El Gobierno regional ha puesto en valor la apuesta por la investigación y conservación del patrimonio a través de las ayudas que concede y ha destacado que, gracias a ellas, aparecen importantes hallazgos como el de la mezquita completa del siglo XI descubierta en el yacimiento arqueológico de ‘La Graja’ de Higueruela, en Albacete.
La consejera de Educación, Cultura y Deportes, Rosa Ana Rodríguez, ha hecho estas declaraciones en una visita que ha realizado recientemente al yacimiento, en la que ha estado acompañada de la viceconsejera de Cultura y Deportes, Ana Muñoz; del delegado de la Junta en la provincia, Pedro Antonio Ruiz; y del presidente de la Diputación, Santiago Cabañero, entre otros.
En sus declaraciones, Rosa Ana Rodríguez ha explicado que se trata de un “hallazgo excepcional por su estado de conservación y único en la provincia de Albacete”, puesto que en la Comunidad Autónoma solo se conocen las mezquitas de la ciudad de Toledo (entre ellas la del Cristo de la Luz y la de Tornerías) y las dos excavadas en la medina de Vascos (Toledo).
La mezquita de La Graja se emplaza en medio de un gran espacio vacío a modo de plaza que se abre en el centro del despoblado, en el que convergen algunas de las calles que articulaban la trama urbana. Por ello, cabe deducir que su construcción se remonta a una fase temprana en la historia del asentamiento.
Es un edificio canónico dentro de los tipos de mezquitas rurales andalusíes que conocemos: está compuesto por una sala de oración de planta rectangular, de nueve por tres metros. Uno de los muros largos sería el de la quibla pues está orientado al sureste, la dirección de La Meca hacia la que se deben postrar los creyentes durante la oración, y se identifica por la presencia de un nicho denominado ‘mihrab’. Junto a este último se abre la puerta de entrada desde el exterior. El edificio está fabricado en su totalidad con mampostería trabada con mortero de tierra, a la que se pretendió dar relevancia mediante el empleo de grandes bloques verticales de piedra u ortostatos que se sitúan en las esquinas, en las jambas y también en medio de los muros, entre paños de mampostería, conformando así un aparejo que recuerda al opus africanum clásico y que en al-Andalus está documentado en las fases históricas más tempranas.
Aunque aún no se ha podido excavar su entorno, la prospección superficial revela que al muro occidental del oratorio se adosó una estancia y existía un patio cercado, a modo de espacio de respeto, frente a la puerta de acceso desde la calle. Cabe la posibilidad de que en sus proximidades se localicen enterramientos, tal y como sucede en otras mezquitas, lo que habrá de ser comprobado en futuras campañas.
Este tipo de edificios fue relativamente común en al-Andalus dado que las comunidades musulmanas requieren para el desarrollo de sus preceptos religiosos de un lugar consagrado a la oración. Pero, precisamente por su vinculación con la fe islámica, tras la conquista cristiana la mayoría de las mezquitas fueron demolidas y las pocas que se han conservado son las que pervivieron en algunas ciudades profundamente transformadas y convertidas en iglesias, un fenómeno aún más acusado en el caso de las mezquitas rurales que casi desaparecieron por completo.
Este estudio viene siendo desarrollado en el marco de un proyecto de investigación autorizado y financiado por la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha y el Instituto de Estudios Albacetenses ‘Don Juan Manuel’, bajo la dirección de Pedro Jiménez Castillo (CSIC-Escuela de Estudios Árabes), José Luís Simón García (Instituto de Estudios Albacetenses) y José María Moreno Narganes (Universidad de Alicante).