¿Por qué convierten la política en cinismo y en mentira?

Eduardo Muñoz Martínez.- Quiero comenzar dejando claro que no me gusta, para nada, tener que «ir tirando de las orejas» a nadie, salvo para felicitar un cumpleaños, pero hay momentos en la vida en los que no se puede evitar el tener que hacerlo.

Es lo que me ocurría hace unos días al leer las declaraciones que recogía la prensa escrita ciudadrealeña, hechas por la hoy diputada nacional del Partido Popular, y anteriormente alcaldesa de la capital, Rosa Romero Sánchez. Por cierto, no sé si la habrán felicitado, señora Romero, pero -en sentido negativo, claro-, «se cubrió usted de gloria». Aunque el conjunto de sus palabras no tiene desperdicio, voy a intentar ajustarme únicamente a algunos conceptos. ¿Por qué convierten el noble ejercicio de la política en cinismo y en mentira, que al fin y al cabo viene a ser lo mismo? 

Siguiendo un orden más o menos cronológico, comienza usted hablando de que ya basta de demagogia. Fíjese que me satisfizo el leerlo, porque pensé que había reconocido el defecto fundamental de la formación política a la que pertenece. Pero, ¡qué va!, sólo fue una ilusión. Ya me parecía a mí que tanta coherencia…, en consecuencia pasa a meter miedo, o a intentarlo, con artimañas basadas en los «okupas», en los anticonstitucionalistas…, queriendo cubrir su insensatez con el esfuerzo, el interés de nuestras familias, que se sacrifican por lograr una vivienda.

Y a este respecto, sigue hablando usted, señora Romero Sánchez, de construir viviendas para su concesión en régimen de alquiler. ¿Sabe usted lo que me viene ahora a la memoria?, el famoso «quesito» en el que «…el alcalde, una edil, una diputada nacional y cuatro parientes, compraron algunos de aquellos pisos, leíamos, y podemos leer, buscando en su hemeroteca, en El País, y en otros medios de comunicación. Aunque ustedes hicieron el «agosto», no piense que todos son de su misma condición. Por cierto, aquellos pisos eran protegidos, o sea, más económicos.

Dice usted, también, que quieren transparencia en el actual Equipo Municipal de Gobierno de nuestra capital, de Ciudad Real, y se me ocurre oensar si no será que le pese en su conciencia la carencia de ella durante su mandato. Es verdad, toca usted otro muchos temas, siempre tras la bandera del engaño y la mentira, claro está, y hasta se refiere al tema de las ayudas, según usted, -o ustedes-, no concedidas por nuestros ediles… Debe ser que tenga una agenda muy ajustada, o que llegue tarde a casa, o…, porque ya veo que no tiene tiempo de informarse, más que nada antes de lanzarse a hablar.

A este respecto, observo, además, que le falla la memoria, ¡lo siento!, porque veo que se le ha olvidado la cantidad de solicitudes, -porque en una ciudad no muy grande todo sale a la luz antes o después-, que cuando usted, y su séquito, -perdón, quería decir secuaces-, salieron del Ayuntamiento, permanecían, por supuesto que sin atender, en los cajones de sus mesas. Le repito, -les repito-, la pregunta, ¿Por qué convierte, así como sus compañeros de partido, la política en cinismo y en mentira?