Emiliano García-Page. Presidente de Castilla-La Mancha.- El 15 de octubre celebramos el Día Internacional de las Mujeres Rurales desde que la ONU decidiera ubicar en esta fecha la visibilidad, al menos por un día, de quienes han sido prácticamente invisibles durante demasiado tiempo.
Sin mujeres no podríamos siquiera imaginar el mundo rural, ya que con independencia de los distintos roles que las mujeres rurales juegan en función del lugar del mundo en el que les haya tocado nacer y vivir, les une una realidad: son la clave para un mundo más justo, más equilibrado y mejor.
En nuestros pueblos, de manera tradicional, ha caído sobre sus hombros el cuidado de la vida, la crianza y la atención a las personas más vulnerables; el trabajo en el campo; la limpieza de los hogares y de las calles; y más recientemente, el cultivo del tejido asociativo. Pero ahora aspiran legítimamente a más: a compartir el mundo y la vida con sus compañeros, paisanos, amigos, vecinos…
En los países en desarrollo son esenciales para acabar con la pobreza extrema o el hambre. Si miramos a nuestro país y a nuestra tierra, las mujeres rurales son imprescindibles para poner fin a décadas de éxodo femenino del campo a la ciudad (dos de cada tres personas que abandonan un pueblo son mujeres), cuyas consecuencias más evidentes han sido pueblos envejecidos, masculinizados y con un futuro en entredicho, con todo lo que ello conlleva.
Despoblación, pérdidas económicas, abandono de los recursos agrarios, ganaderos y naturales o pérdida del patrimonio cultural material e inmaterial del que tan poco se habla, serían algunas de sus peores consecuencias. Y quizá la peor de todas: la pérdida de nuestra esencia, porque Castilla-La Mancha es rural.
Por eso, es especialmente emocionante que sea un 15 de octubre cuando podamos volver a encontrarnos — con la precaución y las medidas sanitarias debidas– para reforzar los lazos que nos unen con estas mujeres, visibilizarlas e impulsarlas para que ocupen el espacio público que les corresponde, ya que las mujeres rurales son la clave para revertir la situación a la que nos abocamos.
Devolver, por tanto, la vida y el esplendor a nuestros pueblos pasa porque las mujeres estén en los órganos y en la toma de decisiones. Solo si las mujeres son parte activa de las mismas, estarán garantizadas las medidas para mejorar las condiciones de vida y facilitar la permanencia en el medio rural.
Para ello hay que seguir trabajando y remover los obstáculos que continúan existiendo, porque más allá de la igualdad legal, hay una realidad incontestable que nos dice cada día que las mujeres rurales sufren más invisibilización, más desequilibrio en el reparto de tareas del hogar y de los cuidados, tienen menos oportunidades laborales, están más infrarrepresentadas en los organismos de poder y cuentan con menos protagonismo en la vida pública.
Por nuestra parte, estamos dispuestos a seguir actuando con el compromiso y la responsabilidad de siempre. Lo demostramos a diario, pero también lo hemos hecho en momentos críticos como los meses que afortunadamente vamos dejando atrás y en los que ni una sola de las mujeres que viven en nuestros pueblos se puso de perfil ante la avalancha que se vino encima.
En este empeño, el Gobierno de Castilla-La Mancha es punta de lanza en la reclamación al Gobierno de la nación de una financiación más justa, una financiación que tenga en cuenta el coste de los servicios públicos en las zonas rurales para garantizar la igualdad de oportunidades a toda la ciudadanía, al margen de donde viva.
Estamos en la vanguardia, con leyes pioneras como el Estatuto de las Mujeres Rurales o la Ley frente a la Despoblación, y también en la retaguardia, acompañando a las mujeres con una amplia red de centros de la mujer y políticas de apoyo al asociacionismo y a las entidades que trabajan a favor de las mujeres; abriendo centros de salud y escuelas rurales donde fueron cerradas; mejorando las comunicaciones terrestres y telemáticas e invirtiendo en políticas de conciliación, así como en la mejora de la empleabilidad y la formación digital de las mujeres que viven en el medio rural.
Todo ello porque somos conscientes de que sin ellas no hay futuro y de que las mujeres rurales son la raíz de nuestra tierra… y posiblemente mucho más.