De Manuel Valero y Eduardo Estébanez
Ediciones Puertollano, 2020; 320 pags. + un apéndice con fotografías y documentos
Ya hablamos aquí, hace unas semanas, de Mónico Sánchez; vuelvo e hacerlo de nuevo con gusto para recomendar este libro, de un amigo y paisano, Manuel Valero, escrito con la colaboración de una persona íntimamente relacionada con el protagonista del libro.
En efecto, el otro coautor, Eduardo Estébanez es nieto de Mónico Sánchez Moreno, y como parece lógico deducir, ha aportado mucha información, inédita y de primera mano sobre el personaje: ingeniero eléctrico por correspondencia, inventor de un utilísimo aparato portátil de rayos X, que salvó muchas vidas en la Primera Guerra Mundial; promotor y empresario que prefirió regresar desde Estados Unidos, donde había logrado notables éxitos, a España, y en concreto a su Piedrabuena (CR) natal, para desde aquí intentar desplegar su patente.
Lo que sucede es que una cosa son las aspiraciones y otra los cruces de éstas con la terca realidad. Y esta batalla en un ambiente hostil es la que refleja el libro, además de las peripecias personales, sentimentales, y políticas de Mónico Sánchez, enredado en una cruel Guerra Civil, cuyos efectos tuvo que pagar en su propia empresa.
El libro adopta el tono de una biografía novelada; esto es una reconstrucción muy fidedigna, basada más, como acabo de señalar, en los trayectos vitales del personaje que en el alcance científico de sus inventos. Ese tono ha permitido a los autores salvar algunas lagunas o dificultades, y mediante el recurso a algunos (no muchos) elementos de ficción, ciertamente plausibles, ofrecernos una imagen completa del inventor, del empresario, del emprendedor, del ser humano Mónico Sánchez Moreno. Que había nacido en Piedrabuena (CR) en 1880, y tras trabajar como vendedor en Fuente el Fresno (CR) y San Clemente (CU), decide embarcarse a Norteamérica, en 1904, sin saber una palabra de inglés y con 60 dólares en el bolsillo.
Su periplo norteamericano duró 8 años (hasta 1912) en que decide regresar a España.
La tensión novelesca inherente a todo libro viene dada en éste por varios factores: la propia fuerza de voluntad o tenacidad de Mónico, capaza de vencer todos los obstáculos y seguir trabajando hasta conseguir sus objetivos; las apoyaturas amorosas y sentimentales, que en este caso se reducen a dos: la primera novia de San Clemente, y la esposa, Isabel González, paisana suya, y que le apoyaría en toda su carrera, aparte de darle numerosos hijos y estabilidad emocional.
Otro factor de tensión viene dado por los años de la Guerra Civil, y los avatares personales, emocionales y empresariales que sufrió el laboratorio de don Mónico y su familia. Una historia muy interesante, narrada con agilidad y destreza, que refleja la enorme dificultad para el despegue de la Ciencia en España, y más en una Región como la nuestra
Alfonso González-Calero
Un libro muy recomendable e imprescindible…..
Hombre, Charles, «imprescindible»…,te has pasao.