Julián Plaza Sánchez. Etnólogo.- No cabe la menor duda que nuestra cultura tiene una base cristiana, por lo que la preponderancia religiosa se impone. Nuestras fiestas populares, en la gran mayoría de los casos, tienen sus raíces cristianas. Pero también hay que decir que muchos de los elementos que utilizan son de inspiración pagana que, con el tiempo, se han cristianizando.
Actualmente todas las personas estarán de acuerdo, que nuestro deber es respetar las raíces culturales de todos los pueblos. Por esto constituiría una fragante injusticia en negar a nuestros pueblos el derecho a nutrirse de sus propias raíces y empeñarse a desarraigar su forma de ser y sentir de sus gentes.
Cuando observamos estas fiestas, nos encontramos ante las manifestaciones de la religiosidad popular, religiosidad que tiene sus repercusiones en otros campos de la vida humana. En nuestra tierra circula una copla significativa que pone de manifiesto la importancia de estas fiestas:
San Antón y la Paz.
La Candelaria y San Blas,
despediros mozuelas que no hay más
hasta Carnaval.
En las sociedades rurales, como la que nos ocupa, prevalecen las conmemoraciones dedicadas a santos benefactores de la agricultura, ganadería, protectores contra las adversidades climatológicas y las enfermedades. Comentaremos algunas peculiaridades de estas fiestas en los pueblos de la provincia de Ciudad Real.
La fiesta de San Antonio Abad está considerado como protector de los animales y culto al fuego purificador. Sobre el fuego, los antiguos lo consideraban como el más noble de los elementos y el que más se acercaba a la divinidad. Este fuego actúa como curativo y ahuyentador de la acción demoniaca. Así elimina una contaminación y también preserva de futuras impurezas. Muchos pueblos manchegos que celebran esta fiesta conllevan la costumbre de la rifa del gorrino de San Antón. Este santo era amigo de todos los animales y especialmente de los cerdos pequeños.
Este eremita nació a mediados del siglo III d.C. en el Alto Egipto, y con escasos 20 años de edad vendió todas las posesiones heredadas de los padres, retirándose a una vida ascética y contemplativa en el desierto. Además de la bendición a los animales para protegerlos durante todo el año, nos encontramos con la formación de hogueras con un sentido purificador.
En la Mancha con los sarmientos de vides como resultado de la poda, las ramas de los olivos y los enseres viejos que han quedado inservibles para la faena, se realizaban las hogueras de San Antón. Tenían especial importancia los capazos impregnados de aceite porque ardían con más facilidad. En tiempos pasados, cuando las calles no estaban asfaltadas, se conformaban un buen número de hogueras vecinales. Los lugareños preparaban sus hogueras la víspera de la fiesta. Actualmente se conforma una sola hoguera a cargo de la Hermandad de San Antón y el lugar previamente autorizado por el Ayuntamiento de la localidad. La tradición manda que se enciendan las hogueras para que todo el vecindario se reúna alrededor, y pasar buena parte de la fría noche comiendo y bebiendo.
En Tomelloso, los vecinos se lanzaban a la calle apenas sonaba la primera campanada del toque de ánimas, era la víspera de San Antón. Las puertas de todas las casas, libres de luto reciente, se abrían y los muchachos arrastraban hasta la calle gavillas que tenían apiladas en el corral. Todos los vecinos colocaban las gavillas de tal manera que formaban una especie de choza. El padre o la madre salía con una lata en la que llevaba ascuas suficientes para prender la hoguera. Las calles se llenaban de puntos luminosos, todas las personas se disponían alrededor de las hogueras. La de mayor tamaño estaba en la calle donde se venera al Santo. Actualmente se sigue celebrando la fiesta pero atendiendo a la normativa municipal. En Alcázar de San Juan, las primeras referencias históricas de la fiesta aparecen en el siglo XVII. En este pueblo queda de manifiesto durante el desarrollo de la misma, que está asociada a las prácticas precristianas relacionadas con la adoración del fuego y la protección del ganado. En la capital la víspera de San Antón se quema la tradicional hoguera en su honor y los ciudadrealeños despiden la Navidad hasta el próximo diciembre, haciendo honor al refrán: “Hasta San Antón pascuas son”. La hoguera se forma en la plaza de la iglesia de Santiago y alrededor de la misma, la Hermandad de Pandorgos organiza una torreznada para apaciguar el hambre y reparte el vaso de limoná para apagar la sed. La Hermandad de San Antón de la capital que data del siglo XIII, se encarga en hacer las caridades a base de matalauva, esencias de anís y limón, harina, aceite de oliva, vino blanco, manteca, levadura, papelillo espumoso, huevo y anisillos de colores.
En Almagro además de las hogueras, el día 17 de enero se sortea un cerdo que ha sido cuidado y alimentado por los miembros de la Hermandad de San Isidro. Hasta el año 1994 el guarrillo vivía en las calles del pueblo y era alimentado por los vecinos. Esta tradición finalizó cuando robaron el guarro ese mismo año. En la actualidad lo crían los hermanos de la Hermandad.
