Soy un pichón de paloma

Asociación Corazón de Paloma Ciudad Real.– Esta es la historia de un pichón, insignificante para muchos, pero que dice mucho sobre la actitud moderna hacia los animales en la ciudad, aunque siempre convivieron con nosotros.

Cuando este pequeño pichón salga del nido al mes de nacer, estará desesperado por buscarse la vida, verá comida y se lanzará a por ella. Tiene mucha hambre y en la ciudad los recursos son limitados. Las palomas comen grano, algo imposible de encontrar en las urbes, y el maíz de esa azotea es una bendición. Sin embargo la comida estará en una jaula municipal instalada precisamente para atraerle, y quedará atrapado.

No entenderá nada, intentará volar, pero no volverá ya con sus padres y su hermano. Pasan los días y cada vez hay más pichones y algunas palomas adultas dentro de la jaula, las que no tienen tanta habilidad para buscar alimento. Hay peleas, buscan un hueco por donde salir, hace calor y no hay sitio donde encontrar un poco de sombra.      

Días después de quedar atrapado vendrá un cazador a recoger al pichón y lo meterá en una pequeña caja de transporte, apelotonado junto con todos sus compañeros. Está oscuro, no sabe lo que pasa, no hay espacio, chocan unos con otros y se mueven nerviosos intentando buscar una salida.     

Otro día, confundido y asustado, el pobre pichón encontrará esa salida. Se abre la caja y ve el cielo. Echará a volar, pero sólo podrá ser libre los segundos que se lo permitan los disparos que reciba. Está en un campo de tiro de pichón de los que abundan en nuestra provincia. El pobre animal cae al suelo con violencia y se retuerce de dolor. Los disparos no fueron certeros y se ha roto las patas por la caída. Tendrá que esperar a que termine la tirada, a veces horas. Lo último que verá será una mano que le rompa la nuca o un pie sobre su cabeza. Le espera el cubo de la basura. Es una paloma urbana, de esas que dan tanto asco, de las que no valen para nada.      

Mientras tanto, en un núcleo zoológico de un cetrero otras aves majestuosas esperan a oscuras en una habitación a que alguien les de de comer. Están hambrientas y desesperadas. Por fin el cetrero llega con un pedazo de paloma en la mano y la rapaz se lanza hacia la carne loca por comer. Empieza su entrenamiento, basado en el hambre, para que la rapaz acuda al hombre. Pasará mucho tiempo atada a un posadero y también estará deseando desplegar las alas y volar, pero el cetrero tiene que asegurarse de que el ave tiene motivación para volver con él. Al principio irá atada con una cadena larga y le lanzará palomas vivas para que las aprenda a atrapar y despedace.

También arrancará un ala a una paloma y la atará a una cuerda que volteará para enseñar a la rapaz a capturar un ave en movimiento. La rapaz es cautiva del hambre y del hombre, lo que crea un vínculo de dependencia hacia el cetrero. Reciben palomas capturadas en jaulas por el Ayuntamiento de Ciudad Real para practicar su hobbie, hobbie que hace sufrir tanto a las palomas como a las rapaces, y que nos quieren hacer pasar por algo natural cuando los animales no tienen voluntad ni libertad.
¿Es esta la gestión que queremos, vecinos y vecinas de Ciudad Real? Decimos alto y fuerte que NO.

No queremos jaulas de captura, cetrería ni tiro de pichón. Queremos respeto hacia las aves y una gestión ética de verdad, que no suponga maltrato y muerte porque se puede, simplemente no se quiere llevar a cabo. ¿Por qué dejar nacer para luego matar?

¡CONTROL DE LA NATALIDAD, PIENSO ANTICONCEPTIVO, PALOMARES, MEDIDAS QUE PREVENGAN LA ANIDACIÓN SIN DAÑAR A LOS ANIMALES! ¡NO MÁS PRIVILEGIOS A LOS CAZADORES!

POR UNA GESTIÓN ÉTICA DE PALOMAS EN NUESTRA CIUDAD.