“Unos metros más allá de donde nuestros carromatos nos transportaban hacia tierras orientales, avistamos la presencia de un par de jóvenes que no parecían saber muy bien por qué camino debían dirigirse.
Nuestra marcha, a pesar de los bultos que transportábamos, era lo suficientemente ligera como para recortar la distancia que nos separaba de aquellos en un corto espacio de tiempo.
Seguimos avanzando tras llegar a su altura, pues nuestra situación de huida no debía tener ninguna demora ni acoger más personas ya que gran parte de nuestra familia quedó abandonada en Ciudad Real. Por ello, no sería necesario que subiesen a nuestras monturas, pues nuestra marcha podría empezar a aminorarse y ponerse en peligro nuestra meta principal.
Sin embargo, yo no iba solo. Mi hijo Juan iba con su esposa. Mi consuegro Pedro con la suya… y, sobre todo, a mi lado tenía a mi amada María, la cual tardó poco tiempo en dirigirme su mirada con esos tiernos ojos que me encandilaron desde el día que la conocí y ya poco más hubo que decir.
-¡So, caballo! – gritó Sancho para frenar el buen trote de su equino. – ¿Acaso María quieres que nos interesemos por esos dos jóvenes de los que no conocemos nada? – preguntó a su esposa.
-¡Qué bien me conoces, querido! Ese es el principal motivo, pues ya sabes bien que no me lo puedes negar… – respondió melosa la señora María Díaz.”
-¿Qué día es hoy, hijo mío? –inquirió el maduro impresor a su vástago, una vez que tenían sus pertenencias preparadas para iniciar el regreso a Híjar. Entretanto, había estado ensimismado recordando alguno de aquellos pasajes de los documentos que sus padres le legaron y que aún no habían visto la luz para contar y homenajearla historia de la huida de unos judeoconversos a los que él mismo les debía la vida.
-No estoy muy seguro, padre. Pero creo que quizá sea jueves. ¿Por qué lo pregunta con tanto interés? –respondió el muchacho.
-Si tu respuesta es la correcta, cuando estemos llegando a la villa, notarás cierto bullicio y eso significará que es día de mercado, si no recuerdo mal, y si aún lo siguen manteniendo los jueves.
-¿Cómo sabe usted eso, padre?
-Hijo, cuando era mucho más pequeño que tú y apenas levantaba un palmo del suelo, recuerdo que mi madre solía ir a los encargos de la señora a la que estaba a cargo en el castillo del Duque. Si la memoria no me falla, se llamaba Esther. Mi madre tenía que ir al mercado y a mí normalmente me dejaba al cuidado de una señora mayor que se llamaba doña Juana, aunque en casa oí que la llamaban Mariam. Creo que era judía y por eso lo de que usase dichos nombres.
-Pero ¿cómo sabía usted lo del día del mercado? –insistía con curiosidad el muchacho.
-¡Qué despiste, pues ya se me iba el hilo de tu pregunta! La respuesta es que, según me contó más tarde mi padre, cuando estas tierras las tomó un rey llamado Jaime I, dispuso en las diferentes localidades un día para que se estableciese el mercado, y en la localidad de Híjar le sería asignado el jueves. Rondaría el año de 1271 más o menos, según recuerdo, aunque como ya ha pasado tanto tiempo desde que me fui de allí, quizás las circunstancias y disposiciones puedan haber cambiado en ese sentido. Lo averiguaremos cuando estemos a punto de llegar.
-Disculpe, padre, pero ¿por qué tiene tanta importancia que sea día de mercado?
-¡Ay, muchacho! Es sencilla esa respuesta: para que pasemos más desapercibidos en nuestra llegada –respondió el padre.
