Carlos Sanz.- Si hay un lugar en la provincia que históricamente ha sido considerado un santuario para los pastores trashumantes es el Valle de Alcudia. Lugar de invernada preferido al atesorar centenares de hectáreas repletas de pastos y dehesas que para el ganado ovino es el maná idóneo durante los inviernos.
Pese a que la trashumancia goza de un respaldo minoritario, cada vez son más voces las que tratan de resituar esta actividad milenaria en el lugar que le corresponde: parte indisoluble de un patrimonio inmaterial único (una iniciativa transnacional presentó ante la UNESCO la candidatura para considerarla patrimonio inmaterial de la humanidad) y perfecta herramienta para la conservación de las vías pecuarias.
Como actividad ancestral alberga un enorme potencial como recurso ecoturístico y para territorios como el Valle de Alcudia podría ser un revulsivo en toda regla. Los ganaderos trashumantes atraviesan las cañadas reales, esa nervadura de caminos públicos que atraviesan de norte a sur nuestra península y que antaño fueron la joya de la corona de La Mesta. El Valle de Alcudia ha sido uno de los más importantes invernaderos mesteños y debería jugar un papel muy relevante en el desarrollo de la trashumancia en nuestro país. La importancia de esta comarca como área de invernada reside en sus características climáticas y orográficas, que favorecen el desarrollo de amplias superficies de pastos utilizadas tradicionalmente por el ganado.
Las tierras de pastos de Alcudia, pertenecientes al Maestrazgo de Calatrava, constituyeron, al menos desde la época de la Reconquista, los pastizales de invernada de los ganaderos trashumantes de Castilla, especialmente los procedentes de Soria, Cuenca, Segovia y Guadalajara. A pesar de la decadencia generalizada de la trashumancia en nuestro país, el Valle de Alcudia aún puede considerarse como uno de los enclaves más importantes en el desarrollo de esta actividad. Los aspectos medioambientales también constituyen un factor muy importante al evaluar la actividad trashumante en el Valle de Alcudia. La fisionomía de esta comarca, con amplias áreas adehesadas, ha sido en gran parte modelada por la presencia ancestral de la ganadería. El mantenimiento de las dehesas en un buen estado de conservación depende en gran parte del pastoreo.
El Valle de Alcudia está cruzado por una extensa red de vías pecuarias de diferente orden que canaliza el ganado hasta las cañadas reales. Existen siete vías pecuarias principales que recorren el valle en todas direcciones. Las vías pecuarias más importantes son: Cañada Real Segoviana, Cañada de Puerto Suelta, Cordel de Tres Ventas y Almadenejos, Cordel de Alamillo, Cordel de la Sardina, Cordel de Pozo Medina y Cordel del Burcio. En la actualidad, son muy pocos los pastores trashumantes que aún se desplazan al Valle de Alcudia a pasar los inviernos. Es un oficio condenado a la desaparición, tanto por la falta de relevo generacional como por la ausencia de planes decididos de apoyo para su mantenimiento. Son ya poquísimas las familias trashumantes que anualmente se desplazan al valle. Una de ellas está formada por los hermanos Cardo, procedentes de la serranía de Cuenca, quienes siguen realizando desde hace 17 años la trashumancia a pie desde Vega del Codorno hasta la finca El Cañaveral de Mestanza.
En la provincia, contamos con itinerarios que siguen poniendo en valor la actividad trashumante. Como ejemplo, la Diputación Provincial de Ciudad Real habilitó en su día el denominado PR-CR 8, un tramo de ruta que discurre por el GR-162 perteneciente a la Cañada Real Segoviana, una vía pecuaria de alrededor de 500 kilómetros de longitud y que arranca en el suroeste de La Rioja, cerca de Neila, y finaliza en Granja de Torrehermosa, provincia de Badajoz.
Esta ruta encarna la importancia que históricamente ha tenido la actividad trashumante en el Valle de Alcudia. Gracias a esta actividad ganadera, se cuenta con un amplio entramado de caminos, veredas y cañadas, caso de la Cañada Real Segoviana, que confluyen en el valle y dan origen y sentido a otros lugares como las ventas. De hecho, el origen de las dos localidades por donde discurre esta ruta (La Viñuela y Veredas) obedece a la instauración de esta clase de edificaciones que daban cobijo a pastores y otros viandantes que atravesaban Castilla para ir a Andalucía y viceversa.
