Comunicado de Pacifistas Ciudad Real.- La mujer afgana vive sometida en su mayoría a patrones rurales de perniciosa cultura tribal bajo un despotismo machista, cruel y duro; están privadas de las principales libertades y derechos sociales, son casadas obligatoriamente siendo niñas y pueden ser asesinadas y violadas con total impunidad.
Si a esto añadimos las largas guerras que aún permanecen en Afganistán, cuyos actores en conflicto concentran sus actividades en hacer cerrar las escuelas e incendiarlas, privando a las mujeres de su enseñanza y educación, podemos asegurar con total certeza que Afganistán es uno de los peores lugares del mundo para las mujeres.
Durante estos 20 años en que las tropas extranjeras han permanecido en Afganistán, mujeres activistas, periodistas, o simplemente mujeres, han sido asesinadas, entre ellas la periodista Zakia Kaki, directora de una radio en la provincia de Parwan, y que conducía programas dedicados a los derechos humanos, la educación y la emancipación de las mujeres.
Ser mujer y libre en Afganistán es difícilmente compatible. Las integrantes de la organización feminista afgana RAWA llevan denunciándolo desde 1977. En 2008 lamentaron en un comunicado que tras la invasión de su país «los sufrimientos y actos depravados contra las mujeres no se han reducido; es más, ha aumentado el nivel de opresión y la brutalidad que día a día afecta a la población más débil de nuestra sociedad. El gobierno corrupto y mafioso y sus guardianes internacionales están jugando de manera desvergonzada con el intolerable sufrimiento de las mujeres afganas, al que usan como su instrumento de propaganda ante la gente engañada de todo el mundo».
En 2019, dieciocho años después de la invasión y ocupación estadounidense de Afganistán, justificada por muchos porque iba a «liberar a las mujeres», Estados Unidos inició una negociación con los talibanes, excluyendo la presencia de mujeres en las reuniones y sin poner encima de la mesa la necesidad de luchar contra la violencia machista a través de medidas legislativas. En ese momento diputadas y activistas afganas exigieron participar, pero Washington las mantuvo fuera en los primeros encuentros.
Las mujeres son un argumento de quita y pon para justificar operaciones militares y de estrategia geopolítica. Ayer Europa rechazaba aceptar a refugiadas afganas, hoy la hipocresía pública clama por ellas, la geopolítica decide quiénes merecen atención y quiénes no, (ahí están las mujeres saudíes, por ejemplo, completamente sometidas e ignoradas en un país con el que España mantiene excelentes relaciones comerciales, aunque estas estén basadas fundamentalmente en el trafico de armamento y la corrupción).
Las mujeres de Ciudad Real nos solidarizamos y hacemos nuestro el llamamiento internacional de las mujeres afganas y manifestamos:
“Nosotras, mujeres de todo el mundo, conscientes de que nuestra reivindicación de igualdad es inseparable de la libertad y la dignidad de las personas que hoy están grave y brutalmente amenazadas en Afganistán, y conscientes, también, de que las amenazas dirigidas contras las afganas por el simple hecho de ser mujeres suman una crueldad intolerable y adicional a la que padecen los afganos de cualquier condición, hacemos un llamamiento urgente a la comunidad internacional para que:
1.- Exija del poder talibán mantener abiertas las fronteras para que todas las personas que deseen abandonar Afganistán huyendo de un poder fanático impuesto por la fuerza de las armas puedan hacerlo en unas mínimas condiciones de seguridad.
2.- Respete los deberes elementales de solidaridad y compasión humana admitiendo en los vuelos y convoyes de repatriación de extranjeros al mayor número posible de afganos y especialmente afganas en peligro inminente, hayan estado o no al servicio de Estados o instituciones que los talibanes consideran enemigos.
3.- Preste una atención preferente a las mujeres en especial situación de riesgo, sea por haber desempeñado tareas profesionales prohibidas por los talibanes, asistido a escuelas y universidades, conducido su vida al margen de una moral fanática o cualesquiera otros motivos.
La exigencia de que el poder talibán mantenga abiertas las fronteras a quienes deseen abandonar Afganistán conlleva el compromiso simétrico por parte de los miembros de la comunidad internacional, y que nosotras también reclamamos con energía, de acoger a los refugiados y refugiadas de Afganistán, colaborando en su caso a aliviar la presión que un éxodo masivo podría suponer sobre los países limítrofes”.