Pretendemos –si el tiempo climatológico lo permite, y con las dificultades propias del otro tiempo histórico, el de la pandemia que nos recorre– la tarde del próximo día 10, en la Plaza de los Mercedarios, frente al Museo de la Merced, proceder a las 18 horas, a la presentación del trabajo Plaza Mayor. Permanencia y transformación.
Trabajo que viene a ser el número 6 dentro de la colección Ciudad Real. Ensayo que viene desarrollando Ediciones Serendipia, en un esfuerzo meritorio por un construir una colección local de alto valor documental y de carácter reflexivo.
Por mi cuenta el retorno a las reflexiones sobre las desgracias e infortunios del destino del primer espacio civil –funcional y simbólico, como puede observarse a lo largo del tiempo– de la ciudad, se conectan –aunque cuestionándolas en parte y rectificándolas ahora con la última escritura– con las conclusiones anticipadas en 1981, con otro trabajo seminal –realizado junto a Alejandro Moyano y publicado en la revista Almud nº 4– Transformación arquitectónica de un espacio público. El caso de la Plaza Mayor de Ciudad Real. Un retorno –si se quiere– al lugar del crimen, tras cuarenta años transcurridos, más casual que querido, como se expone en el prólogo de la obra citada. Donde se desvelan algunas claves y se da cuenta de ciertas vicisitudes y de ciertos pormenores biográficos, ante una voluntad ya manifestada anteriormente – aunque incumplida parcialmente, como puede observarse– por clausurar con toda escritura sobre la arquitectura de la ciudad. Como síntoma de un cansancio analítico y como signo de un agotamiento en los procedimientos sintéticos. También como secuela de una devastación imparable que no cesa. De todo ello, ya se habían producido en estas páginas de Miciudadreal, un larga entrega apodada Ciudad Real: del Topos al Logos, entre los años 2013 y 2015. Por lo que al lector de este digital, la música desplegada ahora en Plaza Mayor. Permanencia y transformación –con algunas interpretaciones bibliográficas incorporadas y reinterpretadas– le sonará a partitura conocida.
Un trabajo éste que, por demás, se inscribe más “en un ámbito interpretativo transversal, cercano al ensayo reflexivo, que a una secuencia histórica lineal adormecida. No es por ello, aunque pudiera creerse así por parte de algunos lectores, una Historia de la Plaza Mayor…Lo que se mueve aquí más son indagaciones sobre las posibilidades formales y espaciales que han ido desapareciendo en el curso del tiempo. Y que tal vez nos han sido robadas. La imagen del robo, perpetrado sobre la imagen final de la Plaza Mayor, es equivalente al hurto y saqueo perpetrado sobre el recinto amurallado de la ciudad, como de todos es sabido y de sobra conocido. Acontecimientos que n o solo reflejan la miseria moral de unos tiempo acobardados y empequeñecidos, sino la incapacidad para resolver los problemas los problemas de identidad urbana que venimos padeciendo, por falta de rigor formal y por falta de vigor civil.”
Y este procedimiento del nomadeo reflexivo –más que del estatismo conceptual que despliegan algunos procedimientos historiográficos habituales– toma cuerpo en las contraposiciones desplegadas entre pares analíticos explicativos de la almendra central –corazón, estómago o gaita digestiva– de la ciudad. Por ello, la recurrente disyuntiva entre Topos y Logos, entre lo Leñoso y lo Pétreo o entre la Cerca y la Plaza, como herramientas exploratorias que nos habilitan para fijar el marco del entendimiento de ese “cubo de aire cerrado” que, en palabras de Bonet Correa, compone la lógica formal y compositiva de las Plazas mayores españolas. Un ‘cubo de aire cerrado’ como argumento sustancial de la verdadera permanencia de ese espacio transformado en los 766 años de su vida.
Periferia sentimental
José Rivero
Felicidades. Lo leeré con mucho apetito.
Muchas gracias por el libro, porque en una ciudad así hay que agradecer estos esfuerzos, muchas felicidades y que se vendan muchos ejemplares. De los que me reservo uno.
Lo leeré detenidamente Sr. Rivero. La Plaza Mayor no tiene solución ya que tendrían que tirar el Ayuntamiento. Esa estridencia nunca dará paz y sosiego a ese espacio. El genio Higueras no engañó a nadie. Fue uno de los impulsores de la arquitectura brutalista y actuó en consecuencia. Tenemos una ciudad fea sin remedio alguno.
Los culpables de que tengamos el Ayuntamiento que tenemos son dos: el alcalde de entonces Eloy Sancho y el pintor Manuel López Villaseñor. Higueras hizo lo que le pidieron.
Villaseñor…? Por?
López Villaseñor era amigo de Higueras. Fue el ideólogo y promotor del actual Ayuntamiento.
https://www.youtube.com/watch?v=cJibpbphJH0&t=78s
El nexo Higueras/López Villaseñor, pasa por Torrelodones. Por la casa que hiciera Higueras al pintor. Lo demás está cintado en la prensa de la época.
Los solares de la Plaza Mayor son heridas y afrenta para la ciudad y sus moradores. Consentidas por todos los políticos y legisladores.
Y es que la fisonomía actual de la plaza, en poco recuerda la que pudo tener en otras etapas. Recomendable…..
Enhorabuena maestro y compañero:
A pesar de que no pude asistir desde el comienzo, llegué con tiempo suficiente para escuchar parte de tu disertación.
Agradecido quedo por tu dedicatoria y espero dar buena cuenta de un libro tan completo en prosa como en documentación.
Un saludo, don José
El edificio del Ayuntamiento no mantiene la esencia manchega de la Plaza Mayor, algo generalizado en La Capital De La Mancha.
Sin embargo, propone una línea arquitectónica interesante que debería mantenerse para el resto de edificios que conforman La Plaza Mayor. No es de recibo, que los solares que están vacíos y dan un aspecto desolador, no puedan ser reconstruidos en armonía con el Ayuntamiento por la normativa municipal que obliga a realizar toda la manzana en una misma unidad de construcción.
Es decir, no se puede construir solar por solar, sino que habría que comprar todos los edificios de la cara este de La Plaza, algo inviable. Una ensoñación normativa que se debe cambiar si no queremos mantener los actuales parches.