Martín Ruiz.- En este artículo se aborda la necesidad de que ayuntamientos y diputaciones se pongan las pilas en la lucha contra la deriva climática que sufre el planeta. Por la extensión del mismo se ha dividido en dos entregas.
En un contexto de cambio climático acelerado (y declarada pomposamente por nuestros representantes la “Emergencia Climática” hace varios años) las ciudades deben reaccionar. En primer lugar se trata de conocer las preocupaciones y debilidades particulares de cada territorio, las necesidades concretas de sus poblaciones. En segundo lugar habrá que tener en cuenta las obligaciones que imponen las instituciones europeas (sí esas que nos van a “regalar” más de 70.000 millones de euros) y, en tercer lugar debe imponerse una visión a medio y largo plazo para mitigar los perjuicios que va a seguir dejándonos el cambio climático.
¿Dónde se consumen las tres cuartas partes de los recursos naturales, dónde se producen el 60 % de las emisiones de efecto invernadero, dónde se generan el 50 % de los residuos a nivel global? En las ciudades. Esta realidad obliga a comprender las debilidades del propio territorio, anticipar las crisis, saber reaccionar ante ellas y transformar el territorio para reducirlas y acelerar la transición ecológica. Se denomina resiliencia climática.
”Toda la planificación territorial que se haga debe incorporar ya el cambio climático como un elemento a tener en cuenta, con 2 grandes paquetes de medidas: las de transición energética y las de adaptación urbanística: zonas verdes en las ciudades, islas de frescor, adaptación de los edificios para aprovechar la luz solar o mejorar su ventilación, además de introducir elementos para la canalización del agua en las zonas inundables. «Todas las ciudades van a tener que cambiar sus sistemas de captación de aguas pluviales; el tipo de lluvia que tenemos está cambiando, hay que redimensionar los sistemas de alcantarillado y crear depósitos» ¿Quién afirma esto? Jorge Olcina, catedrático de Análisis Geográfico Regional en la Universidad de Alicante.
GARANTIZAR EL SUMINISTRO DE LOS SERVICIOS ESENCIALES
El objetivo básico de un ayuntamiento es el de garantizar, a medio y largo plazo, las necesidades esenciales de su población: agua, alimentación, electricidad, sanidad, retirada de residuos, educación, desplazamientos… así como su cohesión social. Los riesgos de desabastecimiento asociados a la crisis climática se multiplicarán y las obligaciones legales nacionales relacionadas con esos riesgos no van a ser suficientes. En caso de crisis, el cese de ciertos servicios gestionados por los ayuntamientos y mancomunidades proyectará rápidamente grandes problemas. Una comarca, un ayuntamiento que se preocupe por sus ciudadanos, deben tener capacidad para preparar la llegada de perturbaciones y aprender de las crisis. Será necesario adaptar su estructura, planificar con antelación sus objetivos climáticos y elaborar planes de contingencia para cada sector.
INTERPELAR A NUESTROS AYUNTAMIENTOS, MANCOMUNIDADES Y DIPUTACIONES
Ayuntamientos, Mancomunidades, Diputaciones deben tener mucha más ambición: han sido elegidos para solucionar los problemas de los ciudadanos, pues es en las administraciones más próximas a la ciudadanía donde se puede hacer más y mejor para mitigar el caos climático que ya está aquí. Así pues interpelemos como ciudadanos a nuestras administraciones:
-¿Qué porcentaje de energías renovables tienen pensado nuestros ayuntamientos y mancomunidades utilizar en los próximo 5 años? ¿En qué fecha pasaremos a 100% renovable?
-¿Qué porcentaje de emisiones de CO2 tienen previsto reducir en los próximos 5 años, que son los cruciales? ¿Y en los siguientes 10?
-¿Alguna propuesta sobre fabricación de energía eléctrica de fuentes renovables en edificios municipales?
-¿Van a crearse Comunidades Energéticas por barrios que reducirían significativamente la factura de luz del vecindario?
-¿Qué estímulos municipales (además de provinciales y regionales) se van a proponer a industriales, propietarios de naves, superficies comerciales, vecindario en general, para que instalen paneles fotovoltaicos en sus tejados?
-¿Alguna idea sobre huertos urbanos?
-¿Alguna propuesta sobre porcentaje de alimentación que procederá de la comarca, de la región?
