El trabajo social oncológico. Día mundial en la lucha contra el cáncer

Mª Ángeles Valiente Gómez. Trabajadora social de la AECC de Ciudad Real.- El próximo día 4 de febrero es el día mundial contra el cáncer, el problema sanitario, social y económico más importante que tiene nuestro país y que, por desgracia, en este año tan complejo, comparte escenario con la pandemia mundial que estamos viviendo por la COVID.

Es por ello, que este año nuestro lema #porunavezpongámonosdeacuerdo, es un llamamiento a la unión común en la lucha contra esta enfermedad desde todos los sectores y niveles sociales y políticos. Desde la Asociación Española Contra el Cáncer queremos señalar la importancia de continuar en las líneas de trabajo en la lucha contra el cáncer, por desgracia esta enfermedad no para y está continuamente presente en nuestras vidas. Por nuestro lado, desde la AECC, tanto profesionales como voluntarios no hemos parado en ningún momento de la pandemia, dirigiendo todos nuestros esfuerzos a adaptarnos a las nuevas circunstancias para estar siempre cerca de aquellos que más nos necesitan.

En la AECC hemos entendido desde hace varios años, que sin ese compromiso conjunto NUNCA podremos vencer la enfermedad. Por eso contamos con una estrategia común y enfocamos la labor del trabajo social oncológico como la necesidad de abordar esta enfermedad desde una visión integral, abriendo la puerta a la posibilidad de una convivencia adecuada entre enfermedad, paciente y su entorno. Una característica común de un diagnóstico de cáncer, es la desestabilización que provoca tanto en pacientes como en familiares en todos los ámbitos de su vida, rompiendo o tambaleando con todas las bases estables con las que contaba la familia hasta ese momento. En palabras de ellas mismas un diagnóstico de cáncer “es como un huracán que arrasa lo que conocías hasta ahora de tu vida”. Así pues, nuestra labor, consiste en realizar un trabajo de recuperación o de reestructuración de esas bases, haciendo de estas, una estructura fuerte y estable en las que apoyarse en ese momento.

En la AECC hemos comprendido la importancia del trabajo en común de distintos profesionales, sentando las bases de nuestra practica en el trabajo multidisciplinar y la continua coordinación entre compañeras de igual y/o distinta disciplina, y en la que cada día, está cogiendo más peso y fuerza la figura y labor del trabajador/a social. Creemos en la necesidad de abordar la intervención desde un enfoque multidimensional, donde, desde el conocimiento del propio paciente, su entorno, sus dinámicas y roles, sus aspiraciones y deseos, el/la trabajador/a social se convierta en un agente de cambio potenciando la búsqueda de recursos propios, habilidades intrínsecas y potencialidades que, de la mano y en combinación con los recursos y servicios de apoyo existentes en la comunidad y los propios de la AECC logre disminuir las posibles debilidades y/o obstáculos existentes tanto de la persona como del sistema para la consecución de los objetivos planteados junto con ellos. La relevancia de la intervención social incide en la implicación activa y participativa de pacientes y familiares. Desde la AECC ofrecemos respuestas personalizadas, mediante metodologías de intervención individual, familiar y comunitaria.

Los diferentes ámbitos que desde el trabajo social se abordan ocupan diferentes cuestiones: cambios en las dinámicas y roles familiares; situaciones de desempleo sobrevenidas tras el diagnóstico o por decisión propia tras aparecer una necesidad de cuidados de un familiar; necesidades de reajuste en el puesto del trabajo mediante adaptación de este tras la aparición de la enfermedad y sus posibles secuelas; abordaje de situaciones de vulnerabilidad económica sobrevenido o empeorado tras diagnóstico de la enfermedad en la que la cobertura de necesidades básicas son esenciales, especialmente en fases de la enfermedad concretas en la que los cuidados son esenciales como es la fase de paliativos; apoyo y acompañamiento, y llegado el caso sustitución, a personas cuidadores evitando situaciones de sobrecarga y claudicación familiar en las que la relación de ayuda es esencial.

En definitiva, el trabajo social no solo se centra en dotar de ayudas económicas y materiales al paciente y a la familia, es una labor de lucha por la liberación de las dificultades y/o barreras que impone un diagnóstico de cáncer y que puede marcar la diferencia a la hora de afrontarlo. Un proceso que incluye la creación de un espacio de escucha, de confianza, acogida y desahogo personal y familiar, de fortalecimiento de relaciones familiares y de creación de otras nuevas, de aceptación de cambios y de expresión emocional, y en definitiva de generación de nuevas vías de motivación y desarrollo.

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