Ángel Mozos.- ¿Les parecería un atraso ver en un parque de su ciudad animales pastando? No les parece eso a los gobernantes de ciudades como París o Dusseldorf, a los gerentes de aeropuertos como los de Chicago y San Francisco o a los encargados de los jardines de empresas tan punteras como Google o Yahoo.
Desde hace años ya existen estudios que presentan el uso de animales herbívoros de granja como una alternativa eficiente, económica y ecológica para el control de la vegetación.
En principio se estimaba oportuna esta ayuda para la prevención de incendios en zonas sensibles en entornos rurales o apartados de la ciudad, como redes eléctricas y aeropuertos, pero desde hace algo más de 10 años se comenzaron a usar en espacios públicos urbanos. Es lo que se llama “pastoreo controlado” y está extendiéndose tanto que incluso Amazon oferta un alquiler de pequeños rebaños de cabras para estas limpiezas.
Parece lógico pensar que en un entorno como el nuestro, donde la disponibilidad de ganado es tan sencilla y donde muchas veces se achaca el mal estado de los parques a la falta de personal, el pastoreo controlado pudiera ser una solución beneficiosa para todos.
Se benefician los ayuntamientos, que disminuyen sus gastos de gestión de la vegetación; los ciudadanos, que disfrutan de los espacios limpios y naturales, los ganaderos, que consiguen pastos y, quizás, algún ingreso extra y el Medio Ambiente, que se libra de la contaminación (atmosférica y acústica) fruto del uso de las desbrozadoras, de otros efectos peores aún por el uso de otros medios mecánicos más agresivos o del uso de herbicidas.
Su implantación es sencilla, dado que los requerimientos materiales son mínimos: vallas portátiles o pastores eléctricos o incluso los propios medios de los propietarios del ganado.
Muy particular (y cercano al redactor de este artículo) es el caso del Parque del Pozo Norte en la localidad de Puertollano. En este parque, durante unas semanas, hemos podido ver caballos pastando que, sin molestar a nadie y de manera natural, han mantenido adecuadamente las hierbas de ciertas zonas del parque, demostrando que es una solución eficaz, sencilla y estética.
Hubiese sido buena idea potenciar este modelo ampliando su uso a más superficie, más tiempo y más especies. De hecho, existen ganaderías cercanas, no sólo de caballos, sino también de ovino y caprino.
Mucho mejor resultado habría dado que pasar el arado. Un método usado desde hace años en este parque que no sólo queda fuera de toda duda que no corresponde con una práctica propia de este siglo, sino que además tiene un desafortunadísimo efecto: destruye toda su estética. Y es que tras el paso del tractor el verde manto vegetal se convierte en una superficie totalmente irregular plagada de grandes piedras y escombros mal revueltos con una vegetación que aún sobresale a trozos pareciéndose preguntar si deben seguir creciendo o no. Un despropósito en un entorno que se supone debería ser un espacio gratificante para la ciudadanía y que con esta práctica nunca logrará convertirse en tal porque, año tras año, nunca pasa de ser un vulgar barbecho.
#Homoconsciens, por una transición real, eficaz y justa.