-¿Qué modos de transporte sustitutivos del vehículo particular nos ofrecerán nuestros ayuntamientos, diputaciones o gobierno regional? ¿Para cuándo una red regional de ferrocarril que integre a todas las localidades de más de 5.000 habitantes, además de a otras pequeñas poblaciones?
-¿Cuándo empieza a imponerse que las compras municipales y los contratos con empresas de todo tipo penalicen a las muy emisoras de CO2 y premien a las de bajas o nulas emisiones? ¿Las Diputaciones harán algo al respecto?
Para afrontar los retos que tiene ya nuestros ayuntamientos y diputaciones se imponen 2 tipos de medidas: las propias de reorganización interna y por otro lado los objetivos concretos que deben plantearse:
1. ADAPTAR LA ORGANIZACIÓN INTERNA AL CAMBIO CLIMÁTICO: AUMENTAR LAS CAPACIDADES DE AYUNTAMIENTOS Y DIPUTACIONES SOBRE TRANSICIÓN ECOLÓGICA
La Comisión Europea –el “gobierno” de Europa- ha puesto en marcha políticas de cero emisiones en 2050. La administración pública local ha de ponerse en modo “cero emisiones 2050” en todas sus dimensiones: Dar respuesta a estos y muchos otros retos debería suponer que:
-Cada presupuesto anual debería contemplar una programación real de inversiones coherentes con la transición ecológica: desde ya hay que establecer un ambicioso objetivo de reducción del consumo energético de los edificios terciarios para 2030, estableciendo objetivos temporales (por ejemplo en 2025 y 2027) para no quedarse atrás.
-A nivel “físico” reducción de las emisiones de carbono de los servicios municipales, disminuyendo los viajes y utilizando vehículos eléctricos para los servicios municipales; los edificios públicos deben ser eficientes energéticamente, la administración local debe hacer un mayor uso de herramientas digitales. Solo se deberían adquirir los consumibles y suministros con una huella de carbono reducida.
–Mejora de la contratación pública: Los criterios sociales y de descarbonización deberían ser claves en la contratación pública. Para ello será preciso que, tanto el organismo que compra o contrata, como las empresas que ofertan, estén capacitados técnica y legalmente. Nuestras ciudades cuentan con un tejido denso y diverso de empresas «locales» cuyos principales dueños y directivos viven y trabajan en ellas. Las estrategias de estas empresas “locales” son más sensibles a los efectos de su acción en el territorio. Las empresas que dependen de los recursos y conocimientos locales para su cadena de suministro son más resistentes a las crisis. Ahora bien, cualquier apoyo de la comunidad a los actores económicos de la zona debería estar condicionado a su implicación en la reducción de gases de efecto invernadero y a la resiliencia económica y social y a la transición ecológica.
–Afrontar la falta de conocimiento y de competencias para hacer operativos los objetivos de transición ecológica y resiliencia territorial. Para ello deberá formarse a todos los funcionarios públicos, que deberán estar capacitados en temas climáticos mediante formación inicial y actualización continua. Todos los servicios y entidades administrativas deberían tener una persona con capacidad de decisión en «Transición ecológica y resiliencia climática”
–Inversión en ingeniería específica del territorio relacionada con transición ecológica que es ya una prioridad. Se puede recurrir a la experiencia compartida con otros o procedente de empresas de consultoría, o del Estado, pero se corre el peligro de que el enfoque esté distorsionado: la ingeniería local comprenderá mejor las vulnerabilidades y los cambios que se están produciendo en cada comarca. Sería muy útil para construir un proyecto adaptado a la realidad del terreno.
–Creación de una superconcejalía de Transición Ecológica o que, directamente alcaldes o presidentes de las diputaciones asuman esta responsabilidad, con capacidad de decisión sobre todas las demás.
