Manuel Valero.– Puede parecer una minucia con la que cae pero no lo es. Después de los años, la barriada de Asdrúbal ha pasado de la realidad tangible a la memoria sentimental de Puertollano. Nada está a salvo del tiempo. Si hay joyas que se han salvado ha sido precisamente por eso, por ser joyas.
Puertollano ha tenido un alrededor arquitectónico minero como no podía ser de otra manera. Algunos pecios de antaño se han salvado para rescatarlos y reutilizarlos como el Pabellón Ferial de Peñarroya desde el que se vislumbra el Terri de triste y perdida inversión que sigue hoy aún más arrumbado que antes porque fue rescatado inútilmente. Unos piensan que fue una inversión estúpida, otros que los puertollaneros, tan dados a darle a la boca a la hora de demostrar orgullo minero, le hicieron el mismo caso que un asno a una mosca. Todo el paisaje tanto de minería subterránea como en la explotación abierta que prosiguió Encasur hasta hace unos años ha ido adaptando el perfil surgido de las explotaciones como un cuadro inevitable. Encasur incluso restauró algunas lomas artificiales y le dio al entorno un aire extraño enseñoreado de zigurats vegetales.
El barrio de Asdrúbal ha corrido la misma suerte. Tal vez lo poderes públicos estuvieran escaldados con el caso del Terri y no movieron un dedo para salvar lo salvable y conformarlo como punto visitable al pairo de la moda de los volcanes. No. Encasur vendió, y el comprador interesado usó la legalidad que le da la propiedad para actuar en ella como mejor le convenga. Debe tratarse de un agricultor porque no ha tardado nada en vallar todo lo vallable y roturar hasta casi el quicio de la puerta de la gran joyita de la zona: la ermita de Santa Bárbara. Es lo único que queda en aquel poblado con nombre, aluvión de mineros, esperanza de vida y pulso histórico de la ciudad de la que extraía la tierra negra que era el sustento de muchos.
No conviene estar dando vueltas al pasado minero como un hámster en la rueda. Hoy son otros tiempos, otras energías, otras tecnologías, otra sociedad, otro mundo, otro futuro. Vale. Pero un pequeño recuerdo de lo que fuimos nunca viene mal, sobre todo si se trata de una verdadera joyita arquitectónica- aunque no lo sea para los puristas-, por su silueta, su fachada, su cruz templaria y su razón de ser: cobijar a la patrona de los mineros y segunda patrona de Puertollano por méritos tradicionales.
Hay que reconocer que en esta ciudad ya hay mojones que nos recuerdan quienes fuimos y de dónde venimos: tenemos el Monumento al Minero que con el tiempo va adquiriendo tronío, algunas torretas se alzan gallardas sobre rotondas de tráfico, hay un Museo que pronto será revitalizado y remineralizado y aun sobreviven altivas otras estructuras. Hasta Repsol tiene una celosía de tubos en la rotonda que da acceso al Poblado.
Son los tiempos. Ayer, el carbón y la pizarra; hoy el crudo y los refinos; mañana la energía verde con el Hidrógeno ecológico y el sol generoso. Por ahí andan también los de Deimos poniendo tecnología punta a los artefactos celestes.
Por eso puede parecer una minucia. Pero basta con contemplarla. Tanto desde el fervor religioso como desde la indiferencia creyente. La discreta, pero bella, solitaria barquita templaria merece ser salvada. No vaya a ser que el día menos pensado comprobemos que ha desaparecido sustituida por una huerta de berzas. Y no solo eso, garantizar un acceso cómodo y amplio, preservar el lugar como patrimonio cultural de la ciudad, ponerle el marchamo de BIC… y Ayuntamiento y Junta de Comunidades y la siempre solvente Diputación y el titular de la finca, negocien un acuerdo de la mejor manera.
Es un minucia con la que cae pero merece la pena seguir con el placer impagable de su contemplación. Y si sirve de algo, no vendría mal una campaña ciudadana de crowfunding, o de salvaguarda vigilante de esa ermita que es una originalísima construcción, tanto, que parece haber sido construida por el mismo Jacques de Molay.
Salvemos la ermita. SOS.
La ermita me dicen pertenece al obispado.
Yo dice:
12 marzo, 2021 a las 18:06
La Iglesia y la Barriada de La Mina Adrubal, representan para Puertollano algo más que un edificio religioso y un barrio cualquiera.
En esa Iglesia se encuentra Santa Bárbara, Patrona de los Mineros y en los terrenos de esa Barriada, donde desde 1914 que se estableció la Empresa Francesa SMMP. para la extracción del carbón que yacía en sus entrañas.
Por tanto hay que decir que estos terrenos estos son el germen y por tanto la cuna del Puertollano actual y las autoridades locales, es decir El Ayuntamiento con su Alcaldesa a la cabeza tienen la obligación moral y ética de velar por la conservación de este patrimonio histórico y cultural.
No podemos dejar que lo que resta de la Barriada de La Mina Adrubal termine desapareciendo, como lo hicieron otros monumentos históricos y que tanto añoramos ahora
Ya que dices que este Ayuntamiento tiene la obligación de velar por la conservación de esta» barriada » ya extinguida ( a día de hoy terreno rústico no urbanizable) este mismo Ayuntamiento fue el que se la cargó hace años,por tanto no se puede culpar al actual propietario de lo que se hizo anterior,pero es muy bonito lavarse las manos y culpar a los demás.Lo que pasa que casi nadie sabe la historia de lo que en su día hizo el Ayuntamiento y se habla sin saber
Los terrenos de la ermita y del casino no son propiedad del agricultor. El casino lo cedió encasur a sus socios (hay documentación). Los caminos estan en el inventario de caminos publicos del Ayuntamiento y el agricultor a cercado sin solicitar permiso Ayuntamiento. El solo tiene propiedad del terreno que ocupaba las casas por lo tanto no es una sola finca sino varias parcelas.
Entonces es de suponer que el obispado por un lado y los socios de Encasur y el Ayuntamiento actuarán en consecuenhia
Una reivindicación de los orígenes…..