Natividad Cepeda.- Asegura Santiago Lázaro Alcalde de Campo de Criptana en el saludo de la revista anual de la Semana Cervantina que “Si algo nos hace sentirnos inmersos en la primavera criptanense es la celebración de la Semana Cervantina. Este año, como todos sabemos, no va a ser posible celebrarlo como nos gustaría. Sin embargo, el tesón y la constancia de Lola Madrid como presidenta de la asociación, nos han traído a recuperar parte esencial de la Semana Cervantina… — Agradece– el trabajo y el compromiso de la Asociación de Hidalgos, y en particular a su presidenta Lola Madrid, por preservar nuestra seña de identidad, nuestros molinos de viento. Su trabajo a lo largo de décadas nos ha mostrado el camino a seguir en la puesta en valor del mejor legado que nos han dejado nuestros antepasados.”
Molinos que son pasión de Lola Madrid al frente de la asociación desde hace más de cuarenta años: ella la última molinera que conoce los vientos y el entramado de los molinos como nadie. Sin esa pasión de vida, esta Señora que se anticipó a todos los feminismos actuales, no hubiera subsistido la asociación con el esplendor y reconocimiento, me atrevo a decir, mucho más fuera del suelo de Criptana, que dentro, gracias a su empuje personal haciendo llegar hasta la celebración de la Semana Cervantina personalidades de las artes, del periodismo, de la literatura, de la política nacional y diplomacia internacional… durante años y años. Y una vez más se cumple el refrán de origen bíblico de “Nadie es profeta en su tierra”
En el saluda de la revista Lola Madrid dice: “…recordaros que mi tiempo se me está pasando, no porque quiera irme si no porque los años no pasan en balde y me llamarán cualquier día a sentir los vientos en la altura del cielo como a tantos otros. Y quiero haceros una petición que me prometáis todos los que habitáis nuestro singular pueblo que protejáis a nuestros legendarios gigantes, los guardianes de nuestra sierra y con ellos todo el entorno por los que somos conocidos en los mapas nacionales e internacionales…”
Lástima que a personas como Lola Madrid en la Comunidad de Castilla-La Mancha no se les reconozca la labor divulgativa de nuestra región en ese Día dedicado a reconocer méritos por ser castellanos-manchegos ilustres. Personas que sobresalen por sus actividades en favor de nuestro patrimonio residentes aquí, contribuyendo a que, los que se fueron, se les reconozca en demasiadas ocasiones, méritos únicamente personales que jamás han repercutido en nuestros pueblos, dejando a un lado ideas políticas que separan y ponen vendas en los ojos de los dirigentes. Se olvida que sin la colectividad de los residentes los problemas y éxitos comunes no serían posibles. Somos los que socialmente nos une un mismo fin vinculados a cada rincón de Castilla-La Mancha. Y por eso se queda la mirada detenida al divisar desde las carreteras y autovías la pétrea figura de un molino de viento en la llanura manchega. O, milagro, de mi tierra pobre y olvidada que como dice nuestro sabio, Sancho Panza, “buen corazón quebranta mala ventura”. La de tan poca industria para ganar salario en villas, pueblos y aldeas que se van despoblando mirando hacia el pasado sin remediar el presente para caminar hacia el futuro. El pasado indeterminado de los molinos fue señal de futuro cuando la sequía pertinaz, dicen, que duró más de cuarenta años y se secaron ríos y sin corriente de agua la rueda dejó de girar. No sirvieron los molinos de agua para moler los trigos… Nos quedaba el viento en las alturas de las sierras y con él giraron las aspas y el humilde labriego ascendió como pájaro en busca de sustento.
Molinos, señal de que la aldea estaba habitada. Molinos peregrinación generacional de los vecinos. Molinos que iluminan la sierra de Campo de Criptana abiertos a los cielos azules de la Mancha. Ahora el prodigio es conservarlos como seña de identidad de aquél tiempo en el que un contador de cuentos imaginó que eran gigantes en medio de la soledad de las cumbres. Los molinos han alcanzado la luz entre sus conos blancos y han llenado las alforjas de vida de los que aguantaban el frío y la calima con la energía humana de su afán y tesón. Ellos nos los legaron. Desde aquellos siglos acá, llega Miguel de Cervantes, viajero de la mar y el llano; ante él, son gigantes de fuerza y de riqueza, o quizá, la denuncia de luchar por un mundo mejor donde la desigualdad favorecía a los menos y perjudicaba a los muchos.
El escritor que es Miguel de Cervantes conoce la derrota, la incultura del pueblo, su penuria, y denuncia desde las palabras de un loco, lo que él, como ciudadano no puede decir, pero sí, como escritor en boca de sus personajes. Porque un pueblo sin honor olvida los que es realmente la libertad y la justicia. Recordar a Miguel de Cervantes es leer su obra universal y sacar de ella todo cuanto nos dice por su actualidad. La Semana Cervantina que se viene celebrando desde hace cuarenta y cuatro años, gracias a la Asociación “Hidalgos Amigos de los Molinos” de Campo de Criptana, es referente de la defensa de un patrimonio pétreo; los molinos de su sierra, con ellos, y por ellos, aúnan lo que es claro y patente, la cultura celebrada durante esa semana en la que el teatro, la pintura, la música y otros eventos culturales se han convertido en tradición de ese pueblo. Cuando la noche cubre con su manto de estrellas la sierra criptanense la belleza humilde de los molinos es sombra mística que roza los sentidos conectando su energía de cal, madera y piedra al universo, en esa vibración cósmica donde todos vivimos.
Soledad de lo oculto en torno a todo lo que es espiral y cónico, igual que el movimiento del eje de la tierra: rotación del molino con su palo de gobierno o Dios que nos habla al corazón desde las sierras. Todo es posible.