2. MARCAR OBJETIVOS CLAROS: REDISEÑAR LAS CIUDADES, ADAPTAR LAS VIVIENDAS AL CAOS CLIMÁTICO
Más allá de los textos legales (planes locales de urbanismo, Código Técnico de la Edificación…) las decisiones sobre nuevas construcciones de los ayuntamientos tienen repercusiones durante ochenta o cien años. Si se diseña mal la ciudad, son las generaciones futuras las que lo sufrirán. El cambio climático obliga a pensar de forma diferente cómo construir la ciudad. No sólo para reducir el consumo de gases de efecto invernadero (lo que conlleva reducir sustancialmente el uso de vehículos de diesel o gasolina) también para adaptarse a las «lluvias torrenciales» y al «calor abrasador». Promotores, constructores y ayuntamientos deben ponerse de acuerdo para generar innovaciones muy fuertes en la construcción: ¿Cómo preparar las viviendas para soportar temperaturas de 50 grados y al mismo tiempo reducir su consumo energético? ¿Se debe premiar en todos los proyectos constructivos el autoconsumo eléctrico de procedencia fotovoltaica, de biomasa, aerotermia o geotermia? ¿Recuperación de aguas grises para alimentar las cisternas del Wc? ¿Obligar a incluir arbolado suficiente en toda nueva promoción?…
CONSUMIR EL MAYOR NÚMERO POSIBLE DE PRODUCTOS LOCALES
Un ayuntamiento preocupado por sus vecinos y empresas debería animar a la población a consumir localmente para disminuir la huella de carbono de sus compras. El consumo local y responsable fortalece el tejido económico, al brindar salidas a las empresas de la zona y reducir el consumo de combustibles fósiles necesarios para la producción y distribución de bienes: fundamental informar a la ciudadanía sobre los retos del consumo local. Campañas de sensibilización de productos locales y regionales, formación en escuelas, institutos y medios de comunicación…
ARBOLAR LAS CIUDADES
El asfaltado generalizado y el reducido número de parques han hecho de nuestras ciudades territorios impermeables. Hormigón y asfalto de las calles absorben y rebotan el calor del sol, además de dificultar la absorción de las aguas de lluvia. Son las islas de calor. Las temperaturas tórridas conducen a episodios extremos de lluvia torrencial. Para lucha contra estas realidades es clave aumentar la superficie vegetal. Una calle arbolada reduce hasta 1,8ºC la temperatura media del aire, además de absorber y reducir el agua de escorrentía en las calles.
La capacidad del arbolado urbano para mitigar el cambio climático va más allá de la absorción de CO2, actúa además como sistema de refrigeración, como barrera contra la erosión del suelo o como mecanismo de purificación del aire y el agua, además de servir de refugio a animales y plantas. Hay financiación europea para plantaciones de árboles en entornos urbanos. ¿Van a aprovecharlas nuestros ayuntamientos?
-Los ayuntamientos preocupados por el bienestar de sus ciudadanos deben ofrecer un mix de soluciones para lograr la mejor resiliencia posible: reverdecer los barrios, dotar de más espacio para la vegetación en el suelo y en los tejados… todo aquello que contribuya a limitar las islas de calor urbanas: menos asfalto, menos coches, más transporte público; llenar la ciudad de árboles y toldos, instalar fuentes de agua seguras y gratuitas. Un ejemplo barato para combatir el calor: aplicar pintura blanca en tejados, paredes y pavimentos para que reflejen la luz solar y absorban menos calor. Dos ejemplos: la pescadería de Mercamadrid instaló un techo impermeable y reflectante con una capa de pintura blanca y la temperatura en el interior del edificio bajó 7 grados. En Sidney es obligatorio que los tejados de las nuevas viviendas sean blancos para reflejar la luz solar. Esta medida, unida a la obligación de añadir arbolado en las nuevas construcciones reduce hasta un 50% el consumo de energía de los edificios.
¿Y cuál es el plan para nuestras ciudades? ¿Cuantas decenas de miles de árboles tienen pensado plantar nuestros ayuntamientos en sus términos municipales?
En la segunda parte de esta entrega abordaremos la necesidad de renovar los edificios, de reducir los residuos urbanos, de producir en las viviendas electricidad con fuentes renovables… y de las múltiples ayudas que Europa y los gobiernos central y regional ponen a disposición de ayuntamientos y ciudadanía para afrontar la crisis climática.
Estupenda fotografía que acompaña el artículo de un día cualquiera en el pueblo de Puertollano. Es aplastante y mortal esa contaminción los 365 días del año.
Quiero energía nuclear que es limpia y barata.
La culpa de que la energía esté tan cara: el desmantelamiento de las centrales nucleares desde Felipe González.
Llega el otoño como todos los años. Acabamos de pasar el veranillo de San Miguel.
Esto va a acabar como en la Guyana con el reverendo Jones. Puro delirio.
La ciudadanía debe de entender la urgencia e irreversibilidad de esta lucha y los Ayuntamientos y Mancomunidades pueden desempeñar un papel clave en la formación, educación e información sobre el necesario freno a las emisiones y realizar una adaptación vital para luchar contra las consecuencias del incremento de la temperatura global……