También, conviene destacar dos elementos arquitectónicos populares ligados a la trashumancia como son las famosas ventas y los chozos. En algunos términos municipales como los de Alamillo o La Bienvenida destacan los segundos que hasta hace unas décadas eran la vivienda de los pastores trashumantes. Son de planta cilíndrica, algunos hechos de retama o paja en su totalidad, otros con base de mampostería y el resto de ramaje, de techo cónico y solían tener el burrero (otro chozo totalmente de ramaje) al lado de los animales de tiro y los útiles. Otra construcción ligada al Valle de Alcudia son las ventas. Situadas en el Camino Real a Andalucía algunas de ellas inspiraron a Cervantes episodios de “Rinconete y Cortadillo” o “El Quijote”. Las ventas cervantinas que se encuentran en Alcudia y que han podido ser localizadas son las de El Molinillo (actualmente llamada de la Divina Pastora), la Venta del Alcalde (conocida como de La Inés) y la Venta Tejada, ya en plena sierra.
Arquitectura civil ligada a la trashumancia
A partir de 1273 se instauró La Mesta como organismo regulador del tránsito ovino en Castilla. Esto posibilita que las tierras del Guadiana se conviertan en uno de los grandes lugares de pastos invernales, junto con Andalucía y Extremadura. En esta región, el tránsito ovino se articula a través de la Cañada Manchega que desde la serranía de Cuenca y por diversos ramales conducía los rebaños hacia el sur.
En este sentido, se llegaron a construir infraestructuras para permitir el paso del ganado. El caso más conocido de arquitectura civil en nuestra provincia es el denominado Puente de las Ovejas (también llamado de las mil ovejas) que está situado en el término municipal de Corral de Calatrava. Aunque la opción más práctica para poder visitarlo es salir desde Los Pozuelos de Calatrava, continuando la señalización por el Camino Natural del Guadiana durante 3 kilómetros. Se trata de un histórico puente sobre el río Guadiana que se construyó para que los ganados norteños pudieran llegar al Valle de Alcudia. El puente se estrecha a su entrada para facilitar el conteo de ovejas pues en su día, los pastores tenían que abonar un impuesto llamado “pontazgo”. Es una zona angosta con petriles que produce efecto embudo, de forma que los animales estaban obligados a pasar de uno en uno para facilitar su conteo. En el extremo sur, la rampa se volvía a ensanchar dando continuación a la cañada.
El puente fue rehabilitado años atrás por la Confederación Hidrográfica del Guadiana y es el mejor legado patrimonial que actualmente existe sobre la trashumancia asociada a la Cañada Real Soriana. Está formado por tres “ojos” o puentes que unen dos caminos, el camino al Martinete de Los Pozuelos y el camino de Luciana a Corral de Calatrava. Como se decía, el Camino Natural del Guadiana recorre esta vía pecuaria con el objetivo también de mostrar el paisaje, ecosistemas y hábitats que nos podemos encontrar durante el tránsito.
Sin duda, la trashumancia es una actividad ancestral que aúna sostenibilidad y atractivo turístico. Desde las administraciones se debería diseñar un plan de recuperación, conservación y mantenimiento de las vías pecuarias y de los pocos elementos patrimoniales vinculados a esta actividad que aún permanecen en nuestra provincia.
Nota importante.- Debido al actual escenario de restricciones sanitarias en toda la provincia, que impide la movilidad más allá del término municipal, los itinerarios y rutas propuestas en esta sección no se pueden llevar a cabo hasta que mejore la situación sanitaria provincial.
Carlos Sanz.– Durante más de 12 años me he dedicado al oficio de contar las cosas. En la universidad me convertí en historiador del arte, me metí en el proceloso mundo del turismo formándome como informador turístico y trabajando como técnico. De todo ese batiburrillo sale una devoción, la de comunicar, una pasión por el patrimonio, lo cultural y el arte. De eso va esto.