Como buen conocedor de las costumbres de aquellas tierras de Aragón en las que las actividades económicas que se ejercían iban más allá de ser judío o cristiano, pues ambos las llevaban a cabo, el padre de aquel muchacho fue cauto en sus contestaciones al desconocer qué circunstancias podía rodear su retorno a aquella villa hijarana. Aún desconocía lo que el paso del tiempo y la llegada de la Casa de Austria como gobernantes de todos aquellos territorios había implicado. Aragón siempre había gozado de nobles muy levantiscos, a los que el Emperador no había estado dispuesto a consentir ninguno de sus desmanes, más aún tras la acogida que, en sus tiempos de juventud, le brindaron tanto las Comunidades de Castilla como las Germanías de Valencia. La víctima propiciatoria, y para que sirviera de escarmiento para otros, sería el propio Duque de Híjar, pues desde la muerte del II de aquel ducado, don Luis de Íxar y Beaumont, en 1517, su Casa quedaría incorporada durante décadas a la Casa de Belchite. Además, en aquel fatídico año, la otrora sinagoga pasaría a manos de los franciscanos durante casi una década que perduraron las obras del convento que acogería a aquellos monjes a partir del año 1524, pero ya a las afueras de dicha villa. San Antonio de Padua sería la advocación que acogería los muros de aquel antiguo edificio judío tal y como había manifestado el propio duque don Luis Fernández de Híjar en su testamento expedido un 7 de febrero, y según el cual una manda piadosa sería destinada para sufragar el oficio de una misa de réquiem perpetuo en el nuevo templo cristiano en su honor.
Además de aquellas variaciones a nivel político que habían afectado a la villa, las comunidades que coexistieron tiempo atrás en ella, judía, cristiana y musulmana, también se habían visto condicionadas por las nuevas decisiones de los gobernantes de la Casa de Austria, pues a la obligada conversión de los judíos en 1492 sucedería más tarde que la aljama morisca de Híjar se viese forzada por decreto del Emperador a convertirse igualmente.
Sin embargo, de todos aquellos cambios no eran aún conocedores los que decidieron regresar en busca de una nueva vida a aquella modesta villa turolense.
-Padre, nos estamos acercando a Híjar. No sé si aquel ruido que parece oírse quizá sea del gentío que el mercado pudiera acoger en el día de hoy, tal y como usted pronosticó. Y si no fuera así, ¿qué podría ser?
-No lo sé aún, hijo. Habrá que esperar a estar más cerca y, una vez que hayamos caminado por las callejas que tiempo atrás hubiese reconocido sin dudarlo, te podré responder con mayor seguridad. Aun así, debemos ser cautos en los comentarios que hagamos y no demasiado confiados con todos aquellos que nos encontremos a nuestro paso. Me entiendes, ¿verdad?
-Por supuesto, padre. No necesita recordármelo y confío plenamente en usted.
Aquellas calles que comenzaron a atisbar los visitantes que llegaban a Híjar no eran otras que las que anteriormente habían sido elementos esenciales de su judería.
Tras pasar muy cerca de los terrenos que formaban parte de la huerta del Duque, entraron en la plaza que ya entonces presidía la iglesia de San Antón, la que fuera antigua sinagoga, cruzáronla de un extremo a otro hasta salir de ella cerca del cantón de las monjas yendo a parar a la mismísima Cuesta del Olmo, y desde allí ya sí comenzaron a percatarse del ruido que el muchacho había advertido unos metros más atrás, ocultándose con ello el sonido que el agua fluía procedente de la Acequia Vieja. Así, con un gesto afirmativo, el maduro impresor dio a entender a su hijo que realmente sí era día de mercado. La plaza ya sólo quedaba a unos pasos de donde se encontraban. Entonces el vástago comenzaría a alegrarse de aquel jolgorio, aunque su padre trató de serenarle ante tales muestras de nerviosismo.MANUEL CABEZAS VELASCO
Interesante. Actualmente, el mercadillo semanal en Híjar es el miércoles…..
Tienes un gran pulso narrativo, hermano.
Grandes elogios recibo de un fiel seguidor y de un maestro tocayo. ¡Qué más se puede pedir!
Gracias a ambos pues es un honor… y de los rubores, me cayo.
Buen día y fin de semana
Hace unos años me embarqué en un proyecto literario («La huida del heresiarca») en el que trataba de rescatar el pasado de la judería de Ciudad Real, aunque también de otras localidades.
Una de ellas fue la entonces villa de Híjar que tenía como elementos representativos un barrio judío con su propia sinagoga y una imprenta de tipos hebreos.
Tras más de una década, el proyecto de rehabilitación de la conocida Iglesia de San Antón, además de sinagoga, parece que ha finalizado, poniéndose los mimbres para rescatar un elemento muy significativo de la localidad de Híjar, su sinagoga.
Aquí os dejo el enlace de la noticia: https://www.lacomarca.net/concluye-rehabilitacion…/…