Celebrar los VI Premios Nacionales de Onda Cero Puertollano en esta primavera

Natividad Cepeda.- Puertollano tiene travesía en sus entrañas de la madre tierra donde sus hijos han sentido su latir y su vivir desde el agua de la Fuente Agría hasta la explotación de sus minas de carbón, sin olvidar su pasado ganadero y esa mirada alegre de sus gentes que cantan por encima de tanta adversidad y derrotas.

He visitado la ciudad desde hace años casi siempre invitada para acontecimientos literarios o poéticos y siempre de su buena gente he recibido y su acogida. Ahora Onda Cero Premios Nacionales de Puertollano me regala este premio y me faltan palabras para agradecer la distinción. Y es entonces cuando compruebo que como castellana manchega a veces soy parca en elocución. Gracias a don Julián Camacho y a su equipo por acordarse de una mujer que junta palabras intentando expresar lo que llevo en el alma: y con ellos a todos los que hacen posible estos premios anuales que, por fin podemos celebrar después de tanto sufrir y no vernos por la pandemia que nos ha arrebatado la cercanía del encuentro. Gracias y mi enhorabuena a todos los premiados con los que compartiré, si Dios quiere, la noche de mañana viernes.

El tiempo juega con nosotros en el mapa de la vida y con ese riesgo que es vivir recorremos estaciones diferentes a través de los años. En mi infancia cuando se nombraba Puertollano me quedaba lejos, muy lejos, igual que aquellas minas de Almadén y la otra Argamasilla, llamada de Calatrava, que me sonaba a copia de la Argamasilla de Alba, tan cercana para mí por familia y cercanía.  Ignoraba todo el riesgo de sus gentes y su carácter alegre porque está más cerca del Sur. Ese Sur de España que esconde sus penas cantando a la vida. Cuando llegué hasta la ciudad minera en pleno apogeo económico me deslumbró su Paseo de San Gregorio, su Fuente Agría adonde llegaba la gente a llenar sus botellas y a beber de ella; me quede mirando en silencio hasta que una mujer me dio a beber acercándome una medida de porcelana con una sonrisa de quien percibe que está junto a una forastera.

Me emocionó pasar a la ermita de su Patrona la Virgen de Gracia y comprobar la fe de los puertollanenses o puertollaneros, su mirada grata al cruzarme con ellos… Calles, iglesias, monumentos al Minero y su enorme auditorio, ayuntamiento y sobre todo su gente. Nombres y más nombres que forman parte de mi equipaje de vida.

La primera vez fue cuando me fue concedido el primer premio de Cartas de amor por la Asociación de Amas de Casa El Timón; no me fue posible ir a recogerlo por estar en un hospital, Lo recogieron mis jóvenes hijas y me quedó aquella sensación de deberle algo importante a la ciudad que me lo había concedido. Volví y conocí la pujanza de aquella asociación de mujeres. Después fui invitad por Manuel Muñoz Fernández a ser mantenedora del premio Ciudad  de poesía Ciudad de Puertollano y allí conocía a Eduardo Egido entre otros muchos. Luis García Pérez me abrió escribir en Alforfa y Estaribel, más tarde Víctor Manuel Gutiérrez y como olvidar a la desparecida María Luisa Menchón… Y el editor Julio Criado con Luis Díaz-Cacho y la creación del Grupo de Poetas de Oretania, también con ellos he vuelto en ocasiones a Puertollano a leer poemas y a la Feria del Libro. 

Han pasado los años y he continuado visitando la ciudad que ahora vive sus horas bajas y he sentido tristeza al ver, como en otros pueblos hay paro, tiendas cerradas…Luchamos en esta provincia de Ciudad Real tan extensa y tan desconocida cada uno con lo que puede y le dejan, pero sin abandonar el terruño. Nombres, Julián Camacho Morejudo, su ímpetu para hilar programas de actualidad sin decaer a pesar de los pesares y este premio que se me concede por escribir. Gracias por tanto recibidas a los que en soledad contamos pequeñas historias. Gracias porque a pesar de estar tan dispersos hay tiempo para reconocernos los unos a los otros y trascendemos a pesar del temblor que nos desamparan estos meses funestos que estamos viviendo y podemos Celebrar los VI Premios Nacionales de Onda Cero Puertollano.

Salimos a la vida en esta primavera con aquella prisa infantil en la que nos parecía que llegábamos tarde para crecer y se mayores y nos hospedamos en las miradas de los otros para recordarnos que no todo se ha perdido.

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