Una ley de calidad educativa debería ser posible

Emilio Nieto López, primer decano de la Facultad de Educación de Ciudad Real.- Muchos han sido los intentos partidistas a la hora de promulgar una Ley de Educación que sea capaz de acercarnos a los países de la Unión Europea, con un nivel educativo muy superior al nuestro, pero todos ellos han fracasado en su intento porque nunca fueron capaces los diferentes partidos (PP y PSOE) de ponerse de acuerdo, cediendo cada uno de ellos lo que fuere pertinente, para llegar a ese gran pacto de estado por la educación.

Muchas voces, el pueblo entero, claman por el acuerdo y el consenso en este tema como en otros muchos que atañen a la vida diaria de las familias y ven, en este momento político, un rayo de luz y de esperanza para  el diseño de una gran Ley de Educación que tenga permanencia y que resuelva, de una vez por todas, el problema  educativo español.

Ya sé  y muchos pensarán como yo, que la educación nunca debería haberse transferido a las comunidades autónomas como se ha hecho, por el contrario siempre  debería haber sido una competencia exclusiva del estado central ya que de esta manera hubiera sido mucho más fácil la implementación de una nueva ley educativa igual para todos los españoles.

No ha sido así  porque  cada comunidad autónoma ha hecho lo que le venía en gana y porque el proceso  de descentralización no fue lo correcto que debería haber sido tanto en sus inicios como en su terminación. Esto es de tal manera así que, aunque el proceso está sin terminar y no sabemos hasta cuándo  y en qué términos se hará, la Ley de leyes debería haber fijado el techo competencial de las comunidades autónomas pero no lo hizo y este es un gran problema para todos pero especialmente para los que más quieren y su querer es infinito.

Si la política tiene como objetivo  fundamental el bienestar de los ciudadanos, sin duda, ha llegado el momento de  trabajar por ese objetivo prioritario para una sociedad que desea y tiene la obligación de superarse a sí misma  para ser mejor que sus antecedentes. Sin lugar a dudas, la educación es el motor que produce el  cambio en la sociedad y si ese cambio es igual o mejor, que el que se produce en nuestro entorno, entonces estaremos en condiciones de competir en todos los aspectos de nuestras vidas.

Llegados a este punto, parece oportuno que vayamos delineando algunos importantes elementos que deben configurar esa nueva ley de educación universal  para que tenga, al menos unos ejes de desarrollo en los que basar su implantación y en los que la mayoría de los españoles, parece, que estamos de acuerdo.

El profesorado, su formación inicial, desarrollo profesional y su formación permanente. Estos tres factores deben ser aspectos de desarrollo de la nueva ley de educación. La formación del profesorado; todo el mundo sabe que es necesario, pero con necesidad de medio, reformarla pero no con remiendos sino de una forma casi total. Los centros de formación, actuales Facultades de Educación, nada tienen que ver con lo que debería ser una verdadera  Facultad que forme al maestro para el futuro.

Es pues necesario modificar el modelo de Facultad de Educación  que en la actualidad más bien  se parece a un Instituto de bachillerato que a un centro Superior de formación profesional de maestros. No hay  en España ninguna Facultad de Educación que tenga un departamento propio de educación tanto de Educación Infantil  como de primaria; por el contrario, proliferan departamentos de áreas universitarias ajenas a la verdadera formación integral del maestro. Los departamentos se han convertido en el cáncer de la formación profesional del maestro porque han creado su propia estructura de poder  para seguir contratando a los profesores que más les conviene en sus ansias de dominio de la estructura universitaria. Nada o muy poco les importa la formación integral porque ellos han optado por la formación de área y de especialidad  que tanto daño está haciendo en los centros docentes de primaria, a cambio de  lograr su prestigio personal y profesional.

