamiento, y los edificios del solar, construidos o reconstruidos, fueron utilizados como almacenes. Este, en concreto, como juzgado o sede de justicia. Aquí se inscribieron muchos nacimientos de puertollaneros que aún viven (con no pocos equívocos y confusiones), se certificaron muertes y se consagraron civilmente matrimonios. Ahí donde la ven, la calle Hospital fue a mediados del siglo XX una vía importante de Puertollano como cierre del núcleo religioso, administrativo y burgués cercado por las calles Real, Aduana, Torrecilla o Calzada.
Pero tempus fugit. La casa, de escaso valor arquitectónico pero con un abrumador peso emocional, se erige ahora ruinosa, con una de sus ventanas abiertas al túnel de un sueño inquietante de muebles rotos, puertas desvencijadas y crujidos en las tinieblas, esperando su propia extinción por derrumbe.
Quizá sea el único edificio de la ciudad minera que merece con toda propiedad ser llamado fantasma, porque ni siquiera tiene sustancia en las covachuelas de la administración al no estar inventariado por el consistorio de Puertollano. De hecho, en diciembre de 2020 fue incorporado por el Tribunal de Cuentas al listado de inmuebles sin uso no incluidos en los inventarios de bienes de los ayuntamientos, y su referencia aparece en los anexos como un enigmático epitafio que nos advierte de que todos seremos olvidados alguna vez: «Motivo de ausencia en inventario: sin identificar. Año de adquisición o de construcción: sin datos».
Deberian demoler ese edificio para evitar una desgracia
Nooo, que es patrimonio histórico, como los cines Gran teatro, ese si era un edifio para conservar.
Pues huele a mierda que echa para atrás, yo vivo al lado y ya no paso por esa acera, acumulación de mierda y pis de gato.
El conocido hospital de «San Juan Baptista» que fue, durante cerca de cuatro siglos, la única solución para los que no podían pagar a un médico que les atendiera en su casa y, también, el sitio a donde se dirigían los viajeros que no tenían ni para pagar una posada……