El director general de Salud Pública del Gobierno de Castilla-La Mancha, Juan Camacho, ha vaticinado que este miércoles será el día en el que el 70% de la población total de Castilla-La Mancha habrá recibido la pauta completa de la vacuna contra el coronavirus.
En una entrevista con Radio Castilla-La Mancha recogida por Europa Press, Camacho ha indicado en este sentido que el pasado jueves se supo que vendrían menos vacunas de las previstas por un fraccionamiento que quedará resuelto esta semana, pero «con todas las cautelas», será el miércoles cuando se consiga que el 70% del total de la población haya recibido dos pinchazos.
En cuanto a la administración de las dosis a personas contagiadas, ha dicho que la estrategia de Castilla-La Mancha pasa ahora por aplicarla en el entorno de las ocho semanas, reduciendo así la postura inicial de esperar seis meses para realizarlo.
Abundando con el proceso de vacunación, se ha referido a opción de aplicar una tercera dosis de la vacuna, algo a lo que abre la puerta para las personas con circunstancias de dificultad para generar respuesta inmune.
«Nos queda por decidir aún qué hacemos con el resto de población. Se está trabajando para ir a la población diana vulnerable, mayores de 65 años, y se plantea administrarla junto a la de la gripe», ha dicho, aunque asegura que hay cuestiones técnicas que hay que resolver antes de tomar esa decisión.
En cuanto a pacientes con dificultad para generar inmunidad, como en el caso de los trasplantados, también se analizará cómo reforzar sus sistemas con una tercera dosis en caso necesario.
«LA VACUNA FUNCIONA»
Según ha dicho, la vacuna «funciona pero nada tiene cien por cien de efectividad». Con la campaña de vacunación a estas alturas, en todo caso, la letalidad del virus es menor que en otras oleadas.
Así, a nivel nacional, la media de edad de pacientes ingresados se coloca en el entorno de los 40 años, casi 25 años menos que al principio de la pandemia en el caso de ingresos en planta o 35 en el caso de las UCI.
Quince días después del 15 de agosto, fecha señalada en el calendario por su gran número de fiestas patronales en la región, no se ha observado repunte alguno en cuanto al nivel de transmisión del virus, aunque sí reconoce que se ha ralentizado el ritmo a la baja de nuevos contagios.
Camacho, preguntado por la postura de la oposición ante el proceso de vacunación, ha defendido que la estrategia está en un punto «constante» y se ha vacunado «de manera ordenada» pese a las críticas de otros partidos políticos.
SORPRENDIDO POR EL RECHAZO JUDICIAL A LAS MEDIDAS EN RESIDENCIAS
Camacho ha hablado también de las nuevas normas en residencias de mayores implementadas en la Comunidad Autónoma tras su reformulación ante el revés judicial que paralizó la obligación de testar a los trabajadores o la posibilidad de aislar a posibles contagiados, aseverando que el resto de medidas «han sido muy útiles» a pesar de que, ha adelantado, habrá que hacer «un estudio más serio».
Así, asegura que el ritmo a la baja de nuevos contactos en residencias ha sido mayor que fuera de ellas dentro del objetivo de proteger «a los más vulnerables».
Sobre la decisión judicial de tumbar las medidas en primera instancia, ha admitido estar «sorprendido», ya que las medidas revocadas ya aparecían en documentos científicos y son «de epidemiología básica».
En esta línea, recuerda que controlar a los trabajadores periódicamente se justificaba debido a la experiencia previa que indica que muchos brotes al inicio de pandemia tuvieron como puerta de entrada algún empleado contagiado que llevó el virus a las residencias.
Teníamos que estar al 100 por cien pero además con los niños de 0 a 12 años. Para así comenzar con la tercera dosis y acabarla antes de diciembre porque la sexta ola llegará y será terrorífica. Ya lo avisé.
El que no se vacune es un malvado terrorista.
No olvidarse de la mascarilla por supuesto.
Dudar no es negar.
Utilizar el espíritu crítico no es negar.
No quedarme con un mensaje repetido como una salmodia, no es negar.