Así pues la nueva ley  de educación (si son capaces de hacerla alguna vez) debe modificar esta estructura de formación para potenciar un centro universitario (verdadera Facultad de Educación) en el que el profesorado tenga la experiencia pertinente como profesional de la educación en esta etapa educativa, eso sí, con la suficiencia investigadora en educación que la universidad requiere. En todos los centros universitarios, facultades, escuelas, institutos, los profesores pertenecen al campo competencial que han estudiado en sus áreas correspondientes, con los grados de doctor, por supuesto, pero en educación esta tónica y norma se rompe y la formación de los maestros está encomendada a especialistas en las áreas curriculares, licenciados en matemáticas, en Educación Física, Geografía, Historia, Música, Dibujo, Lengua etc. sin ninguna experiencia en la docencia de infantil y de primaria etc. pero nunca a en la formación de maestros.

El ingreso en la Facultad de Educación debería ser para los mejores expedientes y no para los peores, como ocurre en estos momentos. Esto no puede seguir así por más tiempo para lo cual la nueva ley de educación tiene que potenciar la figura del profesor como ocurre en Finlandia dotándola del prestigio social que, hace tiempo, perdió o mejor dicho casi nunca tuvo en España. El maestro debe recuperar el rol que la sociedad le ha ido robando, unas veces porque los padres ponen en tela de juicio su labor profesional quitándole  la autoridad delante de sus hijos o haciendo juicios de valor nada aconsejables. Los medios de comunicación no siempre van en la línea de una verdadera educación y por si esto fuera poco las autoridades políticas poco o muy poco consideran al maestro cuando saben muy bien que es la  pieza fundamental del sistema educativo.

La formación del maestro debe durar  toda la vida y para esto hay que incentivarla pero no como se ha hecho hasta ahora en sus tiempos libres sino dotando la formación con los medios suficientes y de calidad para que sea obligatoria para todos los docentes como si de una empresa privada se tratara. Es preciso y necesario actualizar su labor docente y profesional y crear los cuerpos  de titulares y catedráticos como ocurre en las demás etapas educativa de enseñanzas medias y de universidad. De ninguna manera todos los maestros de España deben estar en el mismo  cuerpo durante toda su vida. Dar al maestro diferentes posibilidades profesionales, universidad, dirección, inspección, son mecanismo indiscutibles de motivación profesional.

La evaluación externa del sistema educativo debe ser un aspecto muy necesario y valorado y no debe dar miedo a los rankins de los centros para que el padre pueda elegir, con los suficientes elementos de juicio, el centro al que desea llevar a su hijo. La libertad de elección de centro  por parte de los padres, debe quedar muy clara en el nuevo documento  que se vaya a elaborar porque esto ayudará a los docentes en su afán de mejora y progreso.

La incorporación definitiva de las nuevas tecnologías a los procesos educativos debe realizarse de una forma total y plena. El libro digital debe sustituir a los tradicionales libros de texto. Se impone una nueva concepción educativa y de enseñanza y ésta debe adaptarse al nuevo mundo de la digitalización. No es bueno mezclar sistemas porque cuando esto se hace no funciona ninguno de los dos.

Sin lugar a dudas hay que volver al maestro generalista. No podemos asumir que en un aula de primaria entren hasta seis maestros  a impartir sus áreas de conocimiento. Esto desconcierta al  estudiante que pierde la noción de modelo que debe siempre representar el maestro. El sistema de especialización ha sido un tremendo error para la educación en estos últimos años, tanto en la formación del maestro como en el desarrollo de su profesión en el aula y esto ha repercutido muy  negativamente en la convergencia con los sistemas educativos europeos. Hoy, si se quiere, las Facultades de Educación modificadas  pueden dotar a los futuros maestros de una formación  adecuada para impartir todas las materias del currículum sin ningún problema.

Con estas pinceladas  y otras muchas que debería incorporar el nuevo texto legal,  la educación en España puede y debe mejorar pero es evidente que se camina por otros derroteros políticos y no educativos, dado que la nueva ley educativa (LOLONCE) entrará en vigor sin el acuerdo de los partidos políticos mayoritarios en el Congreso. De nuevo tendremos una ley educativa de partido político pero no acorde con los deseos de los ciudadanos que, por una amplísima mayoría, apelan a un gran parto político- social por la Educación.  De ninguna manera podemos apostar por la lucha partidista por la educación porque de sobra somos conscientes que esa lucha no lleva a ninguna parte salvo someter a la educación de nuestros hijos a los criterios sectarios de una parte de la sociedad.