Michel Houellebecq: ‘Plataforma’

El señor Houellebecq es un destacado novelista francés que tiene en su haber varios méritos, todos ellos reseñables en este espacio. Por razones, precisamente, de espacio, nos limitaremos a informar aquí de un solo aspecto de su personalidad.

La cosa es que Houellebecq no se corta un pelo. En sus libros, esperados por un amplio pero exigente público, este artista pone los puntos sobre las íes, por ejemplo, en las paradojas del feminismo. Entre otras aseveraciones, Houellebecq mantuvo, hace ya algunos años, que el movimiento feminista ha traído consigo tres circunstancias, a saber:

  1. La pérdida de confianza en sí mismo del varón frente a la mujer. Este extremo ha llevado, al parecer solo en Francia, a un significativo e inquietante aumento de la pedofilia masculina. Ello por la suficiente razón de que los hombres que antes asumían un rol dominante en las relaciones sexuales ya no se atreven a hacerlo. Y como los hombres siguen poseídos por ese mismo deseo (recuérdese: el de dominar en la cama), y como han perdido la excitación por obtener algo (la dominación en la cama) que no van a tener nunca salvo que quieran pasar unos años en la cárcel, y como a nadie le amarga un dulce, y como la jodienda no tiene enmienda, según Houellebecq, y como, por si faltara algo, ninguna norma ni decreto ni discurso público puede domesticar los instintos animales de los que todos participamos (hombres y mujeres), por todos estos motivos, afirma Houellebecq, los machos de la especie humana buscan, ahora, en las niñas, lo que antes obtenían de las hembras adultas. Como consecuencia, se ha dicho, el número de pedófilos en el país vecino y de habla francesa se ha multiplicado.
  2. Auge de la prostitución femenina. Como los machos de la especie humana desconfían de las hembras, que los pueden denunciar por solo mirarlas, emigran en masa a los prostíbulos, lugares de relajo moral donde los machos, previo pago de su importe, acceden a un rato de esparcimiento horizontal sin temor a acabar entre rejas. Por tanto, el punto segundo de las contradicciones del feminismo es el de que, ahora y en Francia y gracias a esa ideología feminista, los puticlús están llenos. A rebosar.
  3. Aumento del número de mujeres que se declaran lesbianas. Según Houellebecq, como muchas mujeres no se atreven a afirmar una nueva verdad de sus vidas —la de que no encuentran satisfacción en la cama con los machos de la especie humana (y recuérdese que estos tampoco hallan placer con las mujeres)—, las mujeres de edades varias y condiciones económicas dispares (pero muy igualitarias en estar a dos velas) se buscan entre ellas. Esto, nos atrevemos a decir sin invocar por una vez la autoridad del novelista galo, quizá pueda ser un problema en Francia, pero aquí, en España —país libre donde los haya y democrático según afirman acreditados documentos—, significaría, en caso de producirse ese aumento del número de hembras lesbianas, un fortalecimiento de la militancia elegetebei, lo cual, como todos sabemos, tiene su aquel. Por no hablar del ahorro en dius, condones de sabores, espermicidas autorizados y remedios abortivos varios, que todo suma.  

 Por si esto fuera poco, en su afán de hacer amigos, Houellebecq en Plataforma pone el dedo en la llaga acerca de la verdadera naturaleza del turismo internacional. Esta no es otra, afirma el novelista, que la de proporcionar a los habitantes de los países ricos material humano con el que fornicar.

En efecto, señores (y señoras), los europeos viajan a países tropicales y pobres a alquilar los cuerpos de jóvenes y más que jóvenes: las niñas (y los niños) se prostituyen en lugares remotos, en países arruinados y alejados de las cámaras de TV para solaz de hombres (y mujeres) que, de otra forma, no tendrían oportunidad de gozar con anatomías dispares en edad con las suyas y que se les ofrecen a cambio de bienes materiales de los que los pobres carecen y a los europeos (y europeas) les sobran.

          Como consecuencia de haber vertido estas opiniones, y por si no lo sabían, presionado por el lobby feminista galo y la industria del turismo gala, el señor Houellebecq hace tiempo que abandonó su país para marchar primero a Irlanda y, finalmente, a España, donde vive en un semiincógnito comprado con su éxito como autor muy vendido. Lo hace en las Islas Canarias. Y allí le deseamos que haya encontrado la paz, aquella que le permita seguir contando lo que ocurre en Francia. Si alguna vez se le pasa por las mientes hacer lo propio con lo que sucede en Las Canarias o en las Baleares o en la Península, que avise, que lectores no le van a faltar. Ni aquí ni en Francia.

Emilio Morote Esquivel.

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7 COMENTARIOS

  1. Sr. Emilio Morote, le agradezco que haya sacado a la palestra a Michel Thomas, conocido como Michel Houellebecq (admirado por Fernando Arrabal y denostado como misógino y racista por sus oponentes, desde religiosos a conocidos izquierdistas) del cual, sinceramente, no conocía el alcance que ha tenido como escritor (tan solo conocía la película “Las partículas elementales”), pero, gracias a su artículo, me he ocupado de analizar su trayectoria.

    Lamento que su artículo solo se circunscriba a una de sus novelas “Plataforma” cuando su obra es bastante más amplia: (Ampliación del campo de batalla, Las partícula, Lanzarote, Plataforma, La posibilidad de una isla, El mapa y el territorio, Sumisión, Serotonina).

    La última, “Serotonina”, por la sinopsis que he leído, me ha parecido especialmente interesante.

    • No te has leído ni un libro, no lo conocías, pero has visto una película… Con la wikipedia ya puedes opinar y ordenar a los demás que se informen. Si lees la contraportada te merecerás un máster como el de Pablo Casado.

  2. Leí Serotonina, ácido, un autor obsesionado con el sexo. Su análisis sobre la decadencia de nuestra cultura es sublime. Quien lea a este autor probablemente acabará rabiosamente dando la razón a un autor que machaca sin piedad a la generación de sus padres, la del 68, decadente, incongruente, líquida, corrupta.

    No lo lean o acabarán votando a VOX.

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