El dos de febrero se celebra la fiesta de la Candelaria, en ella intervienen como protagonistas las palomas, pues estas simbolizan la pureza y la paz. El ofrecimiento de las mismas está considerado como ofrenda de purificación después del nacimiento de las criaturas. Para los cristianos es la celebración de la purificación de la Virgen después de dar a luz y pasar la cuarentena. Para el paganismo representa la luz para iluminar el camino de todas las personas fallecidas desde el día de todos los santos. De esta forma pueden encaminarse hacia el más allá y así preservar a los vivos de sus malas influencias.
En Pozuelo de Calatrava se ofrece una misa por los niños nacidos en el año anterior, a la que sigue una procesión en la que participan niños recién nacidos con sus madres, que portan una vela como signo de purificación. También es costumbre poner una vela a la Candelaria cuando hay tormenta. En Villamayor de Calatrava se recorren las calles haciendo tocar los cencerros y al atardecer se hacen “candelicios”, hogueras donde la gente se divierte cantando y bebiendo en “pimporros” o porrones.
La patrona de Alcázar de San Juan, Nuestra Señora del Rosario es el único día que porta en sus manos la imagen del Niño Jesús, en recuerdo de la tradición de presentar a los recién nacidos en el templo y realizar las ofrendas pertinentes. En este pueblo la fiesta se manifiesta de forma particular y manteniendo la tradición. Con la recogida de los oficios en los domicilios de los capitanes de la Virgen, daba paso a la Eucaristía y al finalizar, se iniciaba la procesión de la patrona entorno a la plaza de Santa María.
La fiesta de San Blas, el día tres de febrero, pone fin a las celebraciones de los santos viejos. Según la leyenda el santo sanó al hijo de un centurión romano que se había herido la garganta con una espina de pescado, por esto es considerado protector de la garganta. En la capital se lleva a cabo una procesión y al finalizar, los fieles pueden venerar la reliquia del santo que se guarda en la iglesia de San Pedro, un trozo de fémur que llegaría a la parroquia ciudarrealeña en torno al siglo XV, y que se guarda en un relicario de 1604.
En Almagro se protegen la garganta con las típicas gargantillas del santo. En Manzanares encienden la hoguera frente a la ermita del santo, situada junto al castillo de Pilas Bona. En Moral de Calatrava, en honor al santo, se organiza una romería. Está marcada por los “hatos”, las hogueras y las gargantillas. En este pueblo se celebra San Blas, resamblas y resamblasillo.
En Luciana, cientos de velas iluminan las principales calles de este pueblo ciudadrealeño, para conmemorar las festividades de la Candelaria y San Blas. Esto surgió porque en la celebración de la misa de la Candelaria se encienden velas. A partir de esto pensaron que coincidiendo con la celebración de estas dos festividades, podían iluminar con velas las calles y lugares más significativos del pueblo.
Durante este ciclo festivo hemos visto que existen elementos comunes a todas ellas. Las hogueras, pues el fuego es un elemento de la naturaleza que ha estado por milenios beneficiando a la humanidad con sus propiedades naturales, pero al mismo tiempo con esa energía que aviva el espíritu. Es imprescindible para dar luz en la oscuridad y también nos conecta con nuestro Yo Superior. Es símbolo de eliminación de toda impureza, es por medio de este que se limpian todas las energías negativas.
Podemos decir que el fuego se presenta como un elemento protector, al igual que las caridades de San Antón o las rosquillas de San Blas. Todos estos productos se utilizan para proteger de las enfermedades durante el año. Los panecillos o caridades de San Antón se bendicen para prevenir enfermedades a través de la intercesión del santo. Tradicionalmente la hermandad donaba estos panecillos a los pobres por caridad y de aquí deriva el nombre de caridades. Antiguamente era costumbre guardar una caridad en una bolsa junto a una moneda, así se aseguraba que no faltase dinero durante el año. En la fiesta de San Blas, el que como las rosquillas bendecidas consigue obtener los favores del santo para proteger la faringe y laringe durante todo el año. También se le supone el mismo efecto colocarse un cordón o gargantilla después de ser bendecidos.
A modo de conclusión tenemos que decir que las fiestas populares, prácticamente todas ellas, tienen un origen religioso. En la calle, la fe y la tradición pueden convivir sin ningún problema. Constituyen una muestra característica de la cultura y de la identidad cultural de los pueblos. Exponen elementos socioculturales que son reflejo de una época, y que nos permite reconstruir la vida cotidiana en las zonas en donde se desarrollan.
Estas fiestas religiosas celebradas en la provincia de Ciudad Real, son un importante vehículo de transmisión de conocimientos tradicionales que han ido pasando de generación en generación. A través de ellas podemos ver las huellas del tejido social que representan y cuyos intereses simbolizan y constituyen el reflejo de la identidad cultural de un pueblo según su tradición.
Ciudad Real a 12 de enero de 2021
Los que aparecen en la foto deberían estar enjaulados, en lugar del pobre animal, a ver que tal se sienten.
Que costumbres más absurdas.
Antes la vida de un anciano que la de un cerdo. Los seres humanos confinados. Culpables todos. Eutanasia para todos menos para los que la defienden.
Como dijo Woody Allen: «La tradición es la ilusión de la permanencia»…..