Juan Antonio Callejas Cano. Diputado nacional por Ciudad Real. Grupo Parlamentario Popular.- La tozudez de los datos que acreditan la crisis económica en la que nos hallamos inmersos y que venimos señalando en los dos artículos anteriores, queremos cerrarla con este artículo dedicado a la manifestación y expresión de esa crisis: el paro.
La realidad del paro en España es un drama social profundo que a veces se pretende ignorar desfigurando/edulcorando los datos. Efectivamente, el número de parados es de 3.964.000, y es el que normalmente utiliza el Gobierno en sus declaraciones, pero a esa cifra hay que sumar 738.969 trabajadores en ERTE (Expediente de Regulación Temporal del Empleo), y 384.000 autónomos en cese de actividad, por lo que la resultante de esta suma es, ni más ni menos, de 5.086.969 personas.
Igual ocurre con la tasa de paro que se dice estar en el 17%, pero si le sumamos los trabajadores en ERTE llega al 20,6%, lo que nos sitúa a la cabeza de Europa en desempleo donde la media es del 8,3%.
Tratando de ver estos datos de paro por grupos, los resultados son aún más desoladores: la tasa de paro femenino es del 20,6%, lo que significa que es un 43% superior a la de paro masculino (14,1%), permitiéndonos estos datos estar encabezando los valores europeos si se exceptúa Grecia. En la misma línea transcurre el paro juvenil en la que alcanzamos el 40,4% frente al 18% de media en Europa. El análisis de los 738.969 trabajadores en ERTE por sectores su distribución es: 97.000 personas procedentes del Comercio; 113.000 de servicios de alojamiento; y 244.000 de los servicios de comidas y bebidas.
Todo ello es fruto de que en 2020 se han destruido en España 622.500 empleos que suponen 527.900 parados más que en 2019, aumento que no ha cesado de crecer con el cierre del año y comienzo del nuevo año, ya que en enero los parados se incrementaron en 76.216 y hacen que la cifra de inscritos en el SEPE (Servicio Público de Empleo Estatal, antiguo INEM) llegue a un total de 3.964.353 desempleados; se han perdido 101.000 empresas en el año 2020 y en enero de 2021 han cerrado sus negocios casi 15.000 autónomos., lo que suponen 710.500 parados más que a fines de enero de 2020 (21,8%).
Esta situación del empleo en su dramática repercusión social queda más evidente si tomamos en consideración un dato que nos da la EPA (Encuesta de Población Activa): en el último año hay 184.000 hogares más (+18,1%) que tienen a todos sus miembros en paro, llegando al escalofriante número de 1,2 millones de hogares.
La situación del empleo que acabamos de reseñar tiene su origen en la pandemia, aunque el punto de partida era bastante malo, pero también tiene bastante responsabilidad en él la gestión que desde el Gobierno se ha hecho de ella: reaccionó tarde (acordémonos de las manifestaciones del 8 de marzo); obligó a un confinamiento total y a un cierre muy severo de la actividad económica sin las ayudas necesarias para evitar la quiebra de empresas y autónomos; se retrasó en la adopción de medidas (reconocimientos de ERTEs, pago del Ingreso Mínimo Vital…); no ha dedicado los recursos necesarios para salir de esta crisis como ha puesto de manifiesto el informe del Banco Central Europeo que sitúa a España como el país europeo que menos recursos fiscales ha destinado a combatir la pandemia de toda Europa: España ha destinado un 1,3% del PIB , frente a Europa que, como media, ha destinado el 4%.
Como resumen de
estos tres artículos que he dedicado al análisis de la economía de nuestro país
podemos decir que se ha producido la parálisis de la economía, ha aumentado la deuda
pública que sigue creciendo sin freno, se ha producido un déficit público
disparado y se ha dado una destrucción de empleo más que preocupante. En una
palabra: se ha desatado en España la tormenta perfecta que condenará a
generaciones enteras a grandes sacrificios y, sobre todo, hay casi un millón de
personas más que han cruzado el umbral de la pobreza. Con este panorama ¿Se
justifica o explica el incremento del número de Ministerios del Gobierno y de
altos cargos “cienmileuristas”? desde mi punto de vista no: no tanto porque solucione
el problema económico sino por aquello de la ejemplaridad.