Jesús Millán Muñoz.- Según el periódico La Nueva España del 17 de abril del 2019, las obras completas de Gustavo Bueno, van a constar de sesenta millones de caracteres, el doble que las de Ortega, que son treinta millones.
Esencialmente, el número de palabras o de caracteres, no es lo esencial, pero como los humanos medimos todo, pues, según los datos tomados de la noticia indicada anteriormente, las últimas obras completas de Ortega, dispondrían en diez tomos, diez mil páginas aproximadamente, treinta millones de caracteres, las obras completas de Gustavo Bueno, que han empezado a editarse constarán de unos sesenta millones de caracteres, y, las obras completas de J. Millán, las que están solo a ordenador, es decir, treinta y dos tomos, treinta y dos mil páginas, en setenta millones de caracteres, denominadas, una obra de un único título y un único autor, Cuadernos o Cuadernos de la Mancha. Sin contar los epistolarios, en ninguno de los tres autores citados.
Se considera que Husserl escribió cuarenta y cinco mil folios, y las obras completas de Heidegger, serán de 102 tomos.
Planteamientos
No es cuestión de vanidad y soberbia y engreimiento y búsqueda de notoriedad, pero lo cierto, es que esta obra, denominada Cuadernos o Cuadernos de la Mancha, una combinación de literatura y filosofía y metafísica, apenas tiene presencia en el mundo cultural. Se ha tomado la literatura como literatura, pero también, como un instrumento de captar-observar la realidad, y, dado ese paso, se utiliza la filosofía, como instrumento de indagación y análisis asistemático de esa realidad, es decir, de esos cientos de cuestiones, pequeñas o grandes, históricas o nuevas, de la realidad humana. De la realidad humana en relación con multitud de aspectos de lo real, la naturaleza, la sociedad, la cultura, la metafísica, la historia, etc.
Cierto es, que nadie desea comparar la genialidad y profundidad filosófica de J. Millán con la obra de Ortega, Unamuno, Bueno, Trías y otras docenas de grandes pensadores-filósofos que ha dado el suelo patrio, en estos dos últimos siglos. Pero tampoco se puede negar, dos hechos o dos realidades, por un lado, que en tantos cientos de miles de frases, de unos y de otros, tendrán aciertos y desaciertos. Y, en segundo lugar, plantearse si la gestión cultural sobre la filosofía, es suficiente racional. Es decir, un saber que aboga por la racionalidad, quizás la gestión de ella, no es tan racional como parece.
Hay quién indica, que no se entiende al ser humano, si no se acepta, que es más irracional que racional, o una mezcla, en parte desiguales de racionalidad e irracionalidad, y, de ahí, deriva, multitud de consecuencias conceptuales y prácticas, de justicias e injusticias, de bienes y de males, de equidades e iniquidades, de bondades y de maldades…
Consecuencias
Indicar, que nadie sabe cuántos pensadores-filósofos han existido en el siglo veinte, en este trozo de tierra que denominamos España, indicar, que no se saben y conocen, los que todavía, respirando existen, y que producen filosofía. Indicar, que no hay ningún lugar, dónde estén todas las obras producidas de filosofía, aunque existan muchas bibliotecas, pero ningún lugar o centro documental, dónde haya referencias de todas ellas…
Cierto es, que si vienen tiempos de no-democracia, y siempre, la historia está en ese vaivén de democracia y no-democracia, pues sería muy fácil detectarlos a todos y a cada uno, pero también es verdad, que los sistemas informáticos hoy, con las obligaciones de los depósitos de las obras publicadas, se pueden seguir la pista de todos y de cada uno, si alguien se lo propone.
Por tanto, en tiempos de paz y de democracia, una de las asignaturas pendientes, sería que existiesen centros documentales, aunque sean virtuales, para describir y narrar, todos los pensadores-filósofos que existen. Es decir, un Archivo Documental, en que cualquier pensador filósofo, que haya publicado o haya hecho público algún tipo de escritos sobre filosofía, pudiese tener una mención o ficha, de tal modo, así los investigadores podrían consultar, para percibir y ver la riqueza documental y cultural que se ha ido construyendo a lo largo de las décadas, en el terreno de la filosofía.
Conclusión
Así, de este modo, no sucedería, que en este país-sociedad-cultura, que denominamos Península Ibérica, nadie sabe-conoce, el trabajo realizado, por un autor, J. Millán, en más de cuarenta años, produciendo una obra, que ha titulado Cuadernos o Cuadernos de la Mancha, de filosofía y literatura y metafísica y estética, sea mejor o sea peor, tenga más errores o tenga menos, pero que en sí, consta de cincuenta tomos, cincuenta mil páginas, veintidós millones de palabras, de los que se han publicado o hechos públicos, treinta y cinco tomos, treinta y cinco mil páginas (a ordenador, máquina y a mano) en ediciones muy modestas, sin venta, ediciones gratuitas, con pocos ejemplares, una edición testimonial…
Es decir, la obra Cuadernos o Cuadernos de la Mancha, tiene en caracteres, más que las obras completas de Ortega o de Bueno o de Unamuno o de Trías o de Azorín o de…, y que nadie, nadie apenas conoce, nadie apenas cita, nadie apenas le importa, ni en el mundo académico filosófico, ni en el mundo cultural de la filosofía. Y, que de seguir así, acabará destruyéndose o perdiéndose o deteriorándose o aniquilándose, o, creyéndose que es una boutade o mentira o un engaño que nunca existió…