Arrabal de senectud

“Todo se torna graveza cuando llega el arrabal de senectud”. Jorge Manrique

“A cierta edad no deberíamos comenzar escritos extensos”, nos cuenta y advierte Oscar Tusquets Blanca (OTB), en su último texto publicado Vivir no es tan divertido, y envejecer un coñazo (2021).

Y es que a ciertas edades uno se va vedando ciertas libertades habidas antes.

O se las vedan otros, en nombre de un hipotético bien corporal o espiritual.

Viajes largos, nuevas amistades provisionales, ciertas dietas salvíficas, proyectos a largo plazo, ciertas indumentarias y otras gestiones de un tiempo problemático e incierto quedan desterradas de nuestras agendas.

Y de nuestras vidas

Y no solo ese carácter de falta de diversión y de coñazo que señala OTB en su libro, son fruto de que el trabajo haya sido redactado en el año de pandemia y confinamiento.

 Que todos hemos vivido penitencialmente.

Y transitando ese arrabal manriqueño.

Un libro en la estela del último publicado por OTB, Pasando a limpio (2019).

Cuyos últimos flecos trenzan la trama del actual, como puede rastrearse.

De ello –de esa derivada– da cuenta la entrevista sostenida en el diario El País en enero de 2020, con motivo de la aparición de Pasando a limpio.

Entrevista donde señalaba cierta genialidad problemática de viejos verdes, como Nabokov, Helmut Newton, Luis Buñuel o Balthus.

Sin que ello sea señalarse a sí mismo como problemático viejo verde.

Por más que cierta pintura del arquitecto-escritor-diseñador tenga un inequívoco aroma erótico.

Un WhatsApp de FRdC me devuelve a la tierra desde los altos de la lectura.

Y me advierte de que ha aprovechado la visita a la librería –para recoger un encargo– para adquirir mi última obra Plaza Mayor. Permanencia y transformación.

“Te lo habría dado yo” le respondo.

“Es igual –me contesta–, gracias de todos modos. Si vivo cuando escribas

 el próximo”.

“Lo estás complicando por ti y por mí”, prosigo en la línea del hilo la conversación.

Y en línea con lo afirmado por OTB sobre la dificultad de comenzar ciertos proyectos a edades avanzadas.

¿Podré iniciar nuevos proyectos que demanden tiempo nuevo y savia fresca?

Y ¿podrá leerlo y disfrutarlo Paco en días venideros?

“Es la vida”, prosigue FRdC.

“Desde luego, pero el futuro se complica”.

La vida que se desparrama y avanza perdiéndose.

Y ahora le adjunto la portada torera del tusquetiano libro del que he empezado a hablar.

“Tiene un poco de memorias y otro de testamento”, culmino la conversación.

Lo de memorias es visible, lo del testamento lo iremos viendo desde ese arrabal de senectud.

Por más que FRdC derive ahora en sus comentarios, hacia la hermana del arquitecto OTB, Esther Tusquets, la gran editora de Lumen.

De quien he leído algunas entregas memorialísticas, como ‘Habíamos ganado la guerra’, ‘Confesiones de una vieja dama indigna’ y ‘Tiempos que fueron’ escrito a medias entre ambos hermanos, en una suerte de dialogo imposible en los recuerdos divergentes.

Como si de todo hiciera ya tantos años que se van olvidando.

Como esos tiempo que fueron y se marcharon.

Ayer no más, nos recordaban los cincuenta años de la publicación del álbum de Serrat, Mediterráneo.

Algo así como en 1971.

En la clave de la vida como la canción de Stevie Wonder de 1976, Songs in the key of life.

Igual que semanas pasadas nos recordaban los 80 años –¿serán añazos, ya? – de Bob Dylan y los 79 de Paul McCartney.

Como los 80 en el alero de OTB, previstos para el próximo día 14.

Igual que Antonio Escohotado.

Abriendo un debate sobre la diferencia de apelación –lo cuenta Alex Grijelmo en el semanal Ideas del día 6 pasado– de las franjas de edad.

Franjas con denominaciones distintas, que no sólo sirven para fijar la vacunación por grupos de edad.

Sino para distinguir a los veinteañeros y treintañeros, de los cuarentones y cincuentones, de los sexagenarios y octogenarios.

¿Es legítimo llamar a los sexagenarios, sesentañeros o sexentones?

Periferia sentimental
José Rivero