Vivian María Rodrigo, la vecina de Puertollano sobre la que pesa un lanzamiento de desahucio del hogar en el que vive con su marido, cinco hijos y dos sobrinos adoptados, sigue luchando para intentar frenar el procedimiento, sumida en una pesadilla jurídica que la mantiene en permanente desconcierto, dada la complejidad del caso.
Después de que una gestión de urgencia (la renuncia a su abogado y procurador alegando indefensión) consiguiera aplazar la expulsión de su familia el pasado 23 de junio, un decreto del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de Puertollano ha desestimado el recurso de reposición presentado por su abogada confirmando la diligencia de ordenación y solicitando al servicio común de actos de comunicación y ejecución una nueva fecha de lanzamiento para los próximos meses, previsiblemente en diciembre.
En sus fundamentos de derecho, el decreto concluye que Vivian no ostenta la condición de arrendataria de la casa de la calle Isabel la Católica y en su recurso tampoco ha presentado toda la documentación que pruebe su actual situación vulnerabilidad para suspender el desahucio. Vivian ha lamentado esta decisión recordando, al igual que su abogada, que ya ha presentado más de 20 documentos acreditativos. En todo caso la complejidad del caso y la premura que requieren las disposiciones judiciales han invadido su estado de ánimo, sometido a una montaña rusa de sentimientos.
Vivian podría verse en la calle tras un enrevesado proceso judicial cuyo origen ella contextualiza en una «estafa». El caso se inició en 2008, cuando, supuestamente, un antiguo compañero de trabajo procedió al levantamiento de la hipoteca de Vivian y solicitó un crédito hipotecario de 200.000 euros en otra entidad bancaria poniendo como aval la vivienda. Posteriormente, el autor de los hechos estuvo incurso en concurso de acreedores, con la casa de Vivian entre la masa activa, que ha pasado a un «fondo buitre» tras una subasta en la que fue adquirida por el Banco Santander.
Vivian asegura que el Banco de España ha confirmado que no tiene ningún préstamo hipotecario ni aval de la vivienda, pero lo enrevesado del caso, en el que quedan muchos puntos por dilucidar, ha derivado en un desahucio contra el que a esta alturas sigue debatiéndose Vivian, sin apenas tiempo ni margen de actuación, e invadida por una sensación de indefensión y desconocimiento del engranaje judicial. Pese a todo, asegura que seguirá luchando «hasta el final» por su familia.