Las seis Comunidades de Usuarios de Aguas Subterráneas (CUAS) del Alto Guadiana integradas en la Federación Regional de Regantes de Castilla la Mancha FERECAM, además de la CUAS Mancha Occidental I, dentro de la que probablemente sea la Cuenca Hidrográfica más importante de Castilla-La Mancha en cuanto a regadío y diversidad de cultivos, han unificado sus voces para tener mayor fortaleza como colectivo ante los retos que tienen por delante como actores principales del uso del agua para el regadío y frente a las importantes restricciones que vienen arrastrando y sobre las nuevas y aún mayores que plantea el Organismo de Cuenca en los próximos planes de extracciones.
“A todos nosotros nos unen más cosas de las que nos separan. Buscamos preservar el medio ambiente en el que vivimos, por el que vivimos y del que vivimos, donde dentro de éste, forma parte el agua de la que beben nuestros animales y con la que regamos los campos que producen los alimentos de los que la sociedad se nutre. Somos agricultores y ganaderos, no depredadores del bien que defendemos”, señalan en una sola voz los representantes de las masas de aguas subterráneas Campo de Calatrava, Campo de Montiel, Consuegra-Villacañas, Lillo-Quintanar, Mancha Occidental I, Rus-Valdelobos y Sierra de Altomira.
Como colectivo, lamentan que las escasas dotaciones a las que han sido sometidos en los últimos años estén poniendo en serio riesgo la subsistencia de muchas explotaciones de sus territorios de influencia, con unos planes de extracciones que se presentan a primeros de diciembre con importantes restricciones para la próxima campaña y que sitúan al campo en una “complicada situación” de la que las administraciones son conocedoras. “El regadío en nuestra región es fundamental, máxime atendiendo a los prolongados periodos de sequía que estamos sufriendo”, indican los presidentes.
En este sentido, estas CUAS del Alto Guadiana advierten de que unas restricciones tan exigentes en las dotaciones de agua para regar como las que se van a proponer, siendo además las más bajas de toda España, no sólo sitúa en una delicada situación a miles de agricultores y ganaderos de la región, sino a todos los sectores que dependen del sector agroalimentario en Castilla-La Mancha, además de poner en riesgo el futuro del mundo rural y de los pueblos de la llamada España vaciada “Sin agua no hay vida en nuestros pueblos”.
“Si nuestra tierra se convirtiera en un desierto, nosotros seríamos los primeros perjudicados, por eso somos los más interesados en preservar las cuencas, de ahí la defensa de la actividad que desarrollamos, siempre respetuosa con el medio ambiente en cada uno de nuestros territorios”.
Así, el principal objetivo de los regantes del Alto Guadiana es la optimización de los diversos planes para cubrir las demandas hídricas de los usuarios de la cuenca, no pedimos nada extraordinario, sólo poder seguir regando para que subsistan nuestras explotaciones y nuestros pueblos.
Además, la actividad agraria que desarrollamos está al servicio de la sociedad española, puesto que asegura la disposición para la población de todo tipo de alimentos a la par que crea trabajo, riqueza y fijación de la población, por lo que no puede ser demonizada por algunos sectores minoritarios, que, con declaraciones irracionales e incluso temerarias, basadas en puntos de vista parciales y con gran desconocimiento de la función integradora y sustentadora de la economía que tiene este sector de la sociedad, que es quien mejor realizada un uso sostenible del agua, realizan allí donde les brindan la oportunidad de hacerlo.
Los responsables de las CUAS lamentan que a lo largo del tiempo y por diversas causas, a los regantes se les haya acusado de agotar un recurso escaso como el agua. Sin embargo, porque vivimos de ello tenemos que mirar por un uso responsable en beneficio de la sociedad y del nuestro propio. Regamos para producir alimentos que luego todos consumimos, por eso pedimos unos regímenes de extracciones justos, que no sigan poniendo en el centro de todas las dianas el futuro de nuestra actividad.
Sobre estas MASb del Alto Guadiana
Estas siete masas de agua subterráneas aúnan a la amplia mayoría de los regantes del Alto Guadiana. Campo de Calatrava, presidida por Nieves Molina Roldán cuenta con una superficie de regadío cercana a las 22.200 hectáreas distribuidas por una treintena de pueblos o municipios de la provincia de Ciudad Real con una población cercana a los 250.000 habitantes; Campo de Montiel, presidida por Juan Vázquez dispone de unas 9.300 hectáreas de regadío que se distribuyen por una veintena de municipios de las provincias de Albacete y Ciudad Real con una población cercana a los 130.000 habitantes; Consuegra-Villacañas la preside Teodomiro Gallego Carrero, abarcando también una veintena de municipios con una población similar a las anteriores y un volumen para los distintos usos reconocido por la Confederación Hidrográfica del Guadiana de unos 52 Hm3/año aproximadamente, con unos 7.600 expedientes de inscripción.
Por su parte Lillo-Quintanar, presidida por David Manzanares Fernández, dispone de 14.700 hectáreas para riego entre las provincias de Cuenca y Toledo; mientras que la MASb Mancha Occidental I, la mayor de las siete masas por su superficie de riego que alcanza las 85.000 hectáreas aproximadamente, la preside Ángel Bellón Navarro y se extiende por la provincia de Ciudad Real entre cerca de treinta municipios con una población cercana a los 280.000 habitantes y 12.200 expedientes inscritos; en el caso de la MASb Rus-Valdelobos, presidida por Ruperto Mesas Moragón, la superficie de riego es aproximadamente de unas 22.000 hectáreas y su número de captaciones alcanza la cifra de 2.900 extendiendo su territorio por una veintena -casi una treintena-de municipios entre las provincias de Albacete y Cuenca, alcanzando una población aproximada de 120.000 habitantes y por último la MASb Sierra de Altomira, que preside Rafael Rodrigo Medina, su territorio se extiende por una cincuentena larga de municipios de las provincias de Ciudad Real, Cuenca y Toledo encuadrándose el mayor número de ellos en la provincia de Cuenca. Tiene una superficie de riego de 14.000 hectáreas aproximadamente y cubre una población de unos 100.000 habitantes con una ligera tendencia a disminuir.