Los populismos no caben en democracia

Emilio Nieto López.- En muchos estados  europeos, EEAA,  Alemania, República Checa, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Polonia, Ucrania etc. están prohibidos los partidos comunistas, pero debemos ir más lejos,  porque si estamos de acuerdo que deben ser prohibidos, en democracia, aquellos partidos que atentan contra ella, como pueden ser  los partidos  cuyo objetivo  es la implantación de un sistema dictatorial de izquierdas o el renacimiento del nacional socialismo alemán, parece congruente que  todos los símbolos  que les representan, como las esvásticas o la hoz y el martillo deberían estar proscritos en nuestra sociedad libre y constitucional.

No parece oportuno que rápidamente olvidemos lo ocurrido en nuestras latitudes, no hace tantos años, aunque seamos proclives al olvido y al perdón, este último aspecto muy dado en las sociedades humanísticas- cristianas. Debemos tener presente que el nacional –socialismo alemán fue una de las más  claras encarnaciones del mal que sufrió casi toda la humanidad, durante el siglo pasado, y nos parece casi imposible desvincular sus planteamientos del genocidio perpetrado por Adolf Hitler, capaz de dar muerte a más de 22 millones de seres humanos en Europa. Sin embargo, y al mismo tiempo debemos  recordar, para que nunca más se repita, el mayor genocidio llevado a cabo, también en el siglo XX, por el sistema comunista de Mao Tse Tung  con más de 65 millones de ajusticiados, o los crímenes cometidos por Stalin en Rusia y países satélites con más de 20 millones de muertos, solamente por el mero hecho de no comulgar con la ideas totalitaristas comunistas.

El Libro Negro del Comunismo: Crímenes, Terror y Represión  publicado en Francia en 1997, editado por Stephane Courtois, director de investigaciones del Centre National de la Recherche Scientifique Francesa ( CNRS) y realizado por  seis profesores e investigadores universitarios (Stephane Courtois, Nicolás Werth, Andrzej Paczkowski, Krel Bartosek, Jean-Luis Margolin y Jean-Luis Panne), eleva la cifra de crímenes cometidos por el sistema comunista a la escalofriante cifra de 100.000 000 millones de víctimas  en todo el mundo por querer implantar un sistema dictatorial socialista comunista.

Del estudio de este magnífico  libro, que recomiendo sea leído  muy atentamente, porque, como acabo de decir, sus autores  son profesores universitarios de un alto nivel científico, muy bien informados y  mejor conocedores de todo lo ocurrido en el siglo XX en este mundo nuestro lleno de grietas, odios y tempestades sociales, se desprende que ambos sistemas, exterminadores sociales, se asemejan en sus ideologías criminales. Así el deseo de Adolf Hitler era  la creación de una sociedad nazi construida alrededor de la raza pura aria, mientras Stalin pensaba que la sociedad comunista igualitaria futura debía ser edificada alrededor de un pueblo proletariado purificado de toda escoria burguesa. Es evidente que ambos objetivos llevaban consigo la eliminación de la sociedad libre para convertirla en una esclavitud sometida a la ideología del dictador de un signo o del contrario. Así se hizo y el resultado lo conocemos todos pero casi todos lo hemos olvidado a pesar de los signos muy evidentes, que, en estos momentos, están renaciendo en toda Europa.

Es verdad que parece que causa más alarma sociedad los signos de la esvástica alemana  que, de alguna manera, representa la extrema derecha pero nunca debemos olvidar los crímenes cometidos por los que utilizaron y siguen utilizando la simbología de la hoz  el martillo porque esa ideología esclavizó a media Europa y a punto estuvimos de caer en ese infierno dictatorial e inquisitorial, en los años 1936, todos los españoles. Nadie sabe lo que hubiera ocurrido pero sí somos conscientes de  lo que ocurrió en los países del este europeo y de la invasión de los tanques soviéticos comunistas en la primavera de Praga en el año………

La democracia, la libertad, deben tener  los recursos pertinentes para defenderse de los sistemas que atentan constantemente  contra sus libertades.  El obligación de todos los ciudadanos estar alerta y dispuestos a defender ideológicamente el sistema plural y democrático que hoy impera en las sociedades más cultas y desarrolladas de la tierra. Es preciso estar despiertos porque  las puertas que, están casi siempre medio abiertas, en los sistemas democráticos, permiten que por ellas, siempre aludiendo a la libertad ideológica, penetren esas ideas dictatoriales de izquierda y de derecha porque según  sus divulgadores, son capaces de crear un sistema social más justo, más equitativo, más igualitario.

No deberíamos caer en la tentación de dejarnos convencer, y especialmente los jóvenes, por esos cantos de sirena de grupos antidemocráticos que presentan a la democracia como un sistema caduco, corrupto, ineficaz,  falto de fuerza, en el que cada uno hace lo que le viene en gana, para infiltrar esas otras ideas que destruyen la convivencia, matan la libertad y convierten al ser humano en un esclavo del estado, dominador, opresor y radical.

Los representantes políticos de la ciudadanía  tienen el deber de ser ejemplo siempre de honradez, de calidad humana y de predicar, sea desde el púlpito del Congreso y del Senado, sea desde su puesto de responsabilidad social que fuera del sistema democrático lo único que hay es el caos, la destrucción de las instituciones y del estado. Deberíamos tener muy presente que los sistemas antisistema comunistas y fascistas solamente tienen un objetivo claro, cual es la dominación del ser humano, su esclavitud y su dominio por la fuerza del estado omnipotente.

Nunca las dictaduras de izquierda o de derechas se han implantado por la fuerza de los votos, siempre se ha ido minando a la sociedad con propuestas populistas para conseguir el poder por la fuerza, la revolución y la matanza  de seres humanos. Es decir las libertades sociales en los sistemas democráticos se consiguen en las urnas y con los votos mientras que las esclavitudes sociales de los sistemas dictatoriales se  consiguen por la fuerza de las revoluciones y de las armas. No nos hacen falta los falsos redentores y libertadores sociales que solamente aparecen en momentos de crisis sociales y que se instalan en los partidos políticos para crear confusión, engaño y potenciar los odios y las luchas entre ricos y pobres, bancos y ciudadanos, creyentes y ateos ya que para ellos la confrontación social es su objetivo y sin ella nada tienen que ofertar.

La democracia debe  ser el sistema más fuerte, no el más duro, si el más flexible para la potenciación de las libertades individuales pero el más constante  y vigilante contra los verdaderos enemigos democráticos que, por doquier, disfrazados de ideales o ideas igualitarias, nos quieren convencer  presentándonos un mundo mejor y mágico dentro de un sistema muchísimo peor. No a los sistemas populistas dictatoriales de izquierda y de derecha porque ambos tienen los mismos objetivos: hacer esclavo al ser humano y dependiente del padre estado.