Juan Pedro Molina Lozano. Profesor de Economía en el I.E.S. Bernardino del Campo, Albacete.- Acostumbrados a los experimentos del actual Ministerio de Educación, parece que todo vale con tal de que exista manga ancha en las Comunidades autónomas para que puedan hacer y deshacer unos contenidos que pueden ser muy distintos, según nos encontremos en Cataluña, Comunidad Valenciana o Castilla-La Mancha. Y es que el esqueleto tan delgado que dibuja el cuerpo de la nueva Ley Educativa hará que nos podamos encontrar con planes de estudios (currículos) totalmente distintos dependiendo de donde vivamos.
En el caso que nos ocupa, que es el de la Educación financiera, del que hoy celebramos su día, y que desaparece de la actual y nueva Ley para confiar que esté presente en ESO según legisle la Consejería de Educación de CLM (esperemos que sí), creo que es una necesidad que la Sociedad reconoce y los Organismos Nacionales e Internacionales también. Desde el Banco de España y la Comisión Nacional del Mercado de Valores a través del Plan de Educación Financiera hasta la OCDE a través del Informe Pisa. Este último Informe evalúa la competencia financiera de los jóvenes de 15 años de Secundaria desde el año 2012 y concluye que en España dicha competencia se encuentra por debajo de la media. En dicho Informe se evalúa también la competencia en ciencias, matemáticas y lectura, competencias que se trabajan con materias afines en estas disciplinas. Sin embargo la competencia financiera, que hasta ahora se trabaja en ESO en materias como Economía o Iniciación a la actividad emprendedora, es evaluada por la OCDE pero desaparece en la nueva Ley de Educación, que entrará con nuevos contenidos en las aulas desde el próximo curso. ¡Viva la coherencia de los que gobiernan!
Aprovechando estas líneas para
que además de reivindicativas, sean didácticas, daría tres consejos a nuestros lectores hoy, en el día de la
Educación Financiera. En primer lugar la
planificación. La pandemia nos ha
demostrado en mayor medida que el futuro es muy incierto y que el ahorro
aumenta su importancia cuanto más vulnerables somos, cosa que hemos podido
comprobar el último año. En segundo lugar, la
prudencia, tanto en el consumo como en el ahorro o la inversión. Cada uno
en su casa tiene tomado el pulso a lo que se denomina su “renta permanente”, la
media de renta que a lo largo de la vida, cada mes por ejemplo, tiene un
ciudadano. Hacer excesos en el consumo
por encima de esa media, es asumir riesgos. Por último, la formación. La población cada vez
debe estar mejor formada, y esta evidencia la vivimos con la crisis financiera
de 2008, y ahora de nuevo con la de 2020, con la pandemia. Pero creo que formar
a la población debe hacerse sobre todo desde abajo, desde las aulas, desde la
educación primaria y secundaria. Ello supone seguir invirtiendo en docentes
especialistas que impartan materias específicas de Economía y Finanzas que
consigan aportar una formación básica en las enseñanzas obligatorias. La educación financiera es básica y debe
ser reglada.