Abrirme a otras informaciones científicas acerca de lo que contienen las vacunas, no es negar.
Preguntarme si es lógico inyectarme una sustancia no validada -sí autorizada de emergencia, ojo, pero no validada- sin atender a mi historia clínica, a la medicación que tomo, a mi comorbilidad, a mis antecedentes, no es negar.
Recordar todo lo que aprendí en la facultad de Ciencias de la Información acerca de la necesidad de dar voz a todos los implicados en un tema, no es negar.
Estar convencido de que la sociedad es polifónica y no un coro monocorde, no es negar.
Entristecerme porque se utiliza a Miguel Bosé -minutos después de confesarse drogadicto- como cara visible de los que dudamos, no es negar.
Admitir que tengo miedo de decir lo que siento porque la presión social es asfixiante, no es negar.
Dudar de que la vacuna va a ser la solución, no es negar.
Familiarizarme con términos como riesgo relativo, riesgo absoluto, terapia génica, polietilén, ARN, inmunidad de rebaño, no es negar.
Preguntarme si no sería más lógico proteger a los más vulnerables (ancianos, enfermos, trasplantados) y dejar trabajar a aquellos cuyo sistema inmunológico puede resistir la visita de un virus inflamatorio, no es negar.
Recordar que nuestra querencia atávica como especie ha sido siempre la de primar la vida de niños y jóvenes porque el futuro está en ellos, no es negar.
Asistir estupefacto a la lapidación sistemática -¡irresponsable! ¡Incívica! ¡Insolidaria!- de cualquiera que se aparta del discurso oficial, no es negar.
Sospechar que jamás se ha dado el caso de un negocio tan redondo para las industrias farmacéuticas, no es negar.
Alucinar con la negativa de las farmacéuticas a responsabilizarse de las reclamaciones por los posibles efectos adversos de sus productos, no es negar.
Olfatear chamusquinas orwellianas -vacunódromo, acoso a la disidencia, ridiculización del que discrepa, pasaporte sanitario- en todo esto, no es negar.
Reflexionar acerca de la conveniencia de priorizar la salud respiratoria por encima de la salud mental, no es negar.
Cuestionarme si es lógico que millones de familias estén al borde de la ruina económica cuando tienen vigor y fuerza y salud para trabajar, no es negar.
Admitir que la enfermedad y la muerte forman parte de la vida, no es negar.
Indignarme porque el Covid ha interrumpido quimioterapias, fondos de ojo, rehabilitaciones, mamografías, consultas psiquiátricas, no es negar.
Desmoralizarme cuando leo acerca del aumento imparable de la ansiedad, la depresión y la tasa de suicidios, no es negar.
Pensar que, con vacuna o sin ella, puedo hacerme cargo de mi salud -caminar, respirar aire puro, tomar el sol, estar en contacto con la naturaleza, comer fruta, verdura y hortalizas frescas, meditar, no abandonarme al miedo, reír y hacer reír-, no es negar.
Sospechar que infinidad de médicos y periodistas son rehenes de sus conflictos de intereses, no es negar.
Estremecerme cuando oigo decir, veinte veces al día, “A ver cuando nos vacunan de una vez, ¡a todos! ¡Sin excepción!”, no es negar.
No niego, solo pienso.
No niego, cuestiono.
Maestros y pedagogos se han llenado la boca durante décadas con este mensaje: “Formamos a futuros ciudadanos responsables. Nuestro objetivo es despertar el espíritu crítico en nuestros alumnos”. Y mientras las cosas van bien aplauden con las orejas; pero si van mal, apedrean al que, utilizando su espíritu crítico, se interroga, cuestiona, busca, escucha todas las voces, bucea más allá del prejuicio.
Eso no es negar, eso es afirmar. Afirmar que nada es blanco o negro, que las soluciones simplistas no existen, que la vida es compleja, que un ser humano no es solo sus pulmones: es su psique, es su familia, es sus afectos, es su trabajo, es su cuenta bancaria, es sus amigos, es su gozo, es su libertad.
Yo no soy negacionista. Soy